El último álbum de Stormzy comienza con ‘Fire + Water’, una sentida canción de dos partes que se extiende hasta los 8 minutos y en la que encontramos al londinense cantando y rapeando sobre el arrepentimiento que sigue a una relación rota. Él mismo ha descrito su tono en esta canción, tremendamente confesional y serio, como «la muerte del estilo», refiriéndose también a cómo asume la culpa sin metáforas ni eufemismos, al contrario de lo que tienden a hacer los raperos. La producción recuerda a la época cristiana de Kanye, valiéndose de pianos, coros, guitarras eléctricas, saxos y hermosas armonías para evitar que la extensa duración llegue a aburrir.
En esta decisión de comenzar el disco con ‘Fire + Water’, y no con un tema similar a ‘First Things First’ o ‘Big Michael’, Stormzy deja claro al oyente que ‘This Is What I Mean’ difiere bastante de ‘Gang Signs & Prayer’ y ‘Heavy Is The Head’, ya que nace desde otro lugar. Un lugar de arte, más que uno de ego
. Él mismo se ha referido a este disco como «la cosa más egoísta que he hecho», simplemente por hacerlo sin ninguna audiencia objetivo en mente.Esto último tampoco significa que Stormzy ya no haga bangers como los mencionados. De hecho, si hubiese querido que la intro de este disco fuese similar a las de los dos anteriores para ello habría elegido la canción ‘This Is What I Mean’, el segundo track del disco. Este es claramente el corte que más agradará a los fans del Stormzy más agresivo, con una base de coros chopeados y bajos durísimos en la que Big Mike deja claro que ha vuelto y que no es la misma persona que hace tres años («This ain’t the same man who said his head was heavy»).
Stormzy ya había mostrado sus dotes como cantante en temas como ‘Blinded By Your Grace’, ‘Crown’ o ‘Lessons’, pero no ha sido hasta este disco en el que se ha comprometido totalmente a su lado más melódico, y ‘Firebabe’ es la prueba más clara de ello. La agradable voz de Debbie Ehirim apoya a Stormzy en un tema en el que no hay ni un atisbo de rap. La grave voz de este es cálida y llega a transmitir más de lo que se expresa en la letra, que no va más allá de una canción de amor arquetípica.
A partir de este momento en la tracklist, las canciones se vuelven menos sorprendentes porque el elemento sorpresa del Stormzy cantarín/meditativo se agota bastante rápido. ‘Please’ es toda una confesión terapéutica sobre coro y piano en la que Stormzy también aprovecha para mandar ánimos a Meghan Markle («Please, leave Meghan alone»). Además, el tema vuelve a repetirse en ‘Sampha’s Plea’. Aunque la voz de Sampha siempre es maravillosa, el disco habría funcionado igual sin esta decisión. ‘Need You’, ‘Bad Blood’ y ‘Hide & Seek’ dan todas vueltas a los mismos temas (amor, desamor, ruptura…), y puede resultar un tanto redundante, pese a que las melodías siempre acaben siendo agradables.
El mayor problema que los fans acérrimos de Stormzy encontrarán en este tercer disco es que muchas canciones no parecen hechas por Stormzy. Esto no está ni bien ni mal, pero hay que entrar a la escucha con otra mentalidad. Aun así, la letra de canciones como ‘My Presidents Are Black’ o ‘I Got My Smile Back’ pueden recordar a los momentos más inspiradores de sus proyectos anteriores. La primera de estas, en especial, resulta ser el tema con más barras de todos y transmite un gran sentido de comunidad que es único en ‘This Is What I Mean’.
Stormzy termina el disco con ‘Give It To The Water’, una oración musicalizada que comparte tema con la soporífera ‘Holy Spirit’ y que, a la vez, resume todo el disco. Es una canción cálida, acogedora, para perderse en la melodía… Es extraño decir esto de un álbum de Stormzy, pero así se podría describir ‘This Is What I Mean’. No es un disco para poner en el coche a todo volumen, sino para caminar plácidamente por un paisaje bucólico. Sin embargo, pese a su mérito melódico, la poca variedad de temas que trata y la inexistente explosividad de muchas canciones puede hacer que la recta final del disco se haga demasiado larga.