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‘Monstruo’: Koreeda, mejor cuando antepone emoción a piruetas

Tras ganar la Palma de Oro con ‘Shoplifters (Un asunto de familia)‘, Hirokazu Koreeda rodó una película en francés (‘La Verité’), otra en coreano (‘Broker’), y este año ha vuelto a su idioma con la que es sin duda la mejor de estas tres. Con ‘Monstruo (Kaibutsu)’, el director japonés ha vuelto a competir por la Palma de Oro y, aunque no la ha ganado, sí se ha llevado la Palma Queer de Cannes (conseguida en el pasado por obras maestras como ‘Carol‘, ‘Laurence Anyways‘, ‘Retrato de una mujer en llamas‘ o ‘120 BPM’), además del premio a Mejor Guión. Curioso esto último porque, por primera vez en su carrera desde su debut, este guión no lo firma él (se encarga Yûji Sakamoto) y porque el guión y, concretamente, la estructura de ‘Monstruo’, puede ser, según a quien preguntes, su mayor fortaleza, su punto débil, o ambas.

En mi caso, aun entendiendo por qué elige Koreeda una estructura con la que ya había jugado previamente y que aquí tiene mucha relación con los prejuicios, pienso que la película funcionaría igual o incluso mejor con una estructura más convencional, puesto que lo que la sustenta no es tanto la sucesión de piruetas narrativas (a veces tramposas), sino el corazón de la historia. En este sentido, es difícil hablar de ‘Monstruo’ sin hacer spoiler, pero podemos decir que el relato comienza cuando Saori se empieza a preocupar por el estado de ánimo de su hijo Minato, en cuyo cambio de comportamiento parecen estar implicados, por distintos motivos, su profesor, la directora de su colegio y, sobre todo, su compañero de clase Yori.

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Es en el reparto donde ‘Monstruo’ tiene una de sus grandes bazas. Sakura Ando carga con el (a priori) peso principal como Saori, mientras Eita Nagayama y Yuko Tanaka van ofreciendo más capas de sus personajes a medida que el punto de vista cambia en la película – es inevitable acordarse de ‘Rashomon’. Pero los que se roban esto (de ahí el “a priori”) y hacen que ‘Monstruo’ te llegue más que cualquier giro de guión son Soya Kurosawa y Hinata Hiiragi, los niños que interpretan a Minato y Yori.

La película funciona infinitamente mejor cuando están ambos en pantalla, y las secuencias en el vagón pueden ser de lo mejor que ha filmado Koreeda; toda esa parte desborda autenticidad, ternura y sutileza. Sí que tengo un problemilla ético con el final, como lo tuve con cierta película europea que abordó recientemente el mismo tema (aunque lo encuentro mejor manejado en ‘Monstruo’, y no me extiendo para evitar spoilers).

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Toda la delicadeza que Koreeda emplea en contarnos esta historia se ve además redondeada por la estupenda banda sonora del maestro Ryuichi Sakamoto, fallecido a principios de año, siendo ‘Monstruo’ su última BSO. Al parecer, Sakamoto no se veía con fuerzas para sacar adelante una banda sonora al completo, pero acabó enviando dos composiciones para piano y usando canciones de sus anteriores discos (incluido el último, ’12’) para completarla.

En definitiva, ‘Monstruo’ es un paso adelante en la carrera de Koreeda, adentrándose en ciertos territorios por primera vez y saliendo airoso de lo que podría haber sido un desastre. Una pena que el empeño en mantener esa estructura y en sorprender lastre su valor general, impidiéndole ser la obra redonda que sí es en algunos momentos de la película: los protagonizados por los niños.

Jamie xx / In Waves

Floating Points / Cascade

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