Aaliyah Dana Haughton se dio a conocer con 12 años en el programa musical infantil ‘Star Search’ y a los 15 publicó su primer disco producido por R. Kelly. Editado en 1994, ‘Age Ain’t Nothing but a Number’ vendió varios millones de copias en Estados Unidos y convirtió a Aaliyah en una estrella adolescente en el país, pero la relación profesional entre R. Kelly y Aaliyah terminó cuando trascendió que ambos habían contraído matrimonio de manera ilegal (ella era menor y fue probablemente víctima de los abusos de él, como se relata en el documental ‘Sobreviviendo a R. Kelly‘). En 1996, Aaliyah lanzó ‘One in a Million’, un segundo trabajo producido mayoritariamente por Timbaland, productor entonces semi desconocido que continuaría siendo su aliado en el álbum siguiente. ‘Aaliyah’ sería el último álbum que la cantante publicaría en vida, antes de fallecer en un accidente de avioneta con tan solo 22 años.
En verano de 2001, cuando vio la luz ‘Aaliyah’, la cantante ya había dejado atrás su relación con R. Kelly. Su último álbum había salido cinco años atrás, lo cual hoy nos hace confiar un poquito en los futuros regresos de Rihanna o Kelela, por mencionar dos artistas para las que Aaliyah ha ejercido de influencia. Lo único que importaba ahora era el futuro, y la música de Aaliyah sonaba a eso mismo. Un año antes había publicado ‘Try Again’, la canción principal de la película ‘Romeo debe morir’ protagonizada por la artista, en la que Tim Mosley coqueteó con sonidos asociados al acid house. ‘Try Again’ no solo fue la primera canción que alcanzó el número 1 en Estados Unidos gracias solo a su presencia en radios, sino que también fue una de las primeras producciones de R&B contemporáneo que integraron elementos de la electrónica de club. Una grabación a todas luces visionaria que marcó el camino a seguir en ‘Aaliyah’ aunque solo en parte.
Escuchado hoy, ‘Aaliyah’ no es el disco publicado a principios de siglo que más relevante puede sonar en 2021. Los beats de Timbaland, que el productor seguirá desarrollando en su trabajo con Justin Timberlake, o de los productores Eric Seats, Rapture Stewart y Budd’a, que firman la mayoría de piezas en realidad, nos llevan a su tiempo más que a un futuro indeterminado. Sin embargo, ‘Aaliyah’ es una obra moderna para la época que experimenta con diversos estilos de música electrónica para fusionarlos con otros sonidos. El excelente single ‘More than a Woman’ incorpora sintes acid como ‘Try Again’ y sonidos de cascabeles; los beats distorsionados y «fragmentados» de ‘Extra Smooth’ buscan parecerse a los de la música techno, la embriagadora pista final ‘What If’ yuxtapone un beat de 2step con unas guitarras industriales que recuerdan que Aaliyah estuvo interesada en trabajar con Trent Reznor de Nine Inch Nails
para este mismo disco y la gran balada del álbum ‘I Care 4 U’, escrita por Missy Eliott, samplea ‘(Too Little in Common to Be Lovers) Too Much Going to Say Goodbye’ de los Newcomers y no ‘Roads’ de Portishead aunque lo parezca.El tercer disco de Aaliyah, lleno de letras sobre amores y desamores escritas mayormente por Static Major, no es el primero que moderniza el R&B pero sí se apunta el tanto de ser un álbum bastante extraño en el apartado estético. Las producciones de Timbaland se caracterizan por utilizar ritmos de breakbeat, por su complejo tratamiento de las capas y las texturas y por incorporar influencias de la música electrónica, y las de Budd’a o Seats y Stewart toman caminos parecidos, como en esa vigorosa ‘Read Between the Lines’ que supone una actualización digital de la música afrolatina o en esa ‘I Refuse’ que remite muy vagamente a ‘Homogenic‘ de Björk aunque por supuesto sin acercarse a su modernidad. Cuando Aaliyah canta una canción de R&B tan clásica como ‘It’s Whatever’, la melodía se pone una armadura de hip-hop moderna que incorpora sonidos de arpa. Es imposible negar que los singles de ‘Aaliyah’ son muy superiores al resto de las pistas en todos los sentidos, pero las producciones del álbum son suficientemente interesantes como para mantener el interés intacto a lo largo de una hora.
El «beatboxing» no está aún tan presente en la obra de Timbaland como lo estará más adelante, pero sí aparece de manera tímida en la espectacular producción del primer single ‘We Need a Resolution’ llena de cuerdas orientales y «friki frikis» y ‘Loose Rap’, una canción R&B de 10 sobre 10 producida por Seats y Stewart, integra cuerdecillas easy-listening y «sonidos subacuáticos» debajo de un océano de suculentas armonías vocales. ‘Rock the Boat’, otra de las joyas de la corona, que no produce Timbaland sino Keynote, hipnotiza con sus sonidos ochenteros y caribeños, acercándose a la estética «seapunk» y «vaporwave» en una época en la que no nos sonaban ninguno de estos conceptos. Así, a nadie puede extrañarle que ‘Aaliyah’ termine influyendo a toda una generación de artistas mainstream o independientes, de R&B o no. Era puro «estado del arte» aplicado al R&B que en absoluto merecía caer en el olvido.