Música

Halsey / If I Can’t Have Love, I Want Power

Halsey atraviesa una etapa especialmente inspirada y tan sólo un año y medio después de ‘Manic‘, su primer gran disco y el que parecía que podía ser el mejor de su carrera, se saca de la manga otro superior. Desde que Apple Music apostó por ‘New Americana’, la que parecía su canción más emblemática, y a día de hoy por cierto ni encontramos en su top 10 en Spotify, hemos conocido a diferentes Halseys: la más pop (‘Colors‘), la que se arrima al R&B (‘Without Me’), a la EDM (‘Closer’ con The Chainsmokers supera los 2.000 millones de escuchas), a la guitarra acústica (‘You should be sad‘), etcétera. Casi todas están presentes en este nuevo álbum llamado ‘If I Can’t Have Love, I Want Power’ que, paradójicamente, sólo suena a Halsey.

Ashley Nicolette Frangipane pertenece a esa generación de artistas que evita definirse en todo sentido, y ‘If I Can’t Have Love, I Want Power’ es presentado por ella misma «como el disco que siempre quiso hacer, pero pensaba que no era lo suficientemente «cool»». En eso han tenido muchísimo que ver Trent Reznor y Atticus Ross, Nine Inch Nails. La cantante confiesa que siempre quiso hacer un pop industrial como el de la seminal banda, desde sus inicios, pero que hasta ahora no se había atrevido a dar el paso. La primera reacción de Reznor al escuchar las maquetas de estas canciones es que no necesitaban su intervención, pues le parecía que el producto estaba acabado, si bien finalmente ha decidido participar para llevarlas un poco más allá, alejándolas del sonido de las playlists de moda.

‘If I Can’t Have Love, I Want Power’ es por tanto un álbum que rehuye de modas y featurings y que ha llegado al mercado sin single de presentación. Lo que no quita que cada canción sea una aventura realmente excitante. Literalmente no adivinarás a qué suena la siguiente composición del álbum, sin que quizá por el tipo de melodías o quizá por lo que une la distintiva voz de Halsey, tengas la sensación de estar ante un pastiche.

‘The Tradition’ abre el álbum a piano, pareciendo que se puede convertir de un momento a otro en ‘Pimpf’, aquella joya instrumental sublime que había en ‘Music for the Masses’ de Depeche Mode. En el álbum cabe trip-hop y guiños al rap (‘Lilith’), rock (‘Easier than Lying’, ‘honey’), sintes ochenteros y beats drum&bass noventeros (‘Girl Is a Gun’) y folk (‘Darling’, con un Lindsey Buckingham que acude más bien en modo ‘Landslide’), entre otras cosas. La producción de Nine Inch Nails es especialmente electrizante en ‘Bells in Santa Fe’, con ese final electrónico que incluso a Björk nos remite, pero no es una opción en pleno 2021 darles el mérito que sólo se le puede conceder a Halsey. El álbum funciona tan bien porque el nivel compositivo de las canciones de base era muy alto.

‘If I Can’t Have Love, I Want Power’ se beneficia también de llegar en un momento perfecto para la multitud de estilos que presenta. En un escenario saturado hace rato de hip hop, reggaetón y temas colaborativos a la desesperada, el giro al pop-rock de Miley Cyrus o después el de Olivia Rodrigo han sido recibidos como un soplo de aire fresco. Por paradójico que pueda parecer, estamos hablando de grunge y pseudo-grunge más que en lustros, y aquí ‘You asked for this’ y ‘The Lighthouse’, cuyo desenlace no puede resultar más Garbage, saben sacar partido de ello. Parece haberlas producido Butch Vig.

Menos logrado está el objetivo de ‘If I Can’t Have Love, I Want Power’ de revelarse como un disco conceptual «sobre el embarazo y el alumbramiento», como anuncia esa portada inspirada en el Renacimiento, que quiere contraponer a «la virgen y a la puta». Atendiendo a los textos, estamos ante un álbum que sí habla sobre la feminidad y el feminismo de manera puntual («pide perdón, nunca permiso», dice por ejemplo ‘The Tradition’), pero en el que predominan más bien temas como la inseguridad, la falta de autoestima, la falta de confianza en nosotros mismos y la autodestrucción. «Me colgaré a mí misma si me das cuerda, perdí mi fe y toda esperanza», dice ‘Easier than Lying’. «Soy disruptiva, me han corrompido», anuncia ‘Lilith’. «Quiero un puño alrededor de mi garganta, quiero llorar tan fuerte que me ahogo», es otra de las frases atormentadas del álbum, en este caso de ‘You asked for this’.

El single ‘I am not a woman, I’m a god’ se recrea en su contradicción, planteando: «no soy una mujer, soy una diosa / no soy una mártir, soy un problema / no soy una leyenda, soy un fraude», poniendo sobre la mesa que el álbum habla más que nada sobre estar hecho un verdadero lío. ¿Quién no lo está en los tiempos que corren? ¿Cuándo se ha hablado tanto del síndrome del impostor como ahora? «Saboteo las cosas que más amo, me camuflo para alimentar la mentira que compongo», dice secamente ‘Whispers’.

Todo esto pasa en 42 minutos porque además de todo lo expresado, ‘If I Can’t Have Love, I Want Power’ también es un álbum conciso en el que las canciones duran una media de 3 minutos. Hacía muchos meses que no teníamos entre manos un disco de pop tan redondo y suculento, supongo que desde ‘Future Nostalgia‘. Con esta obra Halsey no podrá competir en streaming con Dua Lipa, Justin Bieber y Ariana Grande, ni siquiera con sus propios números pasados. Pero hay un momento en el desarrollo de un artista en que los números dejan de ser primordiales, en favor de cierta visión artística (el álbum se presenta junto a una película), y qué duda cabe de que la artista ha tomado aquí las mejores decisiones posibles.

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Publicado por
Sebas E. Alonso