“No tengo nada que aportar, soy simple decoración, un bulto en esta habitación” es una de las frases más sonoras contenidas en el debut de la cantautora canaria Yavanna Cubas Callero, conocida por el alias de yavy. En el transcurso de estos 25 minutos de música, yavy sí aporta algunas cosas.
En primer lugar, sus letras están llenas de historias cotidianas que bordean la tragicomedia. «Será porque me siento extraña, quedamos y no paras de meterte rayas” es una frase con la que no sabes si reír o llorar. La precariedad (laboral, psicológica, emocional) está muy presente en su imaginario.
Por otro lado, yavy sabe construir una canción que contiene un mundo propio dentro de sí misma. Por temática y sonido. Hay un poso funky, pero también de pop cuco a lo Julieta Venegas, en la simpática ’Te abandonaré (poco a poco)’, una canción que habla sobre dejar a alguien sin que esa persona se entere, sin que note el viento siquiera. Más uptempo, el mini himno de ‘Nadie está muy bien’ da una respuesta a que Britney Spears aparezca mencionada en la nota de prensa (quizá porque el beat remite vagamente al de ‘Womanizer’). Claro que, si algo define las canciones de yavy, es su artesanía.
yavy se vale del típico truco de mezclar mil cosas a la vez, pero le funciona. ‘Deja las drogas’ es puro indie-pop adorable, marcado por un punto naíf e infantil (ese teclado como midi) que resulta encantador. ‘Solo soy feliz (cuando no tengo tiempo)’ pasa del bolero a las guitarras acústicas y evoluciona hacia un final de dream-pop precioso que también incorpora guitarras eléctricas. Y ‘Soy pobre (y quiero un millón)’ -cuyo título lo dice todo- aún se acuerda del trap… pero solo para meterse en el terreno de la psicodelia.
El gran hallazgo de ‘Nada que aportar’ es ‘Arruguitas’, la pista inicial. No tantas canciones hoy en día hablan sobre la vejez, y esta lo hace con mucha poesía: “y cada vez tengo mas líneas en mi piel, y está más desconchada la pared” es una rima preciosa… que además se atreve a darle la vuelta al espejo concluyendo: “dime que tú no lo sientes”. La música mezcla pianos 70s y rayos de teclado cósmico y acaba con sorpresa, con un beat de funk carioca desbocado que no ves venir. ¿Seguro que no hay «nada que aportar» por aquí?