The National comienzan su 9º álbum hablando de lo que ha sentido su líder Matt Berninger saliendo al escenario cada día, cuando estaba en una profunda depresión. Suenan unas tímidas notas de piano, Berninger parece decirse a sí mismo «no hagas esto más difícil, todo el mundo está esperando», Sufjan Stevens hace unos tenues coros, después. ‘Once Upon a Poolside’ nos está adentrando en un nuevo disco de los autores de ‘Boxer‘ y ‘High Violet‘, una obra que nos habla de madurez, de taras mentales, de crisis creativas y de la mediana edad.
Es otro álbum de The National que el grupo ha salpimentado con las voces amigas de Taylor Swift y Phoebe Bridgers, pero otro disco de The National al fin y al cabo. El punto de partida fue el momento en que Matt dio con el single ‘Tropic Morning News’, en principio guiado por una caja de ritmos a lo ‘Idioteque’, luego convertido en su clásica canción pop rock con una potente línea de bajo, algunos punteos de guitarras y mucha solemnidad. Este fue el tema que sacó a Berninger de su bloqueo total para escribir, el que les devolvió la ilusión y el que termina de meterte en el álbum.
También puso su granito de arena la lectura de ‘Frankenstein’ de Mary Shelley, la novela gótica publicada hace más de 200 años. Sus «dos primeras páginas» inmersas en el Polo Norte inspiraron a Matt, pues se encontraba en una neblina similar, más que perdido, y de ahí llegó a componer también ‘Your Mind Is Not Your Friend’. Curiosamente, puede ser la melodía menos inspirada de todo el álbum, pero al fin y al cabo es la que le da sentido, hablando de cómo una depresión puede ser hereditaria, advirtiendo de los peligros de nuestras paranoias: «tu imaginación es un lugar horrible».
Quizá The National se han hecho un flaco favor hablando con tanta honestidad de lo poco inspirados que han estado en los últimos años, pero ‘First Two Pages of Frankenstein’ sí vuelve a contener momentos embriagadores, y no gracias a sus coristas puntuales, un mero ornamento en lo artístico; una brillante estrategia en lo comercial, en tanto que pueden atraer a nuevos seguidores. Es curioso que justo después de cada uno de los dos temas con Phoebe Bridgers y el de Taylor Swift, el disco ofrezca algunos de sus mejores momentos. Sin necesidad de featurings. Aparte del single ‘Tropic Morning News’, la arrebatadora ‘Grease In Your Hair’, con la destacada batería de Bryan Devendorf; y finalmente la balada ‘Send for Me’, un oasis de optimismo como despedida, que Berninger quiere dedicar a su hija.
Antes de eso, como siempre, han logrado su cometido sus retratos de la incomunicación, de la ruptura, del dolor. ‘The Alcott’ recibe su nombre del bar del hotel en que dos personas que se han distanciado deciden reencontrarse, y ahí está muy bien Swift como parte del diálogo: «Te cuento mis problemas», dice él. «¿Me he convertido en uno de tus problemas?», responde ella.
‘Eucalyptus’ es un reparto de posesiones en medio de una ruptura, que incluye objetos físicos, pero también experiencias y recuerdos, de una «pantalla de televisión», a los «Afghan Whigs». También de recuerdos nos habla ‘New Order T-Shirt‘, algunos tan dolorosos como el de aquel verano «cuando lloraste en la playa y te recuperaste en segundos, y dijiste que todo estaba bien, pero yo sabía que no».
Por supuesto, The National revisten todo esto con unos preciosos arreglos de piano, puntualmente cuerdas, cajas de ritmos, brillantes guitarras eléctricas en el momento exacto. Se ha puesto de moda entre sus seguidores decir que están en «piloto automático», un poco como R.E.M. y U2 en los años 2000, cuando llevaban 20 años en esto, más o menos lo mismo que ahora The National. Pero hay cosas que no se pueden dar por garantizadas, como el precioso inicio indietrónico de ‘Alien’, que luego se eleva con otro efecto de batería real, o la maravillosa línea de guitarra de ‘Ice Machines’. En esta canción Matt Berninger está enumerando las cosas que no necesita, «máquinas de hielo», «altavoces», «testigos» o «perdón». Lo malo es que la última línea del estribillo es «no necesito nada, pero sí». Es en esos momentos de contradicción, cuando la música de The National continúa siendo casi tan poética como en los tiempos de ‘Fake Empire’ o ‘Mistaken for Strangers’.