Post Malone parecía un trapero blanquito más cuando sacó ‘White Iverson’, su primer single, allá por 2015. Sin embargo, la canción tenía magia. En concreto, una melodía brillante, de esas que te hacen escuchar algo nuevo, y fue capaz de inaugurar una de las carreras más importantes del pop actual. Desde entonces, Posty ha publicado tres álbumes de enorme impacto generacional como han sido ‘Stoney‘, ‘beerbongs & bentleys‘ y ‘Hollywood’s Bleeding‘, y ha colocado decenas de singles multimillonarios en los corazones de millones de personas. El cuarto puede correr la misma suerte.
Los últimos años no han sido especialmente fáciles para Posty. Sí, ahora vive en la montaña y tiene dinero para comprarse dos islas si le apetece, pero también se ha enfrentado a problemas de inspiración, y ha lidiado con su depresión, su adicción al alcohol o con varios desamores. Sobre todo esto canta en el álbum más maduro de su carrera, el cual ha decidido llamar ‘Twelve Carat Toothache’ porque la depresión no entiende de estatus sociales ni económicos.
Sobre ello canta Posty en ‘Love/Hate Letter To Alcohol’, canción que define esta nueva era de madurez de Post Malone. Es una colaboración con Robin Pecknold de Fleet Foxes (su grupo favorito) que suena como la banda sonora de una película de ficción histórica. El artista de Siracusa recuerda un episodio en que, borracho, recibe una paliza que le deja sin varios dientes. El trasfondo de la historia es, por supuesto, una depresión con la que Posty debe lidiar de una vez por todas.
No queda claro, durante el transcurso de ‘Twelve Carat Toothache’, que Posty haya superado sus problemas emocionales y psicológicos. Sin embargo, en el álbum los expone de manera bastante sincera y honesta desde la primera pista, ‘Reputation’, en el que reconoce que «la he cagado» y que «tengo cosas que me gustaría haber dicho». Esta balada a piano nos muestra a un Posty más sobrio y serio, más maduro, que a lo largo del disco encuentra varias maneras de evolucionar, a la vez que sigue siendo él mismo.
Su sonido de trap-pop atmosférico vuelve en ‘Twelve Carat Toothache’. ‘Cooped Up’ es un buen single en este sentido en el que el rapero se muestra listo para volver al ruedo tras meses «encerrado» en su casa. En un estilo parecido, ‘I Cannot Be (A Sadder Song)’ es otro single potencial en el que desafía a una persona que le ha mermado el autoestima («me quieres joder, perdona si me quiero a mí mismo por una hora»). Su respuesta «feliz», ‘I Like You (A Happier Song)’ con Doja Cat, es redonda.
Pero Posty no abandona el pop, ni las guitarras, ni su inquietud por explorar nuevos sonidos. Hace autocrítica por errores del pasado en ‘Lemon Tree’ y, a la vez que pide compasión, entrega una de las canciones folki más bonitas que ha escrito. En un estilo similar a ‘Circles‘, ‘Wrapped Around Your Finger’ es el retrato de un muchacho patéticamente enamorado de una persona que le controla, y redondea otra buena canción de Post Malone. Y ‘Wasting Angels’ apenas necesita un colchón de sintetizador y unos coros góspel para confirmar que el rapero definitivamente ya no es el de antes.
El cambio es para bien: puede que pistas como ‘Insane’ sean redundantes o que la voz trémula de Malone no sea para todos los gustos. Sin embargo, en ‘Twelve Carat Toothache’ se percibe a un artista que está empezando a recoger los frutos de su trabajo. Después de tres discos multimillonarios pero irregulares, ‘Twelve Carat Toothache’ es un trabajo bien atado, en el que casi cada pista ofrece algo interesante (hasta queda apañada la colaboración con The Weeknd), y que aspira tanto a contentar a los fans de siempre como a presentarnos a un autor más maduro. Ambas cosas las consigue.