Desde 2Pac a Justin Bieber pasando por Lauv, es casi un tópico que un artista joven nos cuente en sus canciones cuánto está «cambiando». Antes de todos ellos, David Bowie publicó su ‘Changes’ cuando tenía 24 años. Los «cambios» a que apela el grupo revelación fichado por Elefant Lisasinson tienen que ver con su vida personal y profesional. También con los que anhelan en el mundo. La formación del grupo ha cambiado desde que comenzaran en 2018 como Miriam (voz y guitarra), Mar (voz y guitarra) y María (batería y coros). De ellas ya solo queda Míriam Ferrero, junto a Paula Barberán, que se había unido más tarde.
Dúo de manera oficial, como vemos en la portada, cuarteto variable para los directos, Lisasinson ya no es una simpática manera de escribir el nombre de un personaje favorito de Los Simpsons. Su primer hit ‘Barakaldo’ supera el millón de reproducciones, que son los que deberían llevar también otras canciones de su mini LP -agotado en vinilo- ‘Perdona mamá’. Como ‘Discoteca’.
Si aquel mini-álbum tenía 9 canciones y duraba 26 minutos, ‘Un año de cambios’ se estira hasta las 12 pistas y los 33 minutos. Ya es su primer disco «en serio». Se extiende casi lo mismo que el debut de los Strokes; es más largo que el primero de los Ramones. La urgencia punk permanece en sus composiciones, ahora de sonido más profesional de la mano de Carlos Hernández, y en el caso de los singles, se mantiene la frescura propia de unxs debutantes.
Precedida de una intro y un timbre de colegio (¿ahí son Britney, Blink-182 o ambos?), ‘Se me ha muerto una flor’ habla de la necesidad de cuidarnos a nosotras mismas, ‘Últimamente’ presenta uno de los mejores estribillos del disco (el de «que mi gato no oliese a muerto como tú, a muerto como tú, como tú…»), y una de las secciones rítmicas más imponentes. Y ‘No sé muy bien‘ se supera porque no solo tiene un estribillo igual de bueno, sino un puente lleno de carisma y autoafirmación: «Ya no quiero ser moderna, ahora paso del post-punk / no me invites a tu puta fiesta, no soy parte de ese club».
Hablan las canciones de Lisasinson de modernidad, desamor y cotidianidad, hasta el punto de que algunas letras se recrean en la banalidad total. ‘Ya me da igual’ simplemente versa sobre alguien que no te felicita el cumpleaños y además se come todo lo vegano que hay en tu fiesta. ‘Canción de entretiempo’, pese a su bajo a lo Joy Division, hace de su estribillo zonzo su baza más adherente («Tengo calor y tengo frío, tengo todo menos tu cariño»).
Hasta el punto de que cuando incorporan temas más graves, los resultados no son tan buenos. ‘Mira chico’, su aproximación a las riot-grrrl, con su letra contra el mansplaining, es más necesaria como concepto que pegadiza. Lisasinson tratan de ofrecer algo diferente más veces, como el final contemplativo de ‘Todo mal’, más indie-rock, aunque su fuerte sigue estando en los singles principales.