“La libertad es un sonido y el placer es un derecho” sentencia sugerente Jessie Ware en la canción homónima que abre su quinto álbum ‘That! Feels Good!’ y, sobre esto orbita cada una de las diez pistas que lo componen. La cantante inglesa empieza su “manifiesto del placer” con varias voces acompañándola -entre ellas las de Kylie Minogue y Róisín Murphy- repitiendo con sensualidad la frase titular antes de rendirse a un contagioso ritmo funky. El placer está servido, la fiesta comienza.
Tras el milagroso ‘What’s Your Pleasure?’, Ware sigue sin querer encender las luces de la pista de baile, un espacio en el que ha encontrado un oasis creativo con el que reinventarse e impulsar su arte a lugares fascinantes. Su música funciona como un bálsamo para, no solamente curar las penas, sino también para celebrarse a uno mismo. ‘Free Yourself’ invita a desinhibirse, liberarse de todo aquello que estorba para llegar a la euforia, a un estado de felicidad plena. También ‘Pearls’, un exuberante número disco con el que bailar hasta que el collar de perlas que llevas puesto se te rompa. Es una imagen potente que ayuda a comprender la fiesta a la que Jessie Ware te ha invitado: elegante y glamourosa, pero no por ello menos divertida. La cantante, además, hace gala de su poderoso rango vocal, haciendo piruetas con su voz y pasándoselo en grande llegando a notas imposibles.
La rotunda fuerza de sus interpretaciones vocales le permiten mostrarse más segura de sí misma que nunca. Como en ‘Hello Love’, una emocionante “power ballad”, con una exquisita sección de vientos. La letra comienza con una Jessie cabizbaja, recordando el dolor de una ruptura, pero enseguida la canción se ilumina en un precioso y esperanzador estribillo que da la bienvenida a un nuevo amor.
Todas las canciones de ‘That! Feels Good!’ suenan grandes, épicas, cargadas de elementos en los que perderse. Si entendemos este quinto álbum como una gran fiesta, ‘Begin Again’ es ese punto de la noche en el que todo el mundo está sincronizado, disfrutando del momento y entregándose a él sin pensar en nada más. Situada en el corazón del álbum, Jessie Ware nos transporta a Brasil con su ritmo influido por la samba y el soul con enorme clase y elegancia. Justo después en la secuencia, la ochentera ‘Beautiful People’, con sus animadas percusiones, es una desatada celebración de los clubs como vía de escape.
Ware tiene claro que las discotecas son lugares en los que desear y sentirse deseado. Al igual que en su predecesor, la sexualidad es uno de los principales temas que sobrevuelan el álbum. En la divertidísima, frenética y muy sexy ‘Freak Me Now’, se niega a dejar de sentir el calor corporal de esa persona a la que tanto desea en la pista de baile. De forma similar ‘Shake the Bottle’ encuentra varias frases memorables para describir su excitación sexual sin nunca resultar explícita. Mediante juegos de palabras y metáforas sobre agitar y descorchar botellas, es una canción juguetona y gamberra que funciona como un tiro dentro de la secuencia.
El mayor distanciamiento del dance llega en el penúltimo corte, con el R&B de ‘Lightning’, un tema estupendo que, si palidece ligeramente frente al resto, se debe únicamente al altísimo nivel que aquí se ofrece. Por último, cierra la fiesta ‘These Lips’, un clímax irresistible y sensual con una producción llena de imponentes secciones de cuerda y viento, explosivos coros e insinuantes suspiros.
‘That! Feels Good!’ nos sumerge en un gozoso mundo nocturno de cuerpos que bailan, sudan, se entrelazan y se desean. Jessie Ware firma otro trabajo refinado y exultante, con alma retro y de una alegría luminosa que, efectivamente, hace de la libertad un sonido y del placer un derecho.