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‘Succession’: un ejemplo de cómo cerrar bien (y a tiempo) una serie

La tentación de seguir estirando la historia de la familia Roy debe haber sido mucha. En primer lugar, desde un punto de vista creativo. El final de la serie tiene un cierre perfecto, pero no finiquita las posibilidades de continuar con la saga. No en vano, ‘Succession’ siempre ha sido una versión satírica, sofisticada y profundamente pesimista de culebrones como ‘Dinastía’ (220 episodios) o ‘Falcon Crest’ (227 episodios). En segundo, económicamente. Si bien ‘Succession’ no es la serie que más audiencia tiene de HBO (no es ‘The Last of Us’), sí es de las que más repercusión y conversación mediática genera, algo que luego se traduce en suscripciones.

Seguro que a su creador, Jesse Armstrong, le han ofrecido hacer la quinta temporada (lo que antes era un número redondo para las series de prestigio). Y casi seguro que ya hay algún ejecutivo de Warner barruntando la posibilidad de realizar un spin off a la manera de las exitosas ‘Better Call Saul’ o ‘La casa del dragón’. Por falta de personajes no va a ser: ¿el primo Greg? ¿El magnate tecnológico Lukas Matsson? ¿Logan de joven, al estilo de ‘El padrino II’?

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La cuarta temporada de ‘Succession’ ha rayado a gran altura. Misma refinada esgrima verbal (a veces pelea a navajazos en el barro), misma lucidez analítica y mismo equilibrio tonal que en las anteriores. Los personajes siguen siendo igual de mezquinos y detestables, pero también patéticos e infelices, tanto que los terminas comprendiendo e incluso cogiéndoles cariño. Y continúan las frases para enmarcar, la mayoría dichas por el personaje de Tom: “La información es como una botella de buen vino: la guardas, la escondes, la reservas para una ocasión especial y se la partes en la cara a alguien”.

En esta temporada, además, se ha rebajado un poco ese estilo de falso documental a lo Dogma o ‘The Office’, que estaba más pasado de moda que buscar pokémons. Armstrong y Mark Mylod -el director que más episodios ha realizado, conocido últimamente por la película ‘El menú’- han optado por un estilo más clásico, una puesta en escena casi invisible que le va mucho mejor. ‘Succession’ nunca ha sido una serie que destaque por su inventiva expresiva y sus imaginativas soluciones estilísticas, pero en esta ocasión hay una destacada excepción: la escena del avión del capítulo tres.

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Con todo (termino con SPOILERS), la serie ha mostrado en esta temporada algunos síntomas de agotamiento. La parte central, entre el inesperado giro del principio y los tres impresionantes capítulos finales (‘América decide’, que coincidió con las elecciones del pasado mayo en España, fue particularmente revelador), ha bordeado lo repetitivo. Mucho salivazo sarcástico y cuchillada verbal, mucha traición por aquí y por allá, pero poca sustancia y progresión dramática.

Por esa razón, la decisión de Armstrong de ponerle la guinda al pastel -¡y qué guinda!- me parece acertadísima. El círculo se cierra. La imposibilidad de la sucesión se confirma. No hay más rey que quien forjó el reino. ¡Qué suene la música de Nicholas Britell!

La tentación de seguir estirando la historia de la familia Roy debe haber sido mucha. En primer lugar, desde un punto de vista creativo. El final de la serie tiene un cierre perfecto, pero no finiquita las posibilidades de continuar con la saga. No...'Succession': un ejemplo de cómo cerrar bien (y a tiempo) una serie