Tres cómics que descubren tres realidades sorprendentes

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Tres cómics que descubren tres realidades sorprendentes

Un tributo a la tierra (Joe Sacco)

Joe Sacco, pionero en el periodismo de libros ilustrados, vuelve a la carga tras obras tan notables como ‘Notas al pie de Gaza’ y ‘Palestina’, entre otras. El artista dedica gran parte de su tiempo a la documentación de pueblos oprimidos, viajando a territorios en conflicto y entrando en el cuerpo a cuerpo en lugares tan dispares como Bosnia, Cisjordania o impensables por la ausencia de guerras como Canadá. El paraíso occidental de Norteamérica no ocupa tantos titulares en los medios de comunicación por el maltrato de la población indígena, como nos contaba recientemente Basia Bulat, pero sí es objeto de ‘Un tributo a la tierra’.

Sacco se reafirma en lo suyo: un dibujo impecable con una técnica “cross-hatching” de punteados y entrelazados que hemos celebrado con Emil Ferris y Nina Bunjevac por su laboriosidad y su escaso uso. Juega en su contra el haber dejado de sorprender esas consignas suyas que se llevan repitiendo por cualquier punto del globo demasiado tiempo. Pero poco más hay que objetar cuando se trata de sacar a la luz un sistema educativo de internados que duró 150 años, que separaba a los niños de sus padres indígenas; cuando se muestra cómo se han destruido ecosistemas para extraer petróleo, gas o diamantes, y cómo el gobierno canadiense a cuenta del progreso arrasó las culturas nativas. Una disyuntiva global que hoy parece haber pasado a segundo plano: economía o preservar la naturaleza. 8,2.

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Las dos vidas de Penélope (Judith Vanistendael)

No estamos acostumbrados a mantener vidas paralelas, nos cautivan cuando las vemos en personas ajenas, y si no que se lo pregunten a la Pantoja y a los espectadores de Telecinco. Abandonar roles y explorar límites morales parece llamar nuestra atención y desarrollar la imaginación más holgazana. Si a un relato así le sumamos una buena ambientación a lo largo de los años, el resultado es tan fascinante como el de ‘Las dos vidas de Penélope’.

Judith Vanistendael, bajo un mantra de dibujos movidos y acuarelas de colores vivos, construye el laberinto de Penélope, una cirujana que durante años ejerce en países en guerra, se emplea a fondo en labores humanitarias y procura desconectar en los pocos días de descanso. Mientras, su familia en Bruselas, envuelta en problemas de primer mundo, la espera impaciente. Los reencuentros serán los que pongan en duda lo que siente Penélope. De un lado la maternidad, con la incertidumbre de no estar a la altura para una hija ya adolescente, y un marido que cuestiona los roles de pareja y los largos periodos de separación. Y de otro, un entorno social de energías distintas, donde las inquietudes son salvar vidas humanas. 8.

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Corredores aéreos (Étienne Davodeau, Christopher Hermenier y Joub)

Más cercano a nuestro entorno que las dos historias anteriores, pero para tomar en pequeñas dosis si no se quiere caer golpeado al fango del hiperrealismo, es el torrente de preguntas de Yvan –su protagonista- en plena crisis de los 50. Los autores desgranan una amistad en la que, con 20 años y en pleno frenesí juvenil, se permitió la burla de un cincuentón en su fiesta de cumpleaños. Un gesto de soberbia que se clava como un estoque en la memoria: el tiempo se encargará de hurgar en esa herida pero también de establecer un punto de inflexión.

Davodeau consigue, sin recursos originales, salpicar de pensamientos al lector independientemente de cuál sea su edad: los problemas laborales que se tratan unen fuerzas con los sentimentales, y dejan sin aliento los personales. La importancia de los personajes secundarios, la intensidad de los paisajes nevados, en confrontación con los colores suaves empleados por Joub; y la inserción de fotografías de Hermenier, a modo de bodegones deconstruidos, enriquecen el discurso. 7,8.

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