‘The Crown’ ha arrasado en los Globos de Oro, como era de prever. Ha sido la mejor serie dramática, con el mejor actor, la mejor actriz, la mejor actriz de reparto… Ya os recomendamos la serie cuando comenzaba hace 5 años, pero desde entonces la ficción en torno a la monarquía británica no ha dejado de crecer en popularidad y en lo artístico, a medida que continuaba repasando las décadas de los 60, los 70 y finalmente los 80. Seas monárquico o no, te interese quién es esa señora de casi 95 años que es jefa de estado de Canadá y Australia, entre otros territorios entregadísimos a la cultura pop anglosajona, la producción de Netflix se merece todo lo bueno que le pase. Y no solo por su dirección artística de 20 sobre 10.
La serie de Peter Morgan, que ya había sido el guionista de ‘The Queen‘, nos presentó en principio a una joven Isabel II llegando a la corona un tanto por accidente, tras la abdicación por amor de su tío Eduardo. Y si en aquellas dos primeras temporadas, la encantadora actriz Claire Foy nos hacía pensar en Isabel II como en una suerte de estrella del pop cuqui con el gracejo de una Katy Perry o una Zooey Deschanel; el asunto ha tornado más realista con la incorporación de Olivia Colman haciendo de reina en una edad más madura. Ha habido críticas desde palacio porque Colman ha ofrecido una representación «rancia» de la gran monarca, pero sin duda cuando al menos existe cierto parecido con la realidad es cuando el público puede empatizar con algunos de los aciertos y errores históricos de una Casa Real.
Infinidad de noticias y análisis sobre ‘The Crown’ tratan de averiguar qué opinan los Windsor sobre la serie. Y parece que les enfada la imagen de mujeriego que se ofrece en la segunda temporada del Duque de Edimburgo o la debilidad que se muestra de Carlos hacia Camila y hacia la vida en general. Sin embargo, la serie funciona increíblemente bien como vehículo propagandístico. La princesa Margarita es dibujada como una revolucionaria, prácticamente una estrella del pop en la reproducción de esta polémica instantánea con los hombros al desnudo. Una mujer enganchada al alcohol, a los hombres jóvenes y a la fiesta, que además consigue una cantidad ingente de pasta en una reunión con el presidente Johnson montando uno de sus numeritos de karaoke y baile. Más punk que el punk que aguardaba. Una de los nuestros.
El príncipe-para-siempre Carlos es retratado como un niño pusilánime que decepciona a su padre: lo que ven nuestros ojos es una víctima más de la peor masculinidad tóxica, que explica esa imagen de flojo que tuvo siempre, y que ahora interpretamos como injusta. Es un chico sensible. Y su padre Felipe es un superviviente y luchador, que no era nazi como su hermana, un galanzote de joven en la interpretación de Matt Smith, y un hombre con un montón de aristas de mayor en la estupenda interpretación de Tobias Menzies. Este consigue que resulte un baboso para los «haters», y un hombre de mesura, sabio y respetuoso para los monárquicos al mismo tiempo.
‘The Crown’ repasará la historia de Reino Unido desde los años 40 hasta finales de los años 90 a lo largo de 6 temporadas, de las cuales faltan 2. Algunos episodios son por todos recordados, como la boda de Lady Di (alucinante el trabajo de Emma Corrin) y el príncipe Carlos, pero otros son prácticamente desconocidos para la audiencia española. Así, la serie deja a menudo estupefacto con momentos gloriosos, como la gira de Lady Di por Australia en la que se aprecia su calidad de reina de los escenarios; emocionantes, como aquel día en que la reina de Inglaterra se negó a viajar a un pueblo minero donde habían muerto sepultados más de 100 niños, pero tuvo que ceder; desconcertantes, como aquel en que un ciudadano se coló en el Palacio de Buckingham y llegó hasta la cama de la reina; curiosos, como esa pelea de gatas entre Jackie Kennedy e Isabel, reproducida vestido a vestido; o divertidos, como ese gag recurrente en el que se bromea sobre a cuántos primeros ministros puede sobrevivir esta reina. El modo en que se decide retratar a Churchill como un Dios, a Eden como un mindundi y a Margaret Thatcher (irreconocible Gillian Anderson, la agente «Scully» de ‘Expediente X’) como una persona completamente inestable da para varios reportajes aparte, que de hecho se han publicado, incluso mediante listas con imprecisiones y faltas a la verdad.
Pero da igual: la verdad está ahí fuera para el que la quiera buscar. Ficcionada a un 50 o a un 90%, ‘The Crown’ acerca a la audiencia varios capítulos de la historia, en ocasiones representando a la realeza como monigotes o mostrando su valía en decisiones internacionales, pero siempre planteando unas reflexiones que de otro modo la mayoría ni siquiera se habría planteado en 2021. Bien veamos a Isabel II como una mujer incapaz de valorar la importancia de un abrazo y como una absoluta inepta que no comprende que el matrimonio de Carlos y Diana no es el suyo, sino un accidente de avión en ciernes; o bien la veamos como una monarca eficiente gracias a su disciplina, rectitud y trabajo una década detrás de otra; lo seguro es que esta persona para el mundo ya no solo es la destinataria de una canción de los Sex Pistols y un disco de los Smiths. Sé de unos a los que no les vendría nada mal una serie como esta.