Ni Duran Duran pueden creerse ser alguien todavía. Seguir por aquí. No lo digo yo, lo dicen ellos mismos en las entrevistas: «nunca habíamos tocado en un festival», «¡ahora la crítica no nos pega palos!» y la mejor: «si nos hubieras dicho cuando teníamos 19 años que íbamos a estar aquí en 2021, habría pensado que estabas loco o drogado».
El sueño de cualquier banda es irse regenerando y mantenerse a medida que pasan no ya los años sino las décadas, y eso es algo que nadie apostó que sucedería con el grupo de Simon LeBon en los años de ‘Rio’ y ‘Wild Boys’, cuando el éxito de Duran Duran parecía tan flor de un día -o dos- como el de los Communards o Sabrina Salerno. El grupo sobrevivió a los 90 publicando uno de sus mayores hitos, ‘Ordinary Boy’, y la pregunta es cuánto les está funcionando realmente esta nueva etapa de renovación que emprendieron en su disco de 2010 trabajando con Mark Ronson, añadiendo a Janelle Monáe y Nile Rodgers en su disco de 2015, y en este lo mismo a Giorgio Moroder, que a Tove Lo, Erol Alkan, CHAI y Graham Coxon.
Son nombres de hoy y también de ayer, en consonancia con el concepto del álbum de «traer el sonido del pasado al futuro». El germen de ‘Future Past’ es un homenaje a David Bowie en el que tuvieron que versionar ‘Five Years’ y es de ahí que viene su idea, no tan diferente de la que ha predominado en los dos álbumes inmediatamente anteriores. De todos los nombres contactados, el principal es Erol Alkan, pues ha producido la mayoría de los temas y además les ha presentado a Graham Coxon, más que nada porque era vecino suyo. Junto a él, han dado un sonido retro bastante disfrutable hoy en día a singles como ‘Anniversary’ -sobre sus 40 años en la música- o ‘Invisible‘, de muy cuidada mezcla, con referencias a Kraftwerk, OMD, la Human League y el mencionado Bowie. De hecho, el álbum ha decidido terminarse con una balada a piano cuyo verdadero protagonista es Mike Garson, que fue músico del Duque Blanco a lo largo de varias décadas.
En este grupo de temas producidos por Erol Alkan, es necesario hablar de la canción más avanzada, la construida junto a la siempre electrizante Tove Lo, ‘Give It All Up’, con cierto regusto melódico a ‘On the Radio’ de Jay-Jay Johanson. Resulta mucho más sugerente que el trabajo de Giorgio Moroder, responsable de dos temas en el centro del álbum, ‘Beautiful Lies’ y el cuarto single ‘Tonight United’, que se ha llevado demasiado a su terreno y aquí resulta algo artificioso. El homenaje a la música disco de ‘All of You’ -ese bajo, ese piano- está mucho mejor integrado en este contexto.
La segunda parte del álbum adolece ya de cierto regusto segundón. Su concepto de cara B parece algo viejuno: los temas son más apañados o pasables que notables o sobresalientes. La joven rapera Ivorian Doll está bien integrada en ‘Hammerhead’, con su punto funky y R&B, y ‘WING’ es un medio tiempo que está OK con guitarras eléctricas de indie pop y más querencia por los teclados ochenteros. Pero es ahí cuando te vas dando cuenta de que este proyecto no es tan diferenciable de lo que Duran Duran ya hicieron durante la década pasada. El futuro no puede ser llamar a CHAI para que griten «MORE JOY!».