Música

Jessy Lanza / Love Hallucination

Jessy Lanza es una de esas artistas que allá por 2013 supieron decirnos algo nuevo del pop electrónico. La suprema elegancia de sus producciones, su reconocible falseto, su evidente admiración a Janet Jackson, convirtieron su debut ‘Pull My Hair Back’ es un clásico del sello Hyperdub (Burial, Kode9). Después, ‘Oh No’ (2016) nos dio ‘It Means I Love You’, uno de los mayores pepinazos de la pasada década. ‘All the Time’, su tercer disco, siguió una línea más pop, casi por defecto, dándonos otro hit del calibre de ‘Lick in Heaven’.

Lanza, que es canadiense, de Ontario para más señas, entonces se había mudado a California, pasando de Bay Area (San Francisco) a Los Ángeles durante la pandemia. Fue en esa época en que Lanza empezó a componer las canciones que hoy forman parte de su nuevo disco, ‘Love Hallucination’. Algunas las escribió para otros artistas pero, por razones contractuales, no puede revelar nombres.

Curiosamente, la canción más pop del disco, Lanza dice que no se la ofreció a nadie. Y normal, porque ‘Limbo’ es un caramelo de pop ochentero que te hace desear haber vivido la época inicial de Whitney Houston o del ‘Forget Me Nots’ de Patrice Rushen. Sobre todo porque, en general, las canciones de ‘Love Hallucination’ rara vez son tan inmediatas.

‘Don’t Leave Me Now’, que abre contándonos la historia de un casi atropello, abre con un beat nervioso inspirado en el footwork, uno de los estilos favoritos de Lanza. Es otra de sus producciones finas como la seda -Jonny Greenspan vuelve a acompañarle en los créditos- e incluye un elegante motivo de piano que suena reconfortante. Esa misma sensación deja ‘Midnight Ontario’, que parece una versión pop de Burial, pues consigue capturar la magia de pasear por una ciudad hipormoderna a altas horas de la noche, mientras llueve.

Después las canciones van tomando diferentes formas. Y algunas quedan más claras que otras. ‘Casino Niagara’, que narra un romance furtivo, es otra de esas slow jams de R&B nocturno que a Lanza tan bien se le dan: esos teclados suenan a puro lujo. ‘Gossamer’, que aparece más adelante, incorpora beats que remiten al Minneapolis funk de Prince, muy aptos para una historia sobre la ansiedad: “todas mis preocupaciones, me van apareciendo en la cabeza, mientras no hago nada”.

Luego es cierto que a Lanza le siguen quedando canciones demasiado difuminadas: no hay mucho a lo que agarrarse en el funk de ‘Don’t Cry on My Pillow’, ‘Big Pink Rose’ es graciosa pero parece una improvisación inacabada, y lo mismo se puede decir de ‘I Hate Myself’, una canción que recibe su título de una frase de ‘Wild Horses’ de Prefab Sprout, con la que poco hace realmente. Lanza podría sacar un disco de hits si quisiera, pero, de momento, parece que no quiere.

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Publicado por
Jordi Bardají
Tags: jessy lanza