Paolo Nutini es uno de los artistas más influyentes de los últimos tiempos en Reino Unido. Nacido, en realidad, en Escocia, el cantautor cuenta entre sus fans a ídolos del pop actual tan masivos como Lewis Capaldi o Sam Fender. «Ya está bien, ¿dónde leches está Paolo Nutini?», se preguntaba Capaldi hace unos años en Twitter. Niall Horan respondía: «quiero respuestas».
La pregunta venía a cuento de que Nutini llevaba tiempo sin dar noticias musicales. Su último disco, el estupendo ‘Caustic Love‘, vio la luz en 2014 y, en los años posteriores, el autor de ‘Last Request’ se ha prodigado poco en los escenarios o en los medios. Sin embargo, el artista ha dado la sorpresa este año publicando varias canciones nuevas y, finalmente, anunciando el lanzamiento de su nuevo trabajo largo, ‘Last Night in the Bittersweet’, editado esta semana.
Los últimos años han sido una ruleta rusa emocional para Nutini. El cantante ha estado sumido en un periodo de inestabilidad emocional y, según ha contado a Rolling Stone UK, ha lidiado con sus emociones y consigo mismo de manera «poco sana», ha «comprometido quién soy de verdad» y no se ha otorgado a sí mismo el «cuidado y respeto» que merece.
El título de ‘Last Night in the Bittersweet’ alude a una época «agridulce» en la vida de Nutini, y las letras reflexionan sobre temas como la vida (‘Afterneath’) o el amor (‘Writer’) también de manera agridulce («te quiero agradecer por todo lo que me has dado, ahora que te he perdido»). A lo largo de este ambicioso disco que supera la hora de duración, Nutini se ve bloqueado por la ansiedad (‘Lose It’), imagina una vida «más feliz» con mujer e hijos (‘Abigail’) y, sobre todo, se ve «desesperadamente» necesitado de alguien que le salve, como en ‘Children of the Stars’, donde se dirige a su «musa», una «diosa» y «faro divino» que ilumina el camino de un hombre como él, en su «estado».
Los textos de Nutini no son los más imaginativos cuando caen en los clichés románticos de siempre, como en ‘Everywhere’, donde el artista ve a su amada «por todas partes», pero ‘Last Night in the Bittersweet’ contiene otros atractivos. Musicalmente puede ser su álbum más variado y, a lo largo de 16 pistas, Nutini demuestra que es capaz de habitar diferentes registros con soltura.
El álbum presenta un acabado sucio que resulta muy apto para el vozarrón de Paolo, tan similar al de Sam Cooke, y las canciones lo agradecen tanto cuando se inspira en el rock psicodélico de los 60 en ‘Afterneath’, que samplea el monólogo de Patricia Arquette en ‘Amor a quemarropa‘ de Tarantino (el propio director dio visto bueno a su uso), como cuando se desnudan a lo Simon & Garfunkel en ‘Abigail’. A Nutini, el rock surfero de ‘Petrified in Love’ le queda tan bien como la balada soul de ‘Take Me Take Mine’, el rock de estadio de ‘Shine a Light’ o la baladita a lo Bob Dylan de ‘Writer’, que cierra el disco desde la intimidad.
Aunque es pronto para decir qué significará ‘Last Night in the Bittersweet’ en la carrera de Nutini, el músico puede estar contento, por lo menos, de haber creado una obra entretenida en su variedad. A veces puede sonar demasiado a sus referencias (‘Desperation’ es una copia de los Strokes), pero el desarrollo a lo War on Drugs de ‘Lose It’ es excitante, el folk-pop 70s de ‘Through the Echoes’ ya se ha agenciado 6 millones de escuchas en Spotify, y la misma suerte podría correr el delicado soft-pop de ‘Radio’. Nutini satisfará a los fans que tanto le esperaban, entre ellos a Capaldi, con este expansivo trabajo. De momento parece que el top 1 en UK lo tiene asegurado.