Una de las cosas que más habitualmente hace la crítica es valorar negativamente discos que suenan destartalados o demasiado deudores de sus influencias. Wolf Alice nunca han tenido ese problema. A ellos les encanta explorar multitud de estilos en sus discos pero consiguen que todos ellos suenen coherentes y totales gracias a su intuición y a la labor de los productores con los que trabajan, pero sobre todo a la calidad de sus canciones. ‘Blue Weekend’, su tercer disco, vuelve a ser un magnífico ejemplo de ello.
Muy esperado después de que Wolf Alice ganaran merecidamente el Mercury Prize en 2018 por su segundo trabajo ‘Visions of a Life’, ‘Blue Weekend’ es uno de esos discos que son “demasiado poperos para los fans del rock” y «demasiado rockeros para los fans del pop” pero que son mejores precisamente por eso mismo. En comparación con el álbum anterior, las canciones son más robustas, dramáticas y expansivas, la producción de Markus Dravs es más evocadora, luminosa y atmosférica y las canciones vuelven a ser muy diferentes entre sí, sin que la coherencia de la obra se resienta en absoluto.
Que Wolf Alice es una de esas bandas que saben digerir sus influencias es obvio desde el primer disco, pero en ‘Blue Weekend’ lo es más todavía. Es lo que tiene que Ellie Roswell sea una vocalista con estrella, extraordinaria, y que el grupo solo sepa componer canciones sólidas. Pero también tiene mucho que ver que varias de las pistas miren bastante atrás en el tiempo. Si ‘Delicious Things’ habla de no encajar en Los Ángeles, tiene sentido que su estribillo busque tocar el sol con los dedos como los de Fleetwood Mac, pese a que instrumentalmente la canción apunta más bien al dream-pop sesentero de Beach House.
Este tipo de melodías armonizadas y grabadas en capas asoman en otros cortes como ‘Lipstick on a Glass’ o ‘Safe from Heartbreak (If I never fall in love’), pero a su vez estas canciones no pueden ser más diferentes entre sí: la primera empieza con unos punteos de guitarra eléctrica que apuntan al rock alternativo de los años 90, pero luego se va por derroteros más místicos, casi góticos, con una Ellie que nos habla sobre una relación tóxica con la que se entretiene porque no encuentra nada mejor, y que suena entregadísima en una actuación vocal medio operística a lo Kate Bush; y la segunda es una preciosa balada folk en la que la artista desnuda su vulnerabilidad sin desahogos guitarreros de por medio.
Luego está el primer single ‘The Last Man on Earth‘, una balada setentera espectacular que critica el egocentrismo de una persona que desea leer «líneas y líneas» sobre sí mismo en todos los libros que se encuentra y que mejora dentro del contexto del disco. Y ahí reside el mayor problema de ‘Blue Weekend’: a Wolf Alice no parecen haberles salido esta vez singles históricos como ‘Bros’ o ‘Don’t Delete the Kisses’ que no pueden estar más claros en una primera escucha. En su lugar han hecho una serie de fantásticas canciones que funcionan mejor en conjunto que por separado, un poco lo mismo que sucedía con el último disco de Haim, que también es el tercero. Por ejemplo, el single ‘Smile‘ es ultra-potente y motivador como un hit de Garbage sin acercarse a ningún hit de estos, aunque su mensaje contra el patriarcado es empoderador; ¿y alguien es capaz de ver un single como tal en la acústica ‘No Hard Feelings’, que aparte de mencionar ‘Love is a Losing Game’ de Amy Winehouse es bonita pero ya?
Al final toca buscar otras sorpresas de ‘Blue Weekend’ en otras partes. Por ejemplo, algunas transición entre canciones es para frotarse los ojos. ‘How Can I Make It OK?’, que habla sobre la necesidad fundamental de cualquier ser humano, la de ser feliz, es la canción más ochentera jamás publicada por Wolf Alice, pero en lugar de irse a una discoteca nos lleva a las melodías instrumentales más serenas y «cheesy» de un Phil Collins; y la pista siguiente, curiosamente titulada ‘Play the Greatest Hits’, es un balazo 100% punk que no tiene nada que ver con la anterior. ‘Blue Weekend’ prospera en estos saltos de estilo imposibles a través de canciones muy buenas que nunca destacan demasiado por encima de las otras.
Pero entre estas composiciones también es posible toparse con «growers» como la sensual ‘Feeling Myself’ que pasan desapercibidas en un principio pero luego te ganan gracias a una melodía escalofriante en la que no habías reparado. Los detalles de producción de Markus Dravs hacen mucho, pero el carisma de Ellie Roswell y su capacidad para elevar cualquier género lo supera con creces. Y entre esto y que Wolf Alice enmarcan el álbum con dos canciones llamadas ‘The Beach’ de grandes crescendos y épicas shoegaze, queda claro que ‘Blue Weekend’ es uno de esos trabajos que se acercan a ser redondos sin necesidad de contener singles capaces de cargar con todo el álbum a sus espaldas.