Música

Sharon van Etten / We’ve Been Going About This All Wrong

Los avatares biográficos de Sharon Van Etten han ido conformando su obra. Especialmente los intensos, como explica en esta entrevista a Rolling Stone. A principios de 2020 Sharon se las prometía muy felices: amor, maternidad, traslado de Nueva York a Los Ángeles con su pareja, futura boda… Pero la pandemia vino a chafarle la guitarra. Nada de conciertos, nada de salir y nada de boda. Encerrada en una casa con la que aún no se había familiarizado, lidiando con sus fantasmas, con un niño pequeño que exigía su atención y con una crisis de pareja espoleada por el confinamiento, Sharon se puso a componer.

El título ‘We’ve Been Going About This All Wrong’ (“hemos abordado esto de manera completamente equivocada”) suena a mea/nuestra culpa bastante sarcástico. Pero el sarcasmo está a años luz de este disco. A pesar de que Van Etten también tenga un ramalazo de humor negro, este disco desborda aflicción, añoranza y… baladas. Muchas baladas. No hay piezas de rock tan potentes como ‘Come Back Child’ o tan icónicas como ‘Seventeen’. A ratos, el disco hasta peca de ser un poco demasiado moroso. Pero a cambio hemos obtenido una compacta colección de canciones enormemente sentidas, en las que Sharon aumenta aún más su carga de sentimentalismo y dramatismo.

La domesticidad del disco queda patente no solo por la temática, sino por su elaboración. Van Etten se encarga de gran parte de los instrumentos y de la producción (junto a Daniel Knowles). Otra característica interesante es que Van Etten quería preservar la experiencia de “álbum”. No ha habido adelantos y no ha incluido canciones ya conocidas como ‘Porta’, ‘Used to It’ o la monumental ‘Like I Used to’. Es una pena que no esté; se echan de menos esas canciones imperiales que tan bien se le dan. Aquí Sharon parece más comedida a nivel compositivo, que no vocal: está especialmente interesada en la interpretación, en explorar y explotar las posibilidades de su magnífica voz, jugando con diferentes entonaciones, engolando, subiendo el tono o susurrando cuando la canción lo requiere.

El inicio ya avisa, con la tremendista ‘Darkness Fades’: solo hay que escuchar con qué gravedad entona su primer verso. Sharon hace un ejercicio de lucimiento bastante importante mientras se va desatando en un baladón muy a la Angel Olsen. A su hijo le dedica la súplica ‘Home to Me’. Entre sintetizadores, Sharon le canta: «You’re on my mind, do you not see?/I need my job, please don’t hold that against me” (“Estás en mi mente, ¿no lo ves?/Necesito mi trabajo, no me lo eches en cara”).

Hay que esperar hasta ‘Ill Try’ para encontrar rock recio, aunque tamizado por acordes de sintetizadores de dream pop. El tono desatado regresa en las fabulosas baladas ‘Anything’ y ‘Come Back’, tremendas ambas en su intensidad, en sus instrumentaciones ensoñadoras, sus crescendos y sus estribillos. O en ‘Born’, en que Sharon enrarece su voz, engolándola, pero donde también hay espacio para las explosiones instrumentales. El uso de la voz se hace particularmente destacable en ‘Darkish’, donde Sharon se queda sola con su guitarra: el largo aullido que suelta en el minuto 3:35 todavía no sé si me encanta u horroriza.

‘Headspace’ es una de las excepciones en que Van Etten escapa de la balada. Es muy Pixies en el puente y muy Garbage en su estupendo estribillo. Otra es ‘Mistakes’, zumbona, pegadiza y un single total. Es puro rock clásico de los 90: de hecho, podría ser fácilmente uno de esos hits noventeros que suenan sin descanso en los 40 Classic. Y no, no es algo peyorativo.

Quizás la falta de canciones señeras a primera escucha, la ausencia de un ‘Used to Be’ o un ‘Seventeen’ puede empañar la escucha del disco, que este resulte demasiado compacto o lánguido en algún momento. Pero es un álbum realmente hermoso: cuanto más se escucha, más apetece volver a él. Y como la misma Sharon Van Etten dice, no es un disco triste: «It’s not dark, it’s only darkish».

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Publicado por
Mireia Pería