Corría el año 2011 cuando el músico Anthony Gonzalez se marcó un hitazo que nadie vio venir con su proyecto M83. ‘Midnight City’ de ‘Hurry Up, We’re Dreaming‘ fue la Mejor Canción de aquel año para muchos y ni por esas los más optimistas predijeron que el tema sumaría 1.000 millones de streamings. Como es habitual, el éxito estuvo a punto de llevarle por delante. «Fue demasiado para mí», ha declarado hace poco al NME. «Quizá no lo merecía, quizá solo soy un pequeño artista indie que quiere sacar pequeños discos indie».
A lo largo de la última década, M83 ha bajado de perfil. Ha sacado tan solo un par de discos, un infravalorado y loquísimo ‘Junk’ que inspiró en las sintonías de las series de otros tiempos; y un casi desconocido ‘DSVII’ inspirado en el mundo de los videojuegos. ‘Fantasy’ es una vuelta al redil de los discos con los que le conocimos en principio. Está hecho, sin duda, al margen de los imperativos de la industria actual, pues él presume de odiar toda esclavitud de la modernidad de hoy. El artista que dijo que «la radiofórmula le daba ganas de potar«, ahora dice que se niega a ver series en Netflix. Paradójicamente, ‘Fantasy’ no es un «pequeño disco indie» sino un álbum que vuelve a sonar «más grande que la vida». Al modo de sus discos clásicos, en especial ‘Before the Dawn Heals Us’ (2005).
Un poco atrapado en sus contradicciones, M83 huye de la belleza del mundo de selfies e Instagram con la creación de un «monstruo de ojos tristes y cara fea, lejano a la vida diaria», que es quien observamos en la portada de ‘Fantasy’. Gonzalez prefiere soñar con criaturas que no comprende y mundos que no conoce, los cuales no siempre son tan horribles como esta imagen. Por ejemplo, la voluntad del single principal ‘Oceans Niagara’ es optimista, edificante, imaginar «gente corriendo, conduciendo naves espaciales, salir adelante o descubrir nuevos mundos».
Hay muchos claroscuros en este ‘Fantasy’ hasta el punto de que hay momentos de la secuencia que funcionan a modo de contraste. La sintética ‘Amnesia’, algo influida por OMD y New Order, una canción sobre «amar la tristeza» y «creer en la oscuridad», suena medio alegre realmente. A continuación, una balada, ‘Us and the Rest’. La fórmula se repite a continuación, cuando tras ‘Earth to Sea’, que podría ser un single de Fleetwood Mac de los 80, aparece un tema de acústica y piano como ‘Radar, Far, Gone’.
Es la seña de identidad de M83 hacer música como aquella con la que se ha criado, pues a día de hoy continúa obsesionado con las películas y las series de otras décadas. Con una influencia palpable de My Bloody Valentine en los muros más expansivos, pero con los teclados más bien de a-ha, las canciones se atreven a incorporar algún ritmo disco como el de la ceremonial ‘Fantasy’, la cual viene precedida del indie pop a lo Johnny Marr de ‘Deceiver’, y sucedida por el dream pop a lo Cocteau Twins de ‘Laura’.
Con una banda de estudio liderada por su colega Joe Berry, el productor Justin Meldal-Johnsen (Paramore, Wolf Alice) y alguna corista, M83 ha trabajado ‘Fantasy’ pensando en el directo. Será entonces cuando su mundo de «gritos que nadie oye» y propuestas de «arder todos juntos» gane todo el sentido. Las letras siempre han sido un mero instrumento más en el mundo de M83, donde la sonoridad prevalece sobre el significado: las pistas instrumentales y ambient apenas se diferencian de las cantadas o los spoken words.
Ahí está ese final de disco en el que la orquesta tipo banda sonora de ‘Kool Nuit’ da paso a la ambiental ‘Sunny Boy Part 2’ y de ahí llegamos a los 7 minutos de ‘Dismemberment Bureau’, que nos hablan de la revolución humana, rimando «televisión» con «ilusión», como si siguiéramos en los tiempos de ‘La Bola de Cristal’. M83, viviendo su propia película.