Música

Retrasos, aburrimiento, paro… lo que puede implicar el aplazamiento de los Grammy

«En los Grammy son unos vendidos», «los Grammy no tienen credibilidad» y «los Grammy parecen ya los premios MTV» son algunas de las opiniones más escuchadas de los últimos años sobre los galardones musicales más populares del universo. Pero los Grammy también son un motor de la industria musical, este año postulando por ejemplo a Fiona Apple y Haim entre los nominados, y también a artistas de sellos más pequeños en categorías «menores», como Fontaines DC o Arca, quien recordemos que al menos hasta ahora ha compartido sello con Adele.

Mal que pese a algunos, los Grammy son una manera de promover lanzamientos en los meses más inhóspitos para la música pop, esos en los que nadie compra discos ni nada si no es bajo la sugestión de las rebajas. Enero y febrero son meses holgazanes en cuanto a lanzamientos musicales y lo último que necesita la industria musical -la grande, la pequeña y la mediana- es paralizarse más todavía. La emergencia sanitaria es por supuesto lo primero; una vez «salvada la Navidad», la tercera ola de contagios pinta mal, y Estados Unidos tiene otros asuntos más importantes que resolver. Todos estamos de acuerdo. Pero la noticia del aplazamiento de los premios tampoco puede ser algo que nos genere indiferencia. Casi ningún disco importante se programa en enero -las excepciones son muy interesantes, pero son excepciones al fin y al cabo-, y menos va a hacerse este año si los Grammy, en lugar de ser el día 31 de este mes como se había programado, son ahora el 14 de marzo. Pueden aguardarnos 2 meses de absoluta nada.

El comunicado de los Grammy alude al progresivo «deterioro de la situación de la covid en Los Ángeles», «los servicios hospitalarios superados», y «las UCI’s habiendo alcanzado su capacidad» como causas del retraso. «Nada es más importante que la salud y la seguridad de aquellos en la comunidad musical y los cientos de personas que trabajan incansablemente en producir el show», indican. Es normal y así ha de ser.

Descartado, suponemos que por razones económicas, realizar un show más austero, sin público, vía satélite o directamente pregrabado que a nadie le importaría ver si está bien hecho, hay que apuntar que este retraso afectará también a una industria musical ávida de agarrarse a cualquier clavo para subsistir unos meses más. Este aplazamiento implicará aplazamientos en lanzamientos de nuevos discos, singles o vídeos, que siempre encuentran en los Grammy el lugar perfecto en el que lograr visibilidad; e implicará probablemente que las próximas semanas serán tan aburridillas como indica el calendario de lanzamientos de Metacritic, donde sí, aparece fechado lo próximo de Foo Fighters, pero poco macrolanzamiento más que aspire a mover 1 millón de copias -aunque sea en equivalentes de streaming-, es decir, a ofrecer un balón de oxígeno a una industria que dependía casi por completo de los directos cancelados.

Suponemos que alguien aprovechará la sequía de lanzamientos para perpetrar una edición sorpresa y llevarse la atención mediática como en las últimas semanas del año hicieron de una forma o de otra Taylor Swift, Bad Bunny y Ariana Grande. Pero hoy por hoy es llamativo que ninguno de los discos más esperados del año, esto es, Adele, Rihanna, Kendrick Lamar, Drake, Lana del Rey, Justin Bieber o en España Rosalía y C. Tangana, estén anunciados ni siquiera para primavera o verano. Nadie sabe cuándo van a salir. Quizá ni ellos mismos. Como tantos proyectos del año pasado, parecen aguardar a ser convenientemente completados -que bajo la amenaza de un nuevo confinamiento, tampoco es que pinte muy bien-, o a salir de un cajón ya cuando se asiente la aplicación de vacunas. La pregunta sigue siendo: si todo -y quien dice ceremonias de premios, dice festivales- se sigue aplazando: ¿quedará algo de la industria musical como la conocíamos, para entonces?

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Publicado por
Sebas E. Alonso