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Las dos pegas de ‘Sky Rojo’, la ágil y ultra pop nueva serie de Netflix

Fotos: Tamara Arranz

65 millones de hogares de todo el mundo empezaron la cuarta temporada de ‘La casa de papel‘. 24 millones de hogares habían visto los 8 episodios de la tercera en los primeros 7 días. La serie española por antonomasia tiene una tasa de abandono ridícula. Mientras por aquí le buscábamos algún que otro pero, para aupar por ejemplo la alemana ‘Dark’, el fenómeno continuaba creciendo llegando a triunfar en los Emmy Internacionales y asentándose en la cultura popular en todos los sentidos. Sus uniformes y caretas son un emblema. Bad Bunny, Rayden, Sen Senra… ya se ha perdido la cuenta de las canciones que referencian la serie o a sus personajes.

A falta de que llegue su 5ª y última temporada, sus creadores se han entretenido con una nueva serie para Netflix que se ha estrenado esta misma semana, aspirando a alcanzar una décima parte del impacto de ‘La casa de papel’. Lo primero que hay que elogiar es que, aunque hay ciertos parecidos estéticos y narrativos (esa voz en off), el intento es muy distinto y diferenciable. Sin duda, ‘Sky Rojo’ es una serie que no se entendería sin el éxito de ‘Vis a vis’ y ‘La casa de papel’, pero incluso desde el punto de vista estructural, el resultado es bastante diferente.

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Esta primera temporada de ‘Sky Rojo’ (la segunda llegará el 23 de julio) consta tan sólo de 8 episodios de 25 minutos de duración. Y hay alguno que sin los créditos finales se queda en 20. Estrenada estratégicamente en el Puente de San José y muy poquito antes de Semana Santa, la idea es que se devore en un fin de semana y, de tan ágil, es muy fácil de hecho consumirla de una sola sentada: está estructurada a golpe de cliffhanger. Sin embargo, lejos de irritar con esos viejos trucos, es bastante divertida.

Situada en un prostíbulo llamado Las Novias, nos cuenta la historia de tres víctimas de trata (Verónica Sánchez, Lali Espósito, Yany Prado) que escapan del burdel tras una accidentada noche, siendo perseguidas por su proxeneta (Asier Etxeandia) y sus dos ayudantes (Miguel Ángel Silvestre y Enric Auquer, muy querido por su papelazo en ‘Vida perfecta‘). Llaman la atención, además de las escenas de acción, las intenciones cómicas y poperas: ya no es que la serie comience con un hit rockero de Primal Scream, suene una versión perdida de Amy Winehouse, así como canciones de Bambino, Lou Reed o Eels. Hay playlist oficial con la música de ‘Sky Rojo’, como siempre, y estamos acostumbrados a esos trucos. Pero mientras en otras producciones como ‘Élite’ es difícil imaginar a según qué personajes escuchando a James Blake, en esta serie el uso es mucho más adecuado. Cuando los personajes tienen que hablar de música lo hacen de Hombres G, y después, cierto tipo de canciones se utilizan para acentuar lo dramático o lo humorístico, sin que resulte tan forzado. A los creadores les debe de gustar de verdad esta música y saben transmitirlo: no creo que ‘Duele’ de Bomba Estéreo vuelva a ser lo mismo tras salir en cierta escena; y el final de ese capítulo en el que suena ‘Atomic’ de Blondie es, como busca, apoteósico y delirante.

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Sumando una fotografía a cargo de Migue Amoedo, muy tarantinesca y próxima a ‘Kill Bill’ (o sea, ideal para aquellos que tenemos el vídeo de ‘Telephone’ de Lady Gaga y Beyoncé en un pedestal), ‘Sky Rojo’ es por momentos bastante próxima a ‘Spring Breakers‘. Una serie protagonizada por unas mujeres capaces de liarse a tiros y en la escena siguiente tomarse un cóctel en bikini en una piscina, que tiene más sentido si cabe en la era #MeToo, movimiento referenciado en uno de los capítulos finales. ¿Serie de culto? Solo un par de cosas se cruzan en su camino:

La falta de riesgo extremo

‘Sky Rojo’ es ahijada de series como ‘Prison Break’, ‘Breaking Bad’, ‘Orange Is the New Black’… además de las dos citadas referencias nacionales. En ese sentido y ya que su público objetivo no es el familiar, no es muy atrevida en lo gore: en un par de momentos se queda demasiado a las puertas de dar verdadera cosica, a diferencia de lo visto en años pasados en otras producciones. ¿A que nadie ha olvidado la castración de ‘Vis a vis’? Aprovechando que por su temática, su público potencial es bastante más minoritario que el del atraco a un banco, se hubiera agradecido más sangre, más humor negro, más de todo.

El enfoque «feminista»

En segundo lugar y más importante, las protagonistas Coral (Verónica Sánchez), Wendy (Lali Espósito) y Gina (Yany Prado) llegan a la prostitución por problemas relacionados con la violencia de género, la inmigración o la pobreza. Una es además lesbiana. Los creadores de ‘Sky Rojo’ afirman haberse documentado para no «resultar frívolos», pero el guión es muy parco y hueco en contenido social. Cuando las protagonistas hablan entre sí de empoderamiento y sororidad las frases tienen mucha menos fuerza que el discurso del proxeneta Asier Etxeandia («la polla es la que mueve el mundo»). El guión parece escrito de hecho eminentemente por hombres, si bien se da la circunstancia de que una de los dos creadores de la serie es mujer (Esther Martínez Lobato), y también hay una guionista femenina (Mercedes Rodrigo) entre un arsenal de hombres (hasta 5).

El caso es que esa mayoría masculina se nota demasiado. Sonoras han sido las palabras de la crítica de cultura de El Periódico Beatriz Martínez, a las que se han sumado otros periodistas, como recoge Fotogramas: «es injustificable de ninguna manera. A nivel moral es vomitiva, su discurso es deplorable y su forma de plasmarlo da vergüenza ajena. Ficción inmunda y misógina que provoca arcadas pretendiendo molar y solo da mucho ASCO». En su afán pop y con referentes tipo Russ Meyer, la serie se ha olvidado un poquito de que hoy ya no estamos en los 60. Estamos en otros tiempos en los que los proxenetas dan asco y no esto:

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<em>Fotos: Tamara Arranz</em>Las dos pegas de 'Sky Rojo', la ágil y ultra pop nueva serie de Netflix