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‘Poker Face’ recupera con estilazo el espíritu de ‘Colombo’ y ‘Se ha escrito un crimen’

Richard Levinson y William Link son los creadores de dos de las series más icónicas de la historia de la televisión: ‘Colombo’ y ‘Se ha escrito un crimen’. La primera es un hito de la ficción criminal, la serie que llevó a más altas cotas el mecanismo narrativo del howcatchem, “cómo-lo-atrapa”, en contraposición al clásico whodunit, «quién-lo-hizo». La nómina de directores de la serie es alucinante: Steven Spielberg, John Cassavetes, Jonathan Demme, Richard Quine… La segunda, ‘Se ha escrito un crimen’, era más convencional, pero funcionaba muy bien como reelaboración de las novelas de Agatha Christie protagonizadas por Miss Marple.

Rian Johnson, a punto de cumplir 50 años, creció con estas dos series. Hábil “reformulador” de los códigos genéricos –el hard-boiled en ‘Brick’ (2005), el thriller de ciencia ficción y viajes en el tiempo en ‘Looper’ (2012), la aventura espacial en ‘Star Wars: Los últimos Jedi’ (2017)-, el director reinterpretó con gracia el universo de Christie y de ‘Se ha escrito un crimen’ en la exitosa saga ‘Puñales por la espalda’.

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Ahora, con ‘Poker Face’ (SkyShowTime), es el turno de ‘Colombo’. Johnson hace un homenaje explícito a la serie protagonizada por Peter Falk. No solo por su estructura narrativa de “misterio invertido”, donde primero vemos la ejecución del crimen y luego su esclarecimiento, sino también por otros detalles: la tipografía de los créditos, la caracterización de la protagonista (una fabulosa Natasha Lyonne, conocida por ‘Muñeca rusa’), las estrellas invitadas y otros guiños para muy fans como que suene en el casino ‘This Old Man’, la melodía tradicional que el teniente Colombo silba cuando ya sabe quién es el culpable.

‘Poker Face’ es una serie que parece de otra época. Pero no es un simple pastiche sustentado por la acumulación de guiños cómplices, ni una reelaboración nostálgica para boomers con morriña, ni un ejercicio estilístico desfasado amparado en el gusto por lo retro. ‘Poker Face’ se parece más al cine de Tarantino. Una gozosa relectura de unos códigos estéticos y mecanismos narrativos del pasado, trasladados al presente a través de una cuidadísima puesta en escena, unas tramas llenas de giros ingeniosos, un discurso social contemporáneo (de género, de clase) y un sentido del humor muy actual.

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En suma, que no hace falta haber visto ‘Colombo’ o una serie parecida para disfrutar de los diez episodios de ‘Poker Face’. Incluso a las generaciones más jóvenes, que se han formado con otro tipo de televisión, les puede resultar “novedosa” esta forma de narrar, tan alejada del formato serial actual (aunque se mantenga una ligera trama diacrónica).

‘Poker Face’ ha sido el éxito sorpresa de este año en EEUU (es de la plataforma recién creada Peacock, de NBCUniversal). Natasha Lyonne ha sido nominada como mejor actriz en los Emmy y la serie ha sido renovada por una segunda temporada. ¿Será el inicio de una nueva tendencia en la ficción televisiva: actualizar formatos pasados de moda? Apuesto por la próxima: la sitcom, con risas enlatadas incluidas.

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