Parece mentira que con todos los palos que tocaron Klaus&Kinski, de la música disco al country pasando por la habanera y el kraut, pero había algo en las melodías o en su sucesión de acordes que es tremendamente identificativo. Esa esencia se mantiene viva en el segundo disco del proyecto en solitario de Alejandro Martínez, Alexanderplatz, más conciso que el primero, ‘Muera usted mañana’ (2018). Las canciones siguen jugando con los diferentes géneros que en su caso podemos considerar «habituales», como la bossa de ‘Cinismo para las masas’ o el kraut pop de ‘Un tal vez rotundo’; o incluso pueden irse a sitios donde no tuvieron tiempo de llegar Klaus&Kinski, como el inicio tan Ramones de ‘Isabel como Fernando’. Y aun así continúan sonando a Klaus&Kinski, solo que ahora entonadas por Alejandro.
Salvo por lo que se sigue echando de menos la voz de Marina Gómez-Carruthers, que tanta personalidad aportó al proyecto, pese a las críticas, esto no es malo: por muchos herederos que hayamos querido buscar, lo cierto es que ningún grupo ha terminado de coger el testigo de la genialidad del dúo murciano. Lo más parecido que nos podía venir a la mente fueron Hazte Lapón y también se separaron. Quizá sus posibilidades se fueron por el desagüe en un tsunami de trap, reggaetón y sucedáneos de Vetusta Morla y/o Los Planetas. El caso es que aquí ya casi ni nos acordamos de lo que a Martínez y Gómez-Carruthers les gustaba la banda de J, pues la base de Alexanderplatz se ampara por un lado más bien en el kraut pop y las cajas de ritmo y por otro más bien en la balada y la guitarra clásicas.
Se presentaba ‘Parques nacionales españoles’ con el vídeo de ‘Murcia Delenda Est’, el cual lo define muy bien. Se trata de una canción de despedida, ilustrada con un clip en el que vemos a un «Sócrates murciano» hablando de la belleza, la verdad y el bien, apelando a las ideas sublimes, hasta que la realidad se impone, siendo la realidad un policía municipal que disuelve su clase. Las composiciones de Alejandro continúan tan preocupadas por la cuestión filosófica como siempre, pero con la cotidianidad irrumpiendo a través del humor o la tragedia.
Así, concretamente nos habla de cuestiones como la fe y la confianza (‘Cinismo para las masas’), la duda (‘Un tal vez rotundo’), lo único que perdura a través del paso del tiempo (‘La cosa’), la incertidumbre y la muerte (‘Sindicato vertical de enterradores’), la ausencia (‘Mausoleo’) y la ausencia con imaginería alemana como a él le gusta (‘Spanien’). En ocasiones, es el título del tema lo que da la nota de humor o el sentido último, a menudo entremezclándose el desamor con el desencanto social. «Todo es absolutamente falso salvo alguna cosa» es una de las frases más recordadas del ex presidente del gobierno Mariano Rajoy, y aquí parece dar lugar a un tema que, llamado ‘Todo es verdad salvo alguna cosa’, habla sobre las necesidades más básicas, el contrapunto del ego y «lo que viene con la edad».
Musicalmente, pese a que el lado más folclórico fue mi favorito de Klaus&Kinski, muy especialmente en el bolero ‘Mengèle y el amor’ y el pasodoble ‘El rey del mambo y la reina de Saba’, en este caso ‘Mausoleo’ y ‘Cinismo para las masas’ cuentan con desarrollos más modestos. Es en el maravilloso puente instrumental de ‘Un tal vez rotundo’, en el guiño a OMD -más que a ‘Drive’- de ‘La cosa’, en el aparente recuerdo a Mazzy Star de ‘Sindicato vertical para enterradores’ o el cierre casi swing de ‘Paseo por el río’ donde volvemos a encontrar a uno de los autores más inquietos y versátiles del pop en castellano.