Me cito con Miren Iza, «Tulsa», en el Café Pavón, un sitio muy de moda, al menos antes de la pandemia –yo ya no sé casi nada de Madrid-, que siempre he odiado para realizar entrevistas por su espantosa acústica. Logré en su momento engañar a Vicente Navarro para irnos a otro lugar, pero esta vez ha habido un malentendido con la hora a la que hemos quedado y no me atrevo a sugerirlo apenas. Es difícil entender algunas frases y sé que la transcripción será un calvario que retrasaré semanas, pero es realmente la conversación que más he disfrutado con la artista. Siempre tuvo cosas interesantes que decir, desde su espléndido debut, pero esta vez, además, me río mucho.
Tulsa ha estado a punto de tirar la toalla en la industria musical aunque casi nadie se haya enterado. Me encantaría decir que ‘Ese éxtasis’ es una resurrección como un piano y el álbum en el que definitivamente aclamarán las masas, pero hay cierto componente esquivo en su ejecución. Una vez más. Hablo sobre todo ello con Miren, psiquiatra «en la vida real», artista en esa fantasía de industria musical que estamos viviendo en los últimos tiempos. Os recordamos que tras singles como ‘Autorretrato’, una de las mejores canciones de 2020 para JENESAISPOP, ‘Ese éxtasis‘ es ahora nuestro «Disco de la Semana».
Este disco empieza con ‘Autorretrato’, una canción que da para una entrevista entera. ¿Es real o hay cosas ficcionadas?
Es un juego, algunas cosas no son enteramente ciertas. Como cualquier autorretrato, abre la puerta a la ficción. Es un ejercicio literario llevado a una canción: yo quería ir metiendo cosas muy prosaicas, banales y cotidianas… que te preparan para el punto emocional.
Hablas de tus hermanos y dices «ellos ya saben cómo soy». Independientemente de que tengas hermanos o no, sí has buscado cosas con que la gente empatice…
La experiencia más personal es la más universal. Un hermano te ha visto en tus momentos altos y bajos y conoce todas tus miserias, porque dentro del seno familiar se movilizan cosas que en otros ámbitos no ocurre. Pero si no tienes hermanos, también te puedes identificar. En el vídeo salen mis amigas en bici, y pensé que podría haber dicho «mis hermanas», porque también tengo hermanas de otro tipo.
Has dicho que todo autorretrato tiene algo que no es verdad. ¿Y eso?
Ese intento de fidelidad a la realidad es tramposo, siempre es una fantasía. Nos gusta que sea fiel y que la gente se ciña a la verdad… ¿pero qué coño es eso de la verdad? El libro de Edouard Levé (que inspira el tema, ‘Autorretrato’) habla de política, de amores, de cómo se viste… pero te cuela cosas y te va haciendo una idea fragmentada de una persona. Piensas que es buena persona, piensas que es un tío guapo, aunque no habla de cómo es… ¿Pero qué más da si es así o no? Al final importa lo que yo recibo. Ni siquiera lo que el autor quiere transmitir. Sino la idea que yo me hago con esos fragmentos que me da.
Me gusta la actitud de hacerle frente a la muerte con alegría, con fuerza, con desdén
Dices que no tienes miedo a la muerte, que no sé si será verdad o no, pero al menos te lo planteas.
Es una especie de reacción a ese miedo. Me gusta la actitud de hacerle frente a la muerte, incluso con alegría, con fuerza, con desdén, como diciendo: «¡ven aquí!». Me hace gracia como ejercicio de imaginación. Obviamente me da miedo la muerte, no mucho la mía, creo. Me da mucho miedo la muerte de los demás. Sobre la mía, no soy una persona aprensiva. Si me monto en un avión, pienso en la muerte y me duermo. No soy temerosa. No voy por la vida con muchísima precaución. Soy bastante kamikaze en general, como se ve al principio de esta letra. Me gusta el punto de heroína: «¿dónde está la muerte? ¡Ven aquí que yo te espero!».
Pero de repente, hay un punto en el que esto se transforma en una canción de amor…
Esto que te digo igual no lo crees. Pero muchas veces me acusan -y digo «acusan» de acusación crónica- de que mis canciones van de amor, y muchas veces van para mí misma. Hay una aceptación de que yo soy una compañía para mí misma. Juego con mi pareja, con alguien que está cerca… pero hay algo de un diálogo mío, no hay nadie interpelando.
Lo he pensado pero no cuela en este caso, porque dices que no te da miedo tu muerte, sino la de otra persona. Dices: «Me da miedo perderte».
Eso ya no es la muerte, es me da miedo que te vayas. Pero bueno, qué más da, si para ti es otra cosa… Eso es lo importante (risas)
Las canciones, el cine, la literatura… están aquí para corregir el mundo
Me gusta mucho también lo de «No me importa que me engañen». Aunque no me identifico, igual sí que está un poco sobrevalorada la verdad.
A mí tampoco me gusta que me engañen (risas) Has dado con una gran mentira en la canción. Lo que pasa es que me gustaría que fuera así. Entonces, ¿por qué no lo voy a poner en una canción? Si estamos para corregir el mundo con las canciones, el cine, la literatura…
Y finalmente, respecto a esta canción, te pregunto por la frase «No creo en los festivales»…
Esta es verdad. Los festivales en su origen son una cosa muy apetecible, bien pensada, un sitio donde se encuentran los grupos con el público… pero algunos se han convertido en algo obsceno. Me parece que nos utilizan para vender cerveza, nos tratan como a ganado tanto a los grupos pequeños y medianos como al público. Cuando he ido como asistente, me he sentido fatal. Y cuando he ido a tocar, muchas veces también. Me programan a malas horas, con un tiempo muy estricto, casi echándome del escenario, pagan poco… Cuando he vuelto a casa me he sentido como si me hubieran dado una paliza. Creo que nos estamos equivocando. Yo creo que lo sabe todo el mundo. Hay festivales como el Vida, que dices: «qué bien». Pero son pequeñitos, entroncan con la idea de compartir, que vayan varias generaciones… Pero un macrofestival con colas, los baños, el transporte… Es una broma. Y se está cargando un tejido que no sé si se va a recuperar, y menos después de esta pandemia.
Nos estamos equivocando con los festivales, yo creo que lo sabe todo el mundo
¿Cómo te gustaría que fuera la industria en ese sentido?
Que fuera más respetuosa sobre todo con el público, el gran maltratado. Lo digo sobre todo por cuando he ido de público. Me he preguntado cómo aguanta esto la gente, qué paciencia tienen que tener y qué entrega y qué amor a la música o qué ganas de fiesta. Porque la experiencia podría ser muchísimo más agradable.
Hay una serie de festivales que cuidan un poco más estas cosas, con un público muy pequeño. Pero mi sensación es que la industria no funcionaría sin esos macrofestivales con decenas de miles de personas de público casual pagando por esa experiencia.
Esa es la trampa que quieren que pensemos todos. En todo el capitalismo pasa eso: «o es todo o es nada, elegid». No, no, perdona: siempre hay un modelo alternativo, hacer cosas más pequeñas, más manejables. Y esos cachés tan desorbitados para los grupos grandes, que encima te priva de verlos en sala… Todos lo sabemos. Yo veo Angel Olsen en la Sala But y lloro, y me transforma la vida. La veo, no sé, en Benicàssim y me lo paso bien porque estoy con amigos, pero no es igual.
Los grupos tenemos esta cosa de estar en festivales porque si no, no existes. Y cuando vas, te ponen de cualquier manera, y vuelves completamente humillado
¿Dónde te gusta tocar?
Voy en muchos formatos diferentes, cada formato tiene su cosa. Me gusta una sala de 500 personas. Y cuando voy sola, como es fácil, la gente está sentada y atenta, puedo hablar con el público y me voy elevada. Con los festivales, con perdón, porque me gustaría que fuera de otra manera, porque con ‘Centauros’ fuimos a bastantes, me llevé una decepción enorme. Los grupos tenemos esta cosa de estar en festivales porque si no, no existes. Y cuando vas, te ponen de cualquier manera, y vuelves completamente humillado (risas)
Este año no has podido echarlo de menos…
Me pasó una cosa. Que iba a tocar en Tomavistas. El de septiembre se canceló, pero como había cierta presión social, lo volvieron a montar, pero ya no contaron conmigo. Dije: «a tomar por culo, lo dejo todo. No levanto cabeza». Pues no, no los echamos de menos. Creo en otro modelo. Si hay festivales, que sean de otro tipo.
El pasado otoño me dije: «a tomar por culo, lo dejo todo. No levanto cabeza». Pero ya estoy a tope
Tomavistas es más bien un festival de esos pequeñitos… No es un Mad Cool, aunque para mí sean igual de importantes.
Para mí es más importante: a Mad Cool no voy a ir nunca. Nunca le dije a Jose (de Tomavistas) lo que había pasado, porque ellos tampoco pueden estar en eso…
Tengo la sensación de que los eventos que se han hecho durante la pandemia están bien para los artistas a los que ya les iba bien…
Tomavistas es diferente, tiene otra filosofía, y la gente es de otra manera. Está pensado de otra manera. Creo yo. Me podría haber pasado con cualquiera. Me vine bastante abajo y decidí no tocar, sino esperar. Desde el sello me propusieron hacer cosas en abril, mayo… pero yo no podía más con el programar y cancelar. Tengo cosas pequeñas en verano yo sola o en dúo.
Te veo muy feliz, me estás contando unas penurias, y estás muerta de risa…
No estoy tomando antidepresivos (risas) porque podría ser. Que a veces estás con antidepresivo y estás distanciada de las cosas. Recuperé fuerzas. Me dije que no era obligatorio tocar, ni sacar el disco y me fui recuperando. Estoy contentísima: cuando el disco sale, te liberas. Y ahora ya estoy a tope.
No recuerdo verte tan contenta en ninguna entrevista. Además, el disco es oscuro…
¿Te parece?
¿Has visto la portada?
¡No…! (risas)
«Me encanta rebozarme en la oscuridad»
‘Gran fuerza domadora’ por ejemplo parece divertida, por texto, pero luego suena oscura.
Yo tiendo a lo oscuro completamente. Está en mí. Ángel Luján (productor), que me conoce mucho, está pendiente de que no gane todo el rato la batalla eso. Esta es una canción en principio de amor, de la fase inicial de un enamoramiento. Y luego se oscurece. Pero era más oscura. Ángel siempre pone luz en sitios, porque me encanta rebozarme en la oscuridad.
Pensé que Betacam estaba más implicado porque me coincide la grabación poco nítida, nada resplandeciente, con las cosas que hace en Rusos Blancos…
Opaca, más grave, menos agudos… Eso nos gusta a los dos. Me encanta que lo digas porque Betacam tocó en el disco y estaba muy inspirado. Me dijo que estaba muy contento y que se reconocía, pero yo ya llevaba trabajando 2 años con Ángel.
Un par de canciones podrían ser divertidas de otra forma, como ‘Destrucción Mutua Asegurada’, que suena un poco jamaicana…
Pero la producción te parece grave y seria…
… cuando las letras a veces me hacen reír.
Eso sí es intencionado. El contraste me gusta porque las letras no son paródicas o cómicas enteramente. No van al chiste. Son distanciadas, pero creo que para que te dé esa impresión cómica, la base tiene que ser seria y grave. Me suena a Destroyer. O a Michelle Gurevich, una rusa-canadiense, una especie de Leonard Cohen muy poco conocida, con letras con ironía donde todo es bastante oscuro y detectas que hay una sorna… Mi forma de hacer lo cómico es desde lo serio. La base no va a ser chistosa. No va a ser Harry Nilsson, ni Beatles, tipo parodia, saltarina, musical… no está para nada en mí. Cero.
‘Yo no soy Penélope’ también te hace sonreír cuando dices lo de «imbécil».
La veía muy teatral y pensé en llamar a Martirio, pero me apetecía tanto cantar eso a mí… Es muy Paquita la del Barrio. Cuando dice: «¿me estás oyendo, inútil?».
Sentirse excluido es un tema en este disco.
Sí, claro.
¿Por qué?
Porque muchas veces me siento así, que no estoy en la norma, donde debería estar. Que he perdido un tren (risas) El título es «un éxtasis alejado», un éxtasis inalcanzable que vislumbras pero nunca vas a tener. Está en ‘La Piscina’, ‘La Boda’, ‘Os oigo follar’… es lo que atraviesa todo el disco. Los caminos secundarios. Por un lado me interesa la gente de los caminos secundarios, pero también miro a la gente que va por la autopista y pienso «qué bien se debe de ir por esa pista tan cómoda» (risas)
Muchas veces siento que no estoy en la norma, donde debería estar. Que he perdido un tren
Pero tampoco es un disco conceptual…
No lo he compuesto con esa idea. A veces no sabes lo que une a todas las canciones. Para mí lo más difícil es empezarlo. A veces quieres hacer un Caetano Veloso, algo extremadamente bello y que la gente se corra de gusto. En otros, el disco tenía el motor de resolver algo en lo afectivo. En ‘Centauros’ era la mezcla, la bastardía, lo no puro…
Háblame de ‘Los volcanes avisan’, que es como una canción más comercial, pero no…
Tengo un problema con la percepción de las cosas. A mí sí me parece súper alegre, demasiado comercial, la quería quitar porque no tenía nada que ver conmigo. Ángel me decía «¡por favor, métela! ¡No sabes lo que dices!».
¿Pero por qué la querías quitar?
No la quería quitar porque fuera comercial, sino porque la veía fuera del tiesto respecto a las otras del disco. Sí que se sale un poco, pero al final me gusta. Me alegra que esté porque es un contrapunto que para mí da luz. Yo me inspiré en Robyn, no en New Order. Dije: «voy a jugar con esto». La base musical la tuve mucho antes de la grabación y lo de los volcanes lo incrusté después. A veces tienes que hacer esa labor de encajar las cosas. Entiendo lo que dices de New Order, también ‘ken’ de Destroyer podía ser una referencia.
Parece que no quieres ser comparada con algo comercial. Me hablas de Destroyer, no de New Order.
No es eso. No. Espero que no. Pero puede ser una de mis maldiciones, por eso estoy perdida en la carretera secundaria (risas)
Hay un tema sobre el dinero, ¿qué es el dinero para ti?
La canción va de cuántas vidas humanas tienen una carrera agotadora por el dinero…
¿Te gustaría ser rica? Se escribe poquísimo sobre dinero, realmente.
Me dijeron que Los Punsetes hicieron una de «necesito dinero». Si ser rica es no tener que trabajar para vivir, sí (risas) Todo el mundo debería tener una paga asegurada y poder dedicarse a trabajar si quiere o a otras cosas. Hay una esclavitud ahí que los ricos no quieren pararse a pensar. Pero los ricos tampoco duermen necesariamente tranquilos. Cuanto más dinero tienen, más gastos tienen, y más agobios. Eso me horripila también. Si soy una rica tranquila y feliz, sí.
Todo el mundo debería tener una paga asegurada y poder dedicarse a trabajar si quiere o a otras cosas
En tu vida feliz de rica, harías discos y conciertos para 500 personas…
Más que nunca. De ahí viene la canción. De que me tocó la lotería y perdí el décimo. Era una mierda, eran 100 euros. Y luego cuando te toca, es difícil de gestionar, casi todo el mundo lo pierde o lo gasta rápidamente. Seguramente haya algo de merecerlo o no merecerlo, hay todo un problema en realidad…
¿Qué significa ‘Autorretato’ dentro de este disco en general? ¿Nunca fue un punto y aparte para ti?
Lo veo un disco en general muy inspirado. Hay discos más racionales, más pensados… y hay discos que te golpean más, a golpe de inspiración. Este disco es así: tiene que ver con métodos de trabajo no estajanovistas. Tiene que ver con estar relajado. El resultado me ha sorprendido porque hay inspiración pero también trabajo para encontrar el tono perfecto, las partes… Hay dos ideas que conviven: la autodefinición, también en ‘Yo no nací así’ y ‘Yo no soy Penélope’. Y pensé en ir todo por ahí con la idea que te comentaba antes del éxtasis, de estar fuera, que también es autodefinitorio. Pero no pensé «esta canción va a dominar todas», porque el proceso no ha sido tan racional. Pero sí ocurre que en este momento de mi vida esas obsesiones están ahí.
¿Cuál es la relación del disco con la poesía?
Está hecho como trabajan los poetas. Se reivindica el trabajo pero yo soy más de inspiración. Soy capaz de distinguir fases en que estoy inspirada y las que no. Cuando estoy inspirada tengo como demencia (risas), lo reconozco como estado mental, y hay mucho de esto en este disco. Y la poesía funciona así. Mis amigos poetas siempre están así, no sé cómo van al banco (risas). Yo por suerte entro y salgo de ese estado.
Cada 3 años o cada 4, eso sí…
(risas) No funciona así. Estas canciones empezaron en 2019 y 2018, no sabría decirte. Ahora estoy entrando de nuevo. ¿Te parece poco?
Me parece que hay gente que saca disco cuando tiene que sacarlo y lo agradezco (…) Por cierto, ¿no te cansa ver a Bunbury en lo más oído de tu perfil de Spotify?
No, lo puse yo. Lo acabo de poner, estoy encantada: tengo 700.000 oyentes cuando entran a mi perfil. Él no me tenía etiquetada, la gente del sello me decía que lo pidiera porque la gente mira esas cosas. Me encanta la canción, estoy encantada. ¿Y tú no decías que todo bien con lo comercial?
Por supuesto, pero justo Bunbury con la que tiene liada…
Cuando menos popular sea algo, más lo voy a defender y a reivindicar. Parece que estamos en la era victoriana a veces. Que cada uno diga lo que quiera.