Música

Maria Arnal i Marcel Bagés / Clamor

45 cerebros y 1 corazón’ fue un bólido celeste que estalló en la atmósfera de esta galaxia mediana con tal fuerza que era de temer que su luz cegadora quemase toda la obra posterior de Maria Arnal i Marcel Bagés. Pero ellos no se han dejado arredrar. ‘Clamor’ es otro cuerpo celeste de gran brillo, pero de diferente cualidad, porque en la naturaleza de Arnal i Bagés no mora el estatismo o lo acomodaticio. Ya hicieron un salto descomunal en su primer disco desde sus orígenes recuperando tonadas tradicionales. El “siempre un poco más lejos” ha sido su lema.

Producido de nuevo por David Soler, este disco se cimenta, como el anterior, en la voz portentosa de Maria, el celo musical de Marcel y un nutrido grupo de colaboradores, juntos en el afán de hallar una suerte de «canción total». ‘Clamor’ es un disco más experimental que su predecesor, aunque aún sigue enraizado en la canción popular hispánica, pero de manera menos obvia. Hay poca guitarra y sí mucha investigación sonora. ‘Clamor’ se sustenta en la electrónica, los sonidos de la naturaleza y, sobre todo, en el uso de la voz como instrumento, siguiendo la estela de eminencias como Björk o Holly Herndon. No en vano, la islandesa parece el punto de partida, especialmente su obra en ‘Medúlla’ o ‘Biophilia‘. Y la norteamericana es mucho más que una influencia; es, también, colaboradora en ‘El cant de la Sibil·la’. Y, como ambas, el dúo aspira y logra conjugar la vanguardia y el riesgo con la emoción.

Emoción, pero quizás menos acción. En ‘Clamor’ llama la atención la aparente ausencia de política. ’45 cerebros…’ era un disco tremendamente combativo, construido sobre la idea de la memoria, de la de los vencidos especialmente. Aquí no hay un punto de partida tan determinante. Las letras son más elípticas, más crípticas. Arnal es la escritora de casi todo el disco, y el planteamiento parte de sus experiencias, vivencias y lecturas. Lo colectivo está, pero escondido entre su subjetividad; sus letras son alegatos naturalistas, hablan de ecología o feminismo, pero sus proclamas son poéticas antes que discursivas.

‘Clamor’ sí que se abre, por eso, con un esplendor similar a su primer álbum. ‘Milagro’ hace la función que en su día realizó ‘Canción total’, como puerta de entrada mágica y arrebatada al universo del disco, pero con una visión menos cáustica. Porque en ‘Milagro’ hay emoción y compasión. «Que la vulnerabilidad me haga más libre, más justa», canta Maria y nos remite a Violeta Parra, a quien se vincula por el uso de décimas

, que solía usar la chilena. La vocación por la canción popular no se extingue aquí: aunque piezas originales, la tradición está bien presente en ‘Ventura‘, su «canto de lavanderas», en palabras de Arnal; ‘Tras de ti’, pura copla o ‘Jaque’ (con Kronos Quartet). La única adaptación de un canto tradicional es ‘El cant de la Sibil·la’, una obra litúrgica medieval que se canta en la Misa del Gallo sobre todo en Mallorca, y que deviene hechizo místico y vocal gracias a la producción de Holly Herndon.

Pero en ‘Clamor’ también hay estrellas fugaces que son puro pop. ‘Fiera de mí‘, el primer single, es una de las piezas donde se juega más con las voces. Juguetona y luminosa, hace sorna con la idea de animalidad como reacción ante una humanidad paradójicamente deshumanizada. ‘Meteorit ferit’ contiene un delicioso guiño a los últimos Manel, tanto en la forma de la canción y en la manera de cantar de Maria, que parece imitar a Guillem Gisbert. Pero el fulgor es máximo en un tramo final portentoso, en que vuelve a relucir la influencia de Björk, pero la imperial, la de ‘Post’ u ‘Homogenic’. Está el reverso a ‘Tú que vienes a rondarme‘, que es ‘El gran silencio’. Si ‘Tú que vienes…» era, en palabras de Maria, una canción de cortejo sobre la base de la sonda Voyager, Arnal i Bagés tiran otra vez de las referencias espaciales, pero esta vez para narrar la desaparición implacable de la diversidad biológica. Lo que en ‘Tú que vienes…’ era gozosa celebración, en ‘El gran silencio’ es ansiedad, a pesar de su belleza evanescente. Este final cósmico se remata en ‘Hiperutopia’, un guiño a ‘Hyperballad’ de Björk, electrónica sensual y mágica, con la voz de Maria arrebatada murmurando: «totes les coses que no sé com explicar», perfecto resumen del disco que nos deja flotando en el espacio exterior.

’45 cerebros y 1 corazón’ fue un disco grande e irrepetible y ya hace mucho que dejó de ser de Arnal y Bagés para instalarse en el imaginario colectivo; es nuestro, de la gente. Y está bien que así sea y así se quede. Pero ‘Clamor’ es mucho más que «el segundo disco». Es una obra que apela tanto a lo visceral como a lo intelectual y que cuesta mucho, mucho de abarcar en sus múltiples facetas, dados su derroche musical y lírico. Arnal i Bagés han confirmado de manera contundente que ellos también son mucho más que su primer largo.

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Publicado por
Mireia Pería