Cuando salió ‘La casa de las flores’ estábamos encantadas todas con los De La Mora, “ga-nas tiene la Julie-ta” se convirtió en una frase imprescindible del día a día, y Netflix le dijo “¡a mis brazos!” a Manolo Caro. Lo que vino después, en cambio, no fue tan bueno: las siguientes temporadas de ‘La casa de las flores’ se alejaron considerablemente del nivel de la primera, ‘Alguien tiene que morir’ tuvo un recibimiento bastante tibio, y del recibimiento de ‘Érase una vez… pero ya no’ mejor no hablar. ‘Sagrada Familia’ llegó el año pasado sin muchas expectativas, y con toda la pinta de tener una única temporada, pero Caro salvó los muebles tanto en esos episodios como en la segunda temporada que se ha estrenado este otoño en Netflix.
La serie comienza cuando, a finales de los 90, una misteriosa familia se muda a un barrio de alto nivel adquisitivo de Madrid, con nuevos nombres y (la intención de comenzar) una nueva vida, sin saber que los fantasmas del pasado les están siguiendo la pista. A partir de ahí se construye un thriller con multitud de giros, subtramas amorosas y ciertas dosis de Ryan Murphy (hasta el punto de que el personaje de Macarena Gómez y su hijo parecen estar en otra serie, como si una temporada de ‘American Horror Story‘ estuviese haciendo crossover con ‘Sagrada familia’).
Uno de los aciertos de la ficción es su reparto, capitaneado por Najwa Nimri. La mirada de Manolo Caro a Najwa se siente como una mirada a algo que te fascina, y entre los dos parecen haberse entendido a la perfección. Najwa sabe muy bien cómo sostener algo excesivo y, aun cuando la serie desbarra, ella se encarga de cogerte por las pelotas para que no te des cuenta. Pero también destacan Alba Flores (nuevo encuentro entre las dos), Miguel Ángel Solá, Álex García y el cuarteto adolescente formado por Carla Campra, Iván Pellicer, Álvaro Rico y Pol Hermoso (una de las incorporaciones de la segunda temporada junto a Abril Zamora y Daniel Grao).
Precisamente los hermanos y sus parejas son los protagonistas de una de las mejores escenas de la serie, y de la carrera de Caro en general, una conseguidísima secuencia sexual a ritmo de ‘Voyage, voyage’ de Desireless que sabe transmitir el deseo y no se queda en unos modelos haciendo como que follan con música cara de fondo – al contrario que el 99% de escenas sexuales de Netflix-. Supongo que el director es consciente de eso, porque en la segunda temporada le hace un guiño, añadiendo un cambio de rol que sigue siendo bastante tabú en la ficción (en la realidad sabemos que no) respecto a las parejas heteros.
Además del temazo de Desireless, suenan en la serie también Laura Marling, Gloria Trevi o Mecano (hay más de una referencia a la banda madrileña, de hecho). Todo esto junto a la banda sonora original compuesta por Lucas Vidal, que se acentúa en una segunda temporada con aún más giros de guión, y sus correspondientes blasts from the past) que, aparentemente, desembocan en un final cerrado. No es la serie del año, pero si estás buscando una serie que te enganche, ‘Sagrada Familia’ lo hace y mucho, suponiendo una recuperación de Manolo Caro que esperamos signifique mejores series en el futuro.