‘No te puto pilles‘ es una de las mejores canciones que jamás se han escuchado sobre micromachismos y las posturas mitad arrogantes mitad papanatas más lamentables asumidas por un tío en una relación heterosexual. Entonado con toda la ironía del mundo, el estribillo «podemos follar, pero no te puto pilles» se transformó en el gran grito de guerra de Pantocrator, llevando al grupo barcelonés a las listas de lo mejor de 2020. La composición estaba incluida en ‘La masacre de Putis’, el segundo EP del proyecto liderado por Marta Delmont (bajo y voz) y Marina Correa (teclados). El recién editado ‘El chungo colectivo’ es el tercero, mereciendo también una mención el primero ‘Villacapullos’ (2019), pues es donde estaba otro de sus hits, ‘El ministerio de las básicas’, con mención a Tinder; e igualmente su tema suelto ‘Putas de internet’ (2020).
Apegados al powerpop y al sonido garajero, la gracia de Pantocrator continúa siendo directamente proporcional a lo ácidos que se atrevan a ser sus textos. Costumbristas, mordaces y afilados, se dedican a retratar la sociedad del siglo XXI con algún lugar para la autoparodia, y en ese sentido ‘El chungo colectivo’ es el más completo de sus lanzamientos hasta la fecha. Comenzamos con ‘El gobierno de China‘, otra de sus grandes canciones, en la que la política, el control y la censura sirven como metáfora para hablar de un amor posesivo: «prohibiré las canciones que escuchabas con tu ex / cada vez te alejes, geolocalizaré dónde vas y con quién». En la misma línea, también es genial ‘Policía moral’, sobre la policía del Twitter y la cultura de la cancelación: Marta Delmont poniéndose en la piel de alguien que hizo «un curso de juez» en dicha social y ahora se ve en disposición de juzgar a los demás. El desenlace de la canción, con una persona «cancelada» en prisión y la proclama «todo el mundo sabe que solo los traperos pueden decir “puta”. Haber estudiao «, es tronchante.
De lo más entretenido en sus 9 minutos de duración, de lo más enriquecedores ciertamente, ‘El chungo colectivo’ se completa con una canción llamada ‘El opio del pueblo’, que reflexiona sobre la absoluta sobreinformación de arte y política que vivimos en nuestro tiempo (también va sobre el postureo), dejando un estribillo que va a ser muy coreado en sus conciertos: «me sangran las orejas de tanto reggaetón». Y finalmente, ‘Réquiem (la muerte del sonido Carmel)’ supone su canción más experimental. Un riff un tanto Pixies se alterna con lo que parece un clavecín para reflexionar sobre la muerte «del sonido Carmel», literalmente algo que Xiri Romaní, uno de los dos músicos de Pantocrator (el otro es Robert Busquet) «se inventó para salir en las revistas». Con invento y todo, se ha visto bastante menos substancia en muchísimos discos que duran 5 veces más.