Música

Disco de la Semana: Destroyer / LABYRINTHITIS

Atendiendo a las historias de ‘LABYRINTHITIS’, entendemos que Dan Bejar no sabe muy bien qué hacer con su vida. El single ‘Tintoretto, It’s for You‘ habla sobre el hecho de que haya llegado tu hora. ‘Eat the Wine, Drink the Bread’ dice literalmente: «Bebo el vino, me como el pan, no sé adónde voy». ‘It Takes a Thief’, que «la banda no necesita un cantante, sino una mano amiga». ‘The States’ habla de cómo visitar Estados Unidos o España pierde sentido «después de una tercera o una cuarta vez». ‘The Last Song’ habla sobre ser «solo una persona más de las muchas que se mudan a L.A.». Y el nombre del álbum viene de una enfermedad en el oído que Dan Bejar ha decidido autodiagnosticarse buscando en Google.

Parece que Destroyer afronta una grave crisis existencial justo cuando está a punto de cumplir 50 años. Su adicción a las noticias del covid-19 seguro que ha contribuido en esa línea. Este 13º disco tenía que tirar hacia lo tristón. Por suerte, no es el caso.

Con el productor John Collins y trabajando con sus músicos en remoto, se propuso hacer musicalmente «un disco de Cher de «high energy»». Él mismo bromea que siempre quieren hacer algo «groovy» y nunca les sale porque durante el proceso se dan cuenta de lo «poco groovy» que son. Pero lo cierto es que ‘LABYRINTHITIS’ sí es todo lo «groovy» que pueden llegar a sonar Destroyer, especialmente en gran parte de su segunda mitad.

Incluso en parte de la primera. Tras una canción de introducción estupenda, intensa, nunca aburrida, que sí escenifica lo regulín, regular que se encuentra el artista de puertas para adentro, ‘Suffer’ es una de las producciones de Destroyer que nos llevan a sus adorados New Order. Aunque su letra sea otro de esos dramas («no importa cuándo, no importa dónde / vas a sufrir, vas a sufrir el peso de la grandeza», indica reflexionando sobre la fama).

‘All My Pretty Dresses’, sobre una ruptura, es una canción con un buen bombo y una batería vívida que la levanta aun más. Y ‘Tintoretto, It’s For You’, aparte de ser una composición sobre la muerte en la que se burla de cuando, de joven, fanfarroneaba mencionando a un pintor del que no sabía casi nada, es una producción loca con varios giros. El último minuto hasta consiente una remezcla trance.

Dan Bejar ha seleccionado también como single ‘June’, una composición de 6 minutos para la que ha grabado una especie de improvisación de 2 minutos y medio al final, entre el spoken word y el rap. Ha hecho 10 tomas vocales y después las han tratado buscando el efecto de HAL 9000 desvaneciéndose en ‘2001: Odisea en el Espacio’. Es una manera de dar un nuevo tono a una producción con saxo que parecía rememorar el sonido de su mejor disco, ‘Kaputt’.

Pero es en la segunda mitad del álbum donde encontramos lo mejor tras el instrumental titular, un tanto Sigur Rós. ‘Eat the Wine, Drink the Bread’ se queda a las puertas de ser la producción más pop y bailable de la carrera de Destroyer, consecuencia de su admiración por la escena británica de finales de los 80 y principios de los 90. Ojalá hubiera tenido mayor desarrollo. ‘It Takes a Thief‘ es paradójicamente una de sus melodías más alegres y divertidas, aderezada con cuerdas y juguetona percusión. Y ‘The States’ es una de esas producciones de electrónica que podrían durar 7 minutos o 30. Es como estar en un after con James Murphy con los brazos en alto mientras todo el mundo se olvida de todo. «Hide. Hide. Hide»…

Destroyer decide terminar todo esto con una balada acústica porque necesitaba «purificarse a sí mismo, tocar un instrumento, ofrecer algo desde el corazón». Justo después de ‘The States’, que identifica como la primera gran canción autobiográfica de su carrera, recordando quién era hace 20 años y sus primeros viajes por el mundo. En medio de una sobredosis de discos post-pandemia, solo podemos agradecer que el camino de expresión de Destroyer haya sido el de meterse en el club y elevar los brazos, en lugar de autocompadecerse debajo de una manta.

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Publicado por
Sebas E. Alonso
Tags: destroyer