‘El colapso’, ‘Years and Years’, ‘The Walking Dead’, ¡una pandemia!… Quizás ‘El apagón’ llegue algo tarde. De hecho, el capítulo dos, situado en un hospital, se ve algo perjudicado por la cruda realidad que hemos visto estos dos últimos años. No funciona como distopía. Sin embargo, aunque su impacto emocional es bastante limitado –en comparación con lo que supuso ‘El colapso’- la serie (basada en el podcast ‘El gran apagón’) funciona muy bien como thriller y como retrato social sobre las distintas maneras de afrontar una crisis de dimensiones apocalípticas. De ahí los títulos de cada episodio: ‘Negación’, ‘Emergencia’, ‘Confrontación’, ‘Supervivencia’ y ‘Equilibrio’.
Gran parte del mérito de que nos enganchemos a esta serie la tiene Rodrigo Sorogoyen. El primer capítulo, dirigido por él (cada uno está realizado por un director diferente), es fabuloso. Un tenso thriller de despachos (la trama se sitúa en el Centro Nacional de Emergencias), magníficamente interpretado por Luis Callejo, donde resuenan los ecos de la gestión de la pandemia de la Covid. Sorogoyen, que ya demostró en la anterior ‘Antidisturbios’ ser un superdotado en el manejo de la tensión narrativa, relata la llegada de una tormenta solar que amenaza con provocar un apagón generalizado a través de un uso muy virtuoso del crescendo dramático.
Tras esta muestra de dominio de la narración y la puesta en escena, llega el verdadero apagón de la serie. Ni Raúl Arévalo ni Isa Campo (guionista de las películas de Isaki Lacuesta y de ‘Maixabel’) logran estar a la altura del primer episodio. El segundo, ‘Emergencia’, es un convencional drama sobre las consecuencias del apagón en un hospital. Plantea interesantes conflictos morales, pero su dramaturgia no funciona muy bien. Demasiada sobreactuación y sobreexplicación. ‘Confrontación’, por su parte, describe, de forma atropellada y muy poco creíble, el enfrentamiento entre una comunidad de vecinos organizados para sobrevivir a la crisis y un grupo de jóvenes desamparados que amenazan ese orden.
Después de estos dos episodios, la tentación de “apagar” la serie es tanta como las ganas que tengo de ver ‘As bestas’, la nueva película de Sorogoyen. Menos mal que Alberto Rodríguez la vuelve a iluminar con su extraordinaria ‘Supervivencia’, otro de los puntos álgidos de ‘Apagón’. El director de ‘Modelo 77’ narra, en forma de western, la historia de un pastor de cabras (extraordinario Jesús Carroza) acosado por un grupo de padres de familia provenientes de la ciudad. Una angustiosa persecución por la sierra de Madrid, con toques intimistas y un final digno de Sam Peckinpah.
El último episodio, dirigido por Isaki Lacuesta, funciona como contrapunto del anterior. Si ‘Supervivencia’ describe unas relaciones basadas en la desconfianza y el interés personal (“homo homini lupus”), ‘Equilibrio’ expone la otra cara: la conveniencia de encontrar soluciones colectivas para sobrevivir a crisis globales. Con la mirada realista, casi documental, que caracteriza al cine de Lacuesta, el final de la serie muestra, con notable pulso dramático, el acercamiento entre una mujer (estupenda María Vázquez) que ha huido del colapso refugiándose en su finca familiar y los temporeros que han quedado atrapados allí mientras trabajaban. Un oasis de calma y solidaridad después de la tormenta.