M.I.A. ha frustrado a sus seguidores en los últimos tiempos con sus declaraciones sobre la vacuna del coronavirus (ahora las ha comparado con el bulo de Alex Jones), pero, más frustrante que cualquiera de estas declaraciones, ha sido atender al declive de su música. Aquella persona que revolucionó el pop con ‘Arular’ (2005) y ‘Kala‘ (2007) es hoy solo una sombra de lo que fue, y si en ‘AIM‘ ya sonaba desgastada, en ‘MATA’ las cosas no son muchísimo mejores.
En favor de Maya Arulpragasam siempre se podrán decir muchas cosas, como que ‘/\/\ /\ Y /\‘ (2010) fue un disco adelantado a su tiempo (en varios sentidos) que, aún con sus imperfecciones, con su halo de producto inacabado, ha resultado enormemente importante en su carrera. Además, M.I.A. sigue siendo una de las pocas artistas (si no la única) que utiliza su altavoz para llamar la atención hacia el racismo y la injusticia que sufren las personas musulmanas. M.I.A. era un personaje complicado antes incluso de convertirse al cristianismo, pero nadie ha podido dudar nunca de su importancia en el mundo del pop.
Lo que ha fallado últimamente es la música. No hay más que escuchar ‘K.T.P. (Keep the Peace)’, un reducto de ‘Paper Planes’ que no debería tener cabida en ningún disco de M.I.A. a estas alturas. Más decepcionante ha sido la elección de singles, a cada cual más desconcertante.
‘The One’ era el primero de ellos, y el que menos sentido tiene dentro del disco. Es una aproximación de M.I.A. al cloud rap carente de gancho y de continuidad en un álbum sorprendentemente lleno de sonidos tradicionales. El siguiente, ‘Popular‘, parecía gracioso a su lado, pero en realidad su sonido de mumbatón con bocina no puede estar más trillado. En ‘Beep’, M.I.A. nos alerta de su capacidad visionaria, pero la canción no lo es en absoluto.
En su interés por acercar la tradición a sonidos contemporáneos, como ha hecho M.I.A. siempre, ‘MATA’ presenta cosas más interesantes, pero nada que se materialice en canciones realmente sólidas. El disco arranca bien con las dos partes de ‘F.I.A.S.O.M.’ (acrónimo de «freedom is a state of mind» que también es homófono de «fearsome» o «aterrador»), pero el banger que promete ser no termina de llegar. ‘100% Sustainable’, la composición más tradicionalista de todas, es una interesante reivindicación de la cultura indonesia, en concreto de un tipo de baile llamado «Ratoh Jaroe» propio de Aceh, pero el resultado final se queda en interludio que llega demasiado pronto (es la pista 3). Y ‘Puththi’ es destacable ya solo porque, en ella, M.I.A. rapea exclusivamente en tamil. No por mucho más.
Varias pistas de ‘MATA’ dibujan una clara imagen de lo que el disco podría haber sido. ‘Energy Freq’ samplea con gracia un hit indio de los 80 y, con sus ritmos de banghra y producción lo-fi, habría sido un corte destacado en una hipotética primera mixtape de M.I.A. lanzada previamente a su aclamado debut. ‘Zoo Girl’ prueba el mumbatón con mejores resultados que ‘Popular’, y ‘Time Traveller’ mezcla robustas percusiones hindúes con noise como solo sabe hacer Maya. Ninguna de estas canciones se halla a la altura de lo escuchado en sus tres primeros discos, pero sí avisan que, a M.I.A., la llama no se la ha apagado del todo.
Tampoco ‘MATA’ es una revelación a nivel lírico, si bien Maya ha sido siempre mejor conceptualista que rapera, al atreverse a tratar temas en sus canciones que la mayoría no. En ‘MATA LIFE’ habla de crímenes de guerra, de Julian Assange y del hambre en Yemen, y curiosamente da con una de las canciones más amenas del disco, por raro que suene. El comentario sobre la fama de ‘Popular’ no es el más imaginativo, pero su videoclip sí lo es, y el disco es mejor cuando M.I.A. reivindica su influencia (‘The One’, ‘Time Traveller’) que cuando insiste en contarnos que conoce una verdad que nosotros no (‘F.I.A.S.O.M.E.’). Es difícil tomársela en serio cuando parece cada vez más cómoda en promover teorías de la conspiración, así que, al menos, es un alivio comprobar que puede seguir siendo divertido escucharla, aunque no tanto como antes.
La gran sorpresa de ‘MATA’ llega al final con ‘Marigold’, ese himno hippie con el cual M.I.A. ha estado cerrando sus últimos conciertos. Su mensaje «el mundo está en problemas, vamos a necesitar un milagro» no es revolucionario, pero extrañamente sí parece buscar la aceptación de un pueblo que le ha dado la espalda. Es una buena canción pero, dentro del disco, tampoco tiene mucho sentido. La falta de unidad es evidente en ‘MATA’, pero más lo es su falta de inspiración.