Hace poco leí en Twitter una opinión de alguien criticando a Ginebras. «Alguien» cuyo criterio aprecio, quiero decir. Decía que lo que hacían ellas lo hacen muchos grupos igual de bien o mejor. No puedo estar más en desacuerdo. De hecho, a veces cuesta ubicar en algún lado a la banda de Magüi (guitarra y voz), Sandra (guitarra y coros), Raquel (bajo) y Juls (batería).
Hay un poso de punk pop o garage rock. Algún beat muy 60’s. Ritmos ska. Latineo. Pero su signo distintivo ha sido otro. Y no ha sido ser mujeres, ni nada que se le parezca. Sino la desvergüenza, la falta de prejuicios con que han reivindicado cosas que parecían intocables para el mundo underground. Los ejemplos más ilustrativos han sido ‘La típica canción‘, por su letra, y ‘Paco y Carmela‘, por su sonido verbenero. Con un desparpajo y un humor que ya hubiera querido para sí la Fiesta Mayor de Miki, los conciertos de Ginebras son así de divertidos porque las fiestas de los pueblos, en general, solo nos han traído cosas buenas. Y nadie se había dado cuenta.
Esto ya lo vimos en ‘Ya dormiré cuando me muera‘, tan peculiar que fue capaz de sobrevivir a una pandemia siendo un disco de debut. Y el segundo que ahora publican va más allá en su desafío. Ya no cantan sobre Crystal Fighters en un tema más pegadizo que media discografía de Crystal Fighters. Ahora su invitado estelar se llama Dani Martín. A él es a quien han llamado para uno de los singles, el que habla sobre ser un ‘Desastre de persona’, y ya solo por escucharle cantar en femenino merece la pena. Y yo pensando que el ex líder de El Canto del Loco representaba todo lo que amo-odio de la masculinidad… Así de perdidos vamos en el «mundo underground».
Las nuevas canciones de Ginebras mencionan a Elvis o a Rosalía, pero es de La Oreja de Van Gogh de quienes nos acordamos en los giros melódicos de ‘Billie Max’, ‘Ansiedad’ y en ‘Muchas gracias por venir’. Las influencias incluyen cosas tan inabarcables como el indie surfero (‘En bolas’), los ritmos latinos y jamaicanos (‘Rapapá’) o el electro (‘Lunes negro’). El asunto es tan loco que ‘En bolas’ incluye un ¿rap? sobre «espaguetis a la carbonara» (con huevo, no con nata) y «no tener el coño depilado», y al final hay una subida de medio tono. O como para terminar ‘Omeprazol’ con un festín de vientos ska cuando el tema había empezado no sé si en plan «girl group» o en plan «Nikis».
Ginebras nos hablan en el disco de cosas cotidianas y sociales: ‘Billie Max’ termina exponiendo las interminables obras de Madrid, y ‘Alex Turner’ es una crítica al mansplaining muy evidenciada en su videoclip. También cabe el retrato de qué ha significado su reconocimiento popular: ‘Ansiedad’ habla de la esclavitud de la industria, y de manera «meta», la justísima balada ‘Muchas gracias por venir’, retrata cómo sienta grabar en Abbey Road.
Para sorpresa de nadie, el disco es mejor cuando canta sobre cosas que hemos vivido todos. No hay suficientes canciones hechas en el mundo para ese calvario llamado lunes y ‘Lunes negro’ con Karavana es una grabación muy divertida al respecto, como ‘Desastre de persona’ recuerda que la obligatoriedad de trabajar no ayuda nada cuando estás muy perdidx, y ‘Alex Turner’ nos hace canturrear contra ese GILIPOLLAS con que todos hemos tenido que lidiar.
«Billie Max» es un personaje imaginario que representa a las 4 Ginebras y a su música. Si el público ve en Billie a alguien con sus mismas costumbres e inquietudes, puede terminar siendo para ellas tan relevante como «John Boy» lo fue para Love of Lesbian.