Parte de la redacción evalúa el segundo avance del próximo disco de Miss Caffeina. El primero fue ‘Punto muerto’ con Ana Torroja.
A favor de ‘Me voy’
«Max Dingel, que ha trabajado con Goldfrapp y James, es el productor habitual de Miss Caffeina. En ‘Me voy’ por fin ofrece una producción a la altura de las ambiciones de la banda situada en Madrid: lo mejor de ‘Merlí’ era la melodía y el concepto de canción de Sergio Sastre, lo mejor de ‘Reina’ la melodía y la letra de Alberto Jiménez. En ‘Me voy’, en cambio, es la producción lo que reluce.
Si la letra “se aleja de la fama, de la popularidad, el aplauso ajeno y el cariño del público” porque “son cosas muy disfrutables pero no la única fuente de felicidad y autorrealización”, la canción decide empezar medio experimental y deslavazada, desinteresada por el público que ha hecho de ‘Mira cómo vuelo’ un single multiplatino.
Curiosamente, es a partir de que la canción se libera y echa a andar, que la producción escoge un beat nada menos que reggaetón. Tras el irregular intento al respecto de sus amigos de Varry Brava, Miss Caffeina salen un poco más airosos por el camino de la deconstrucción, en un tema tan brevísimo como los reggaetones de éxito, que supone otro himno de liberación del grupo, sí, pero uno muy distinto, e igual de bien solucionado”. Sebas E. Alonso
.En contra de ‘Me voy’
«Zahara ha dicho que ha sido «yonki del cariño ajeno» y de eso habla el nuevo single de Miss Caffeina. Alberto Jiménez explica que ha tenido que darse cuenta de que los aplausos del público están muy bien, pero que no lo son todo en esta vida. Típica reflexión de quien ha vivido la gloria pero se ha dado cuenta de que necesita pisar tierra. Muy loable, pero ¿ahora que el grupo es número 1 canta que «hay mucho más detrás de una cuenta repleta de ceros» y que «esta competencia inventada (le) importa bien poco»? Por lo menos, el grupo sí es congruente en cuanto al sonido de la canción, porque entre lo sobrecargada que suena la producción y ese ritmo de reggaetón que se cuela de vez en cuando un poco sin venir a cuento, muy comercial no resulta». Jordi Bardají