Si tienes la sensación de que la gira ‘Love On Tour’ de Harry Styles está durando 84 años, hay algo de verdad en ello: la gira se anunció en noviembre de 2019, pasaba por Madrid en mayo de 2020, no pudo realizarse debido a la “p”, después esta fecha pasó a febrero de 2021 y tampoco pudo llevarse a cabo debido a la “p”, y ‘Love On Tour’ llegó a Madrid finalmente en julio de 2022, justo hace un año… solo para, al mes siguiente, alargarse un tramo más, incluyendo dos fechas en España.
“Estos últimos tres años han sido los más increíbles de mi vida” expresó Harry anoche durante la celebración de su concierto en el Estadi Olímpic de Barcelona. No es de extrañar: Harry ha dado la vuelta al globo terráqueo, ha cantado la canción más exitosa de todo 2022 y ha ganado el Grammy a Álbum del año. La curiosidad por descubrir qué show trae el chico más popular del mundo es inmensa.
En medio de toda la vorágine de números 1, streamings contándose por los cientos de millones, galas de premios casi dedicadas, conciertos, presencia mediática, etc, ha visto la luz ‘Harry’s House’, por lo que se da la curiosa circunstancia de que Harry está presentando dentro de una misma gira dos discos a la vez, ‘Fine Line’ (2019) y el citado ‘Harry’s House’ (2022). Ambos discos son primos hermanos compartiendo una dirección creativa fijada en lo retro, en los años 60, 70 y 80, algo que queda claro antes de que Harry emerja en el escenario.
Sin hacer gala de una producción mastodóntica -el escenario se extiende simplemente con una pasarela que dibuja un cuadrado-, Harry ofrece efectivamente un espectáculo que mira al pasado del pop. Las plataformas esféricas instaladas en el escenario -en las que toca la banda- asemejan las de los platós musicales de los años 60, las que hoy solo vemos a través de vídeos virales o descubrimientos fortuitos en Youtube. Las pantallas proyectan imágenes igualmente retro, animadas, similares a las que introducían las películas de Alfred Hitchcock u otros directores de la época. Después pueden transmitir imágenes de un robot tipo Wall-E divagando por el desierto, pero, en general, el concepto de ‘Love On Tour’ es un regreso a la “golden” era de la cultura pop.
En este contexto, Harry asume encantado el papel de maestro de ceremonias divertido y encantador. Él es el chico perfecto para encarnar este arquetipo televisivo: afable, simpático, guapo, explota su vis cómica cuando quiere y siempre te saca una sonrisa. Harry se obsesiona con pronunciar la palabra “Barcelona” como si fuera “un turista americano que ha estado aquí una sola vez”. A sus fans recuerda que, si se encuentran mal, le avisen y para el show. A la mitad se asegura de que cada uno de los integrantes de su banda se hidrate debidamente.
Harry sale al escenario bailando, mirando hacia arriba, haciendo su movimiento de las pistolas, sacudiendo ligeramente la cadera, exudando confianza pero reservándose una pequeña dosis de esa timidez con la que le conocimos. El escenario lo escanea entero, de arriba a bajo, de un lado a otro: nadie se queda sin saludo. Ataviado con un ligero chaleco azul que descubre sus pectorales y múltiples tatuajes, enfundado en una mala idea llamada pantalón de cuero (dice que hace mucho calor), Styles sabe divertir y entretener apoyándose en un repertorio sólido y en un carisma innegable.
En ese lugar se ubica también un repertorio que empieza con un tema tan italiano como ‘Daydreaming’ y que transita sonidos que van del R&B psicodélico (‘She’) al disco (‘Cinema’) pasando por el pop de los ochenta (‘Late Night Talking’). Harry encandila especialmente en las canciones acústicas, como la preciosa ‘Matilda’, una de sus favoritas, porque vocalmente son más cómodas para él. Digo esto porque Harry evita realizar ciertos agudos durante el show, como los del estribillo de ‘Adore You’, probablemente para no machacarse la voz demasiado pronto. A ‘What Makes You Beautiful’ llega a duras penas. Todo sea por lucirse en ‘Sign of the Times’, ya en el bis. Ahí es donde mete sus desahogos rockeros: primero suena ‘Kiwi’… y resulta que ‘As it Was’ no es el baño de masas final: Harry regala a sus fans una interpretación de ‘Medicine’ que provoca la histeria colectiva.
Sobre todo, Harry es responsable con sus fans, a las que sabe reconocer y cuidar sin pasarse de la línea, aunque le lluevan objetos de todo tipo durante todo el show, de gorros de cowboy a boas de colores pasando por inflables con forma de plátano o la bandera LGBTQ+, que Harry pasea con orgullo. Ninguno le da en el ojo ni en los genitales, por suerte. Harry dedica un segmento del concierto a leer las pancartas que han traído sus fieles y a interactuar con ellas. Con las de las primeras filas, claro. Una fan afortunada consigue que Harry lea su nota final de grado delante de 56.500 personas. Grabando el momento con el móvil como buenamente puede, la chica se queda a un guiño de ojo de Harry del desmayo, pero todo bien.
La poca presencia de canciones de su debut en el concierto demuestra que el éxito de Harry Styles ha sido realmente progresivo, acorde con la madurez de él y el de sus fans. Durante el show no puedo dejar de pensar en que tanto ‘Fine Line’ como ‘Harry’s House’ son ya dos álbumes icónicos, y ‘Love On Tour’ es por tanto una gira histórica, la plena realización de ese muchacho afable que sabe dar un show a la altura de las circunstancias. Eso, hoy, también está fuera de discusión.