A Genesis Owusu le cambió la vida descubrir a Pharrell Williams y a Kanye West. Emigrado a Australia desde Ghana cuando tenía 2 años, los únicos referentes negros que conocía en Canberra según su propio relato eran 50 Cent y Eddie Murphy. El sino que parecía aguardar a Kofi Owusu-Ansah -su verdadero nombre- si quería ser artista era convertirse «en un cómico o en un duro gangster»… hasta que descubrió ‘My Beautiful Dark Twisted Fantasy‘, que no fue precisamente el primer hito de Kanye West como todos sabemos, pero sí su gran obra maestra y sobre todo la que llegó al mercado cuando el pequeño Kofi tenía 12 años.
Kanye West, en 2010 en el mejor momento de su carrera, ofrecía en aquel álbum una seductora amalgama de todo lo que había venido practicando a lo largo de sus álbumes anteriores: samples de clásicos conocidos y desconocidos, beats sacados del futuro, voces distorsionadas, canciones más grandes que la vida… El rapero y productor llevaba tiempo acercando el hip hop a todos aquellos que no se habían asomado por el género, con una transversalidad que no siempre se ve en los artistas, vengan de donde vengan. Más en la estela artística de Outkast y Prince (bromeó en The Guardian sobre ser el «Prince australiano de 2020»), Genesis Owusu ha tomado buena nota sobre todo de la diversidad de Kanye en un álbum en el que no teme a ningún género.
Él comenzó haciendo funk, pero ahora dice que sus producciones primigenias asociables a ese género las hizo en «dos semanas», por lo que no podemos encasillarle en eso. En ‘Smiling With No Teeth’ hay soul, R&B, electro, stadium rock, algo de indie, algo de trip-hop, algo de grime en relación a la conexión cultural entre Reino Unido y Australia… Cada una de sus 15 canciones es una aventura diferente, ideada siempre con su banda: Andrew Klippel del grupo noventero Euphoria, Michael Di Francesco de los olvidados Van She y Kirin J. Callinan de la banda Mercy Arms, principalmente. Ellos mismos son los autores y productores de todo el álbum con la salvedad de dos temas, ‘Easy’, co-producido por Harvey Sutherland, y ‘Black Dogs’, co-producido por Matt Corby, que además no están entre los cortes más relevantes de este álbum.
Ajenos a los imperativos del mercado, sin featurings ni ritmos trap ni canciones pensadas para el TikTok, han desarrollado un trabajo muy de banda que hace pensar en grupos tan versátiles como TV On the Radio. Dave Sitek bien podría haber sido el responsable de esta genialidad en la que lo mismo cabe un hit llenaestadios como escrito por el Bruce Springsteen de los años 80 (‘Drown’) que el medio tiempo de falsetes R&B (‘Gold Chains’) que la tradición y la modernidad exprimidas en el mismo corte (‘Centrefold’). Los recursos son tan ricos e inesperados como los de ‘Waitin’ on Ya’, una pista en la que, sin abrasar al oyente, pasamos de escuchar voces robotizadas a lo Daft Punk a punteos post-punk en la onda de Siouxsie and the Banshees, un sensual teclado jazzy (es muy fan de Miles Davis), un tarareo daba-daba que es puro 60’s… Genesis Owusu quería que su disco sonara sexy y este es uno de los ejemplos, aunque el álbum es más bien un musical guionizado, una pequeña película a lo Janelle Monáe
que el artista se ha montado en la cabeza para salir de la depresión que nos hace tomar «pastillas como M&M’s», y para criticar el racismo de nuestra sociedad.‘Smiling With No Teeth’ utiliza la imaginería de un «perro negro» como metáfora del mal: ya en la primera canción ‘On the Move!’ esos perros se agitan, amenazantes. Ese mal puede verse representado por la represión policial para la población negra, y también por el propio mal en nuestro interior. «No encuentro la luz en mi interior / yo soy el perro más negro también», dice este mismo tema, mientras el siguiente, el single ‘The Other Black Dog’, cuestiona «quién es la mascota y quién el profesor». Con un lenguaje mucho más sencillo que el de su otro ídolo Kendrick Lamar, Owusu-Ansah va narrando su historia, que él mismo ha dividido en tres actos.
El primer acto abarca hasta la mitad del álbum, con canciones relativamente luminosas y fieras en las que proclama su independiencia, haciendo una llamada a la acción contra los lugares, personas y espacios tóxicos (‘Don’t Need You‘). El tema titular, situado justo en la mitad, supone una transición hacia el segundo acto, reflexionando sobre nuestra incapacidad para ser felices («todo el mundo quiere un verano, sin aguantar la lluvia / todo el mundo quiere el sentimiento, sin acariciar la tristeza»). Y a continuación el segundo acto pretende evitar edulcorar los males del mundo, a lo largo de una serie de canciones más oscuras, desde esa ‘I Don’t See Colour’ que parece influida por Tricky. Finalmente, el tercer acto se compone de las tres últimas grabaciones, en las que merece la pena detenerse, a su vez.
Tanto ‘A Song About Fishing’ como ‘No Looking Back’ son canciones de ánimo para tratar de salir adelante, amables, reminiscentes del soul más apto para todos los públicos. Genesis Owusu nos habla de cómo se levanta cada día dispuesto a seguir luchando, a perdonar, a ver el mundo de otra manera… y ese iba a ser el final del álbum hasta que el artista se dio cuenta de que estaba pintando un escenario hollywoodiense, almibarado, puro «fake». Es entonces cuando decidió apostillar una canción más tenebrosa como final, ‘Bye Bye’. De esta manera, el álbum ‘Smiling With No Teeth’, un título que nos recuerda la inseguridad que se esconde en ocultar tus propios dientes al sonreír, es una fotografía del pasado de una comunidad, con un nudo que habla del presente y un desenlace que quiere mirar al futuro con optimismo, pero que prefiere ser consciente de que tal futuro esperanzador no ha llegado todavía.
‘Smiling with No Teeth’ habla de pasar de los «Grammy» porque lo que necesitamos es un «Oscar», porque nos hemos convertido sin querer en «los mejores actores que el mundo jamás vio». Un enfoque interesante el de este álbum teatral, pero cuyos encantos relucen al margen de narrativas y coartadas conceptuales.