No es habitual en la industria que los artistas publiquen dos o más discos en el mismo año. Algunos lo han hecho, de Beach House a por supuesto Bad Bunny o Lana Del Rey. Skrillex, que llevaba casi una década sin lanzar álbum, se ha quitado de en medio dos en dos días: ‘Quest for Fire‘ llegaba el viernes y, el sábado, como buscando que nadie se entere, fue el turno de ‘Don’t Get Too Close’.
El disco incluye algunos de los singles más populares que Danny Moore ha firmado en tiempos recientes, en concreto dos: ‘Don’t Go‘, que escuchamos ya en 2021, se acerca a los 100 millones de streamings naturalmente gracias a la colaboración de Justin Bieber, que hace apetecible escuchar cualquier cosa (el otro artista invitado es Don Toliver); y ‘Way Back’ es una de las 500 colaboraciones en la que podemos encontrar estos días a la reina de TikTok, PinkPantheress (el otro artista invitado es Trippie Red).
Ambos cortes son de lo mejor de ‘Don’t Get Too Close’, un disco atiborrado de colaboraciones pero que carece dirección artística y canciones a la altura de artistas invitados como Kid Cudi, que aparece en la anodina ‘Summertime’. Este no es un disco de electrónica de baile como el anterior, y la mayoría de beats se centran en lo que se conoce como cloud rap o emo rap, esto es, un tipo de hip-hop digitalizado, creado desde un ordenador, en el que prevalece un acabado de improvisación. Esto puede producir canciones tan frescas como las que le conocemos a meat computer o Bladee, pero no es el caso de las de ‘Don’t Get Too Close’, y eso que el propio Bladee aparece hasta en dos pistas.
No tiene por qué ser malo que ‘Real Spring’ nos llegue sonando a maqueta. Quizás sí tendría más sentido escucharla en Soundcloud y no en el tercer álbum oficial de Skrillex. Lo mismo sucede en ‘Ceremony’: la sensación de ensayo es tal que Yung Lean ni siquiera suena interesado en estar ahí. En el peor de los casos, las canciones parecen encerrar un potencial frustrado, como la mencionada ‘Summertime’, o hacerte cuestionar su misma inclusión en el álbum: ‘Don’t Get Too Close’ mezcla el sonido del hang (pensábamos que solo a Björk le interesaba este instrumento) con una toma vocal de Bibi Bourelly (co-autora de ‘Bitch Better Have My Money‘) que se debería haber quedado en nota de voz.
Sí tiene cierto gancho ‘3am’, un gancho que no viene solo de los «vocal chops» del final, sino también de la melodía vocal del artista invitado, un tiktokero de 15 años llamado Prentiss que canta como los querubines que dan la lotería cada Navidad. Tampoco es una canción que merezca escuchas obsesivas, pero sí demuestra que el acercamiento de Skrillex a este sonido, ahora que básicamente ha decidido dejar de sonar a él mismo, podría haber estado más logrado.
‘Don’t Get Too Close’ sí incluye una aproximación OK al house (‘Selecta’ con BEAM), pero vuelve a confundir cuando cierra con ‘Painting Rainbows’, una canción tan radio-friendly que parece de la Sia… de 2015 (Bibi canta parecido a ella), pero que suena desubicada dentro de este proyecto. Cualquier canción mínimamente inspirada lo haría, en este trabajo que es a todas luces un apéndice del primero, un pie de página que escuchar si echabas de menos a Skrillex. Aunque, si realmente le añorabas, harás mejor en recuperar su discografía anterior. A este disco mejor «no acercarse demasiado».