A nadie sorprende que Years & Years sea ya tan sólo el proyecto en solitario de Olly Alexander: desde el principio se intuyó que su ego -es actor- era demasiado grande para la sala. Mikey Goldsworthy y Emre Türkmen habían mantenido un perfil bajo (¿alguien se sabía sus nombres?), por lo que el mal parecía menor. Desgraciadamente, el protagonismo cada vez mayor de Olly Alexander no ha venido acompañado de una calidad superior en las melodías, ni tampoco de unas producciones más refinadas. El segundo disco de Years & Years, ‘Palo Santo‘, pese a tener sus defensores, no desarrollaba ninguna de las grandes ideas vistas en su debut: la espontaneidad de ‘King’, los intereses tropicales de ‘Desire’ y ‘Take Shelter’.
Olly sí se ha consolidado como una voz necesaria sobre la salud mental y sobre la visibilidad LGTB+, pero precisamente porque desarrolla su carrera en un entorno tan habituado a las divas, es raro que no esté familiarizado con términos como «genérico» y «desesperado». Este tercer disco de Years & Years adolece de las dos cosas. «Genérico» porque las producciones de ‘Night Call’, realizadas junto a su mano derecha Mark Ralph, redundan en una música dance que carece del alma de una Jessie Ware o una Róisín Murphy. Incluso se ha contado con gente tan horterilla como Galantis: ¿era necesario llevar ‘Sweet Talker‘ a los terrenos más sobados por Clean Bandit?
‘Sooner or Later’ suena como un intento de actualización de Chris Isaak, que es lo mismo que decir que parece una de esas remezclas que pululan por ahí de Lana del Rey. Apenas ‘See You Again’ -sobre la muerte de su abuela en 2020- y ‘Crave’ podrían estar entre las producciones más interesantes. Una pena que esta última no sea más que un remedo de la Britney Spears de ‘I’m a Slave 4 U’ y la de ‘Blackout’.
También parece un disco «desesperado» porque, como a sabiendas de que no hay gran cosa que rascar, ‘Night Call’ nos viene decorado con una colección de bonus tracks descarada: el remix de ‘Starstruck’ con Kylie, el tema con Kylie ‘A Second to Midnight’, y por si fuera poco un CD2 con los “greatest hits” del grupo. Están ‘King’, ‘Shine’, ‘If You’re Over Me’, ‘Desire’, ‘Santify’, ‘Play’ y hasta la versión de ‘It’s a Sin’ junto a Elton John para la también cuestionable serie. Con esta estrategia, está claro que Years & Years no pasa por su momento mejor.
Antes de ese CD2, misteriosamente suenan 3 bonus tracks que no pertenecen a la edición más estándar del álbum: la sugerente ‘Immaculate’, ‘Muscle’ -inspirada en la cultura de gimnasio de la cultura gay- y ‘Reflection’ -sobre cierta crisis de identidad vivida durante la pandemia- añaden cierto punto de misterio en el último minuto. Desde luego suenan menos forzadas que ‘Starstruck’ y ‘Consequences’, un «quiero y no puedo ser Stevie Wonder y Prince» que te hará suplicar que vuelvan Daft Punk. Algo falla cuando la línea que delimita lo que es un bonus track y un single es tan fina como en ‘Night Call’.