El debut de SanIsidro aspira a capturar esa magia de lo atemporal. Lo consigue de dos maneras. Por un lado, en ‘Sambori’ las influencias son tradicionales pero globales. El mediterráneo, en un sentido amplio, pero también Centroamérica o el Sahel, caben dentro de su discurso. Por otro, el valenciano Isidro Rubio cree en el menos es más: no porque el disco sea rico en instrumentos es un escaparate. Las canciones no renuncian a su sencillez. Él dice que le gusta cuando el público le dice que sus canciones le recuerdan “a lo que escuchaba mi abuela o a los villancicos”.
Isidro Rubio se da a conocer tocando en bandas de punk y rock n’ roll como Wau y Los Arrrghs!!!, pero, en 2014, cuando se encuentra residiendo en Berlín, decide emprender un proyecto en solitario en el cual explorar cómodamente sus intereses musicales. En 2020 publica su primer epé, ‘a lo pesau, a lo bajo y a lo llano’ (Slovenly Records), en que las influencias ya van del folk ibérico al rebetiko griego.
Villancicos no hay en ‘Sambori’, pero no sería una sorpresa que el disco -publicado por La Castanya- incluyera al menos uno. Las percusiones de los cascabeles y las panderetas están muy presentes en el largo. ‘Los pies de Cristo’ es una canción escrita alrededor de una pandereta. Sin embargo, también suenan congas, ruanes, darbukas y otros instrumentos. En ‘Sambori’, SanIsidro se propone difuminar géneros y también fronteras, hasta que es prácticamente imposible situar una influencia en un punto concreto del mapa.
El título de ‘Sambori’ sabemos que es el nombre que recibe en Valencia el juego de la rayuela. Después, el disco coge el vuelo a mil lugares. ‘La qüestió atàvica’, la canción que sucede al «preludio», San Isidro la empieza a componer en clave de pregón valenciano. Lo que le sale es una “marcha mora rara” empapada de influencias del spaghetti western. Cuando canta que “no tiene remedio”, que su amor por la música del pasado no tiene fin, es imposible no creerle.
Lo sigue confirmando en las diferentes pistas. ’Puente de plata’ es un precioso bolero… que también tiene algo de son cubano y de rock anatoliano. En ‘Ai, valent!’, SanIsidro explora la escala de grises entre Lee Hazlewood y el tex-mex. Y puedes estar convencido de que ‘¡Siempre adelante!’ suena al rock de Mdou Moctar… hasta que Rubio cuenta que en realidad se inspira en la música de la folclórica tejana Lydia Mendoza y en el tango mexicano.
En ‘Sambori’, la voz de San Isidro suena extrañamente lejana, contenta de situarse detrás de la instrumentación. Rubio no la decora con mil efectos, pero sigue transmitiendo un aura casi fantasmal. Las canciones, aún inspiradas en la tradición, como esa ‘Solitària’ que bebe de la lírica perversa del country tradicional, no se desprenden de cierto sabor iconoclasta. Puede que aún haya algo de punk en SanIsidro, pero si él es un artista al que se podría encuadrar en la outsider music, es evidente que esa no es su intención.
SanIsidro estará actuando el 15 de diciembre en Siroco (Madrid), el 23 de diciembre en la Sala Vol (Barcelona) y el 27 de enero en 16 Toneladas (València).