Música

OT Gala 6: la zona de confort

Hay tres lugares en los que salir de tu zona de confort es súper importante: los cuadros de Mr Wonderful, los cursos de life coach y OT 2023. Todo el mundo quiere que los concursantes salgan de ella. Pero anoche los que más salieron de su zona de confort fueron los pezones: en la sexta gala de OT 2023 se vieron más que en las 157 galas anteriores juntas. Nueve, para ser exactos. ¿Pero por qué le ha dado a todo el mundo con que esta sea la edición en la que hay que salir de ella a toda costa? ¿En qué momento Rosa, Chenoa, Bisbal, Bustamante, Nuria Fergó, Manu Carrasco, Beth, Ainhoa, Nika, Tony Santos, Sergio Rivero, Soraya, Idaira, Fran Dieli, Edurne, Lorena, Daniel Zueras, Leo, José Galisteo, Virginia, Pablo López, Chipper, Brenda Mau, Aitana, Miriam, Alfred, Ana Guerra, Famous o Miki salieron de su zona de confort? ¿Acaso no es bastante con que canten «Quédate«?

La actuación grupal llevaba toda la semana prometiendo dosis industriales de, como dicen los jóvenes, lache. Sin embargo quedó realmente simpática. O eso, o en pleno ecuador de la edición ya nos hemos encariñado tanto con ellos que hemos entrado en esa hipnosis colectiva que azota España solo durante las mejores ediciones de OT. Sí, la misma que hace 5 años nos hizo creer que Ana Guerra era Madonna. La cara de bochorno de Bea en los pases de micros se viralizó porque es muy fácil identificarse con ella: Bea nos representa a muchos en cada una de las miles de ocasiones de este verano en las que hemos tenido que escuchar «Quédate», una canción que solo tiene sentido si tienes un cubata en la mano (y, a ser posible, si ese cubata es el sexto). Encima, si no la bailabas, tus amigos te miraban como si fueses un alienígena. Y es injusto, porque hay que derribar de una vez por todas el tabú: «Quédate» es imposible de bailar. Está hecha para que bailen los hombres que todavía creen que bailar es de mariquitas.

En el escenario Bea abrió la actuación con menos vergüenza que en el pase de micros, pero aun así tenía cara de nominada. Paul, a quien la semana pasada nominaron por histriónico, decidió que “histrionismo el que tengo aquí colgado” y botó con un ímpetu que convertía al Neng de Castefa en Mijaíl Baryshnikov. Todos llevaban gafas de sol, quizá para superar la vergüenza. Excepto Naiara, claro. Sus gafas de sol son la raya del ojo. La iluminación impedía verles las caras con claridad y el resultado fue como entrar en el interior del cerebro de alguien a quien le han dicho “tómate un cuarto” y se la ha tomado entera.

Chenoa dio la bienvenida al jurado y Buika, más Rita Repulsa que nunca, animó al público a “sentir el poder”. A lo que se refería, claro, es al poder de su coño. Pablo Rouss por su parte señaló que los concursantes se lo están “poniendo muy difícil” porque “hay mucho talento”, que es lo mismo que ha dicho en las seis galas.

Para su tercera nominación, Álex Márquez eligió una versión a piano y voz de la misma canción que ha cantado en las dos anteriores. Y lo hizo igual de bien. Fue una actuación pensada para la embajada de Estados Unidos la próxima vez que venga Glenn Close. Nada más. Y nada menos. Porque Álex es la adaptación musical de ir a ver las luces de Navidad de Madrid, hacer cola en Doña Manolita y comerse un chocolate con churros en San Ginés. Abrió los brazos para demostrar sentimiento y dejó asomar el primer pezón de la noche. Al terminar, Chenoa le preguntó si la música cura el alma. Pues Chenoa, si Álex ha elegido ‘Contigo’ de Pablo Alborán y Sebastián Yatra es evidente que considera que efectivamente la música cura el alma. La música todo locura. Y mi color favorito es verte. Después Chenoa le preguntó que qué ha aprendido en la academia y él respondió que a salir de su zona de confort.

Mira. Basta ya.

Anoche España asistió al funeral oficial del término “zona de confort”. Es imposible que vuelva a significar nada nunca más. ¿En qué momento ha salido Álex Márquez de su zona de confort? ¿Cuando se dejó convencer por la maquilladora para ponerse sombra plateada en los lagrimales? Otra cosa que OT 2023 está a punto de aniquilar es las actuaciones a piano y voz. Anoche hubo tres. Tiene sentido que los concursantes quieran apostar por ellas (aunque en España sencillamente no hay mercado para ese estilo fuera del escenario de OT), porque consideran que se pueden lucir vocalmente y que transmitirán muchas emociones quebrando la voz, cerrando mucho los ojos y ladeando la cabeza. De hecho algunas de las mejores actuaciones de OT han sido a piano y voz: ‘Para tocar el cielo’ de Joan Tena, ‘Estoy’ de Iván Santos, ‘Amorfoda’ de María Escarmiento. Pero si hay tres en cada gala se disipará su impacto. Y si todo el mundo fuera Amaia, Amaia no sería Amaia. Que ella consiga que parezca fácil lo que hace no significa que lo sea.

Y por supuesto que Paul eligió una canción a piano y voz. Contó que la tenía elegida desde que Billie Eilish la lanzó en 2018, una confesión que le humaniza y también lo convierte un poco en una parodia de concursante de OT. Pero Finneas escribió ‘When The Party’s Over’ para que la cantara Billie Eilish, lo cual hace casi imposible que alguien la versione sin parecer una fotocopia con los cartuchos desgastados. Porque si todo el mundo fuera Billie Eilish, Billie Eilish no sería Billie Eilish. Manu Guix prometió que se venía “Paulazo” con la misma ligereza con la que, semana tras semana, los profesores advierten de “galOTe”. Por supuesto esa actitud es imprescindible en OT, un programa que por encima de todo funciona en base a la ilusión, pero también hay que tener en cuenta que si todo es increíble nada lo es.

En su actuación, Paul expuso todos sus talentos y todas sus carencias como artista. Se sumergió en la letra, acompañó su vulnerabilidad con subidas y bajadas de piano y hasta consiguió que olvidásemos que su look consistía en 50% Frodo cuando se pone la cota de malla de Mithril (es una referencia heterosexual, sorry) y 50% rollo de papel albal yasssificado (esta sí la has pillado). Pero la actuación le quedó algo calculada, especialmente en ese suspiro dramático final. Que igual no estaba calculado, pero con Paul todo lo parece. La elegantísima iluminación estuvo de su parte (el morado invadió el escenario y contrastó con el naranja que salía de dentro del piano) e hizo que Paul estuviese más guapo que nunca. Más estrella que nunca. Luego se sentó en el sofá con Chenoa y la iluminación del plató desbarató todo su look, que de repente parecía el envase de un pollo asado para llevar cuando ya has rebañado todo el pollo.

Lucas se ha cortado el pelo. Estas seis palabras no significan nada para nadie, excepto para la gente que anoche vio OT. Para ellos lo significan todo. El cambio de look de Lucas debería considerarse una tercera orientación sexual. Su aparición en el escenario fue como cuando la protagonista de ‘Alguien como tú’ se quita las gafas: todos sabíamos que era guapa, pero no sabíamos cuánto. Y eso que el peinado no era particularmente favorecedor (es el mismo que se puso Manu Carrasco cuando decidió que quería que le llamásemos Manuel Carrasco).

Quizá ‘Eye Of The Tiger’ habría funcionado mejor con él en solitario, porque es una canción que en dúo pierde fuerza. A Lucas y a Bea les faltó energía. Parecía que no supieran qué hacer con sus cuerpos. No ayudó que la versionasen a un tono tan bajo. Tampoco ayudó que los bailarines intentasen parecer malotes de barrio y se quedasen en una clase de body pump de un gimnasio de Móstoles. A Bea la vistieron, una semana más, como a la asistente a una despedida de soltera que no quiere estar ahí. Pero pasó algo con Bea anoche. No pareció cómoda en ningún momento. Que alguien la devuelva a su zona de confort cuanto antes, que es bien bonita.

A Juanjo y Ruslana les cayó la actuación “tenéis que ser súper sensuales” de la semana. Juanjo canta muy bien, pero le empieza a pesar el síndrome del cantante de reality: su objetivo máximo es siempre lucirse él. Esto le desconectó de Ruslana y por momentos parecía que estaba intentando eclipsarla. Buena suerte. Quizá os acordéis de aquella noticia de 2008 de un hombre que entró en un prostíbulo de Granada con una pistola gritando “Aquí esta noche manda mi polla”. Muy bien. Pues Ruslana pisó ese escenario como si estuviese dispuesta a aniquilar a ese señor asfixiándole con sus muslos.

Llevaba un vestido impresionante de raso y encaje (cuando vestuario acierta, hay que aplaudirlo) con una raja hasta la cadera que ella aprovechó como si llevase 20 años en un cabaret de Berlín Oeste en vez de ser una ucraniana canaria de 18 años. Todo el escenario era del color del pelo de Ruslana. Ha habido muchas cosas en el plató de OT en 22 años, pero pocas veces se ha visto invadido de tanto glamour como cuando Ruslana caminó como si fuera Elizabeth Taylor en ‘La gata sobre el tejado de zinc’. Juanjo, por el contrario, caminaba como un captador de ONG. Cuando se sentaron en el sofá, hubo un detalle de Ruslana que la coronó como la estrella de la noche: cuando abrazó a Juanjo y le dijo “te amo con la vida” no se lo dijo al oído. Se puso el micro en la boca. Eso es algo que habría hecho Rocío Jurado con Lola Flores en ‘El coraje de vivir’. Eso es lo que hacen las folclóricas, para las que todo es performance para el público. Por supuesto Ruslana no lo hizo con esa intención tan calculada. Y precisamente por eso es una estrella. Es lo más cercano a una Aitana que hay en esta edición de OT.

Y del Berlín Oeste pasamos a… ¿el antiguo Egipto? O más bien al Egipto de Port Aventura. Cris y Naiara cantaron ‘El farsante’ atrapados en una de las escenografías más desconectadas no ya de la historia de OT, sino de la historia de la música. La premisa probablemente se inspirase en el videoclip de ‘Dark Horse’ de Katy Perry. Los tatuajes de Naiara se convirtieron en jeroglíficos y Cris pegó un salto cualitativo que de repente lo colocó a la cabeza de la competición. Porque como bien dijo Edurne (uno de los jurados invitados más pertinentes) el reguetón es un regalo envenenado porque abusa mucho del autotune y porque pocos concursantes de OT podrían haber sobrevivido a la frase “Eres la única persona que yo quiero que se venga encima de mí”. Probablemente solo Cris y María Escarmiento. Cris y Naiara no tuvieron demasiada química pero lo suplieron con una actitud muy disfrutona. Muy de pronunciar “versés” en vez de Versace. El flow natural de Cris y el deje flamenco de Naiara le dieron una nueva vida a una canción que parecía un billete sin retorno a la nominación. Y dio auténtico gusto escucharlos.

Toda la ropa que ha llevado Naiara en el concurso da la sensación de que podría arrancarse de un tirón. Pero es que lo que le pusieron anoche parecía sacado del armario de María Abradelo. Ella jugó al límite con el vuelo de su falda, ya fuese por intuición o porque lo había ensayado en el baño, e incluso se dio un manotazo casual para levantársela en un movimiento que a estas alturas debería patentar y llamarlo “tris-tras”. Ella es la concursante que más claro tiene lo que está haciendo en cada momento, desde los andares (Naiara camina con el coño por delante cuando la cámara la enfoca de frente y con el culo en pompa si la cámara la coge de espaldas) hasta los primeros planos en los que aprovecha al máximo una belleza que solo puede definirse como “filtro de Instagram humano”. Si Naiara fuera Cleopatra, su sarcófago tendría forma de twerking. Porque ella no sabe dejar de mandar y anoche tenía claro que en ese Egipto era ella quien ponía las pirámides. Dan ganas de que la Comunidad de Madrid retome el proyecto de Eurovegas solo para que Naiara tenga trabajo fijo allí. Hay que reconocer, eso sí, que nadie ha tenido un repertorio más a favor que ella en lo que llevamos de concurso.

Cantar ‘Flowers’ de Miley Cyrus en OT parece una buena idea en teoría, pero no lo es en la práctica. No lo es en absoluto. ‘Flowers’ fue la canción más escuchada del año pasado por dos motivos:

Es una canción redonda.

Su modulación tenue es perfecta para literalmente cualquier situación de la vida cotidiana (sufrir una ruptura, tomar copas con amigos en casa, fregar los cacharros, prepararse pasa salir, merendar con tu madre) y por tanto nadie la pasa nunca cuando empieza.

Y es precisamente esa modulación tenue lo que hace que sea una mala idea cantarla en un talent show. Especialmente a dúo. Especialmente acompañados de un cuerpo de baile que se pasa los tres minutos regalándose flores como si vivieran en el Londres de entreguerras. Seguramente la única indicación que recibieron fue “os gustan mucho las flores”, pero es que se comportaban como si no hubiesen visto una flor en toda su vida. Y ya cuando empezaron a olerlas se pusieron tan alegres que parecía que dentro de los ramos había popper. Ojalá les hubieran puesto micros a los bailarines para ver si realmente estaban hablando o solo haciendo mímica. Eso habría sido más interesante que la actuación en sí.

Violeta no estuvo bien. Álvaro tampoco. Pero él sonrió mucho y lo cierto es que a veces basta con una buena sonrisa a tiempo para salvar una actuación a medio gas. No supieron vender una historia. Estaban en canciones distintas. La sonrisa de él contrastaba con el rictus de ella (Violeta es ese tipo de artista que cree que intensidad equivale a fruncir el ceño) y las voces pregrabadas sonaban a un volumen mayor que las suyas. El resultado fue la actuación más karaoke de la noche. Y ni siquiera parecían dos amigos divirtiéndose en un karaoke, sino dos desconocidos que habían elegido la misma canción y se vieron obligados a compartirla. En su defensa, eso sí, hay que decir que nadie habría brillado con esa canción. El mayor éxito habría sido aprobar por la mínima. Y no lo consiguieron.

Y hablando de canciones trampa, ‘Alors On Dance’. Martin sufrió mucho durante los ensayos de una actuación que le pedía, esencialmente, que fuese otra persona. Y esa persona es Jennifer Lopez. Martin fue el único de la noche que salió de zona de confort. O mejor dicho, le arrancaron la ropa y le empujaron fuera de ella. Y lo cierto es que Martin sacó adelante la que podía haber sido una de las actuaciones más bochornosas de la historia de OT. ¿Que cómo lo consiguió? Pues sin dejar de ser él mismo. Acertó al no intentar ser un fucker, sino que adoptó el papel de chaval que sale por primera vez por el ambiente y guarrea consigo mismo pero con los ojos cerrados porque le da pudor: se acariciaba mucho, pero nunca el paquete. Porque es Martin. Y eso hizo que la actuación brillase, aunque no como la de una estrella del pop sino como la de un concursante de Operación Triunfo. Y Martin es, de momento, muchísimo mejor concursante de OT que estrella del pop.

Hay que tener muchas agallas (y esa cara) para atreverse a hacer todo lo que hizo en un programa de televisión nacional. Sí, se notaba mucho que estaba contando los pasos y mirando de reojo a la barra que le tocaba a continuación, pero le echó morro y encanto y se metió al público en el bolsillo (que es su mayor talento en realidad). Era como si los ensayos hubieran consistido en pasarse una semana viendo ‘Saltburn‘ y mirando las últimas fotos de Pol Soto en Instagram. Fue, a su manera, un “Martinazo”. Casi consiguió que olvidásemos que Lucas se ha cortado el pelo. Nada más sentarse en el sofá volvió en sí y le dijo a Chenoa: “¡Todavía estoy descalzo!”. El realizador pinchó un plano de sus pies, peludos como los de un hobbit, y lo alargó hasta hacer sentir sucios a muchos espectadores. Si alguna vez habéis subido una story descalzos, seguro que alguien os ha escrito indicándoos que no hay que publicar pies gratis en Instagram. Porque, por lo visto, si eres lista los pies dan dinero. Pero Martin no lo sabe. Y esa ingenuidad es lo que le va a llevar hasta la final sin despeinarse.

Chenoa salió de su zona de confort en dos momentos: cuando se puso ese top de plumas hipnóticas que debían de hacerle muchísimas cosquillas en los brazos (su mejor look de la temporada hasta el momento) y cuando despidió a Álex diciéndole “Tienes mucho carisma”. Álex salió con un 82%, un resultado opuesto al que esta crónica vaticinó hace siete días pero que nadie debería tener en cuenta porque, parafraseando a la propia Chenoa, soy humana y quiero pensar que de lo que carezco en videncia lo compenso con entretenimiento. “Te vas a ir con Masi a la green room” le dijo, como si no tuviera suficiente con ese 82%.

Masi avisó de que estaba “muy nerviosa” (así que Chenoa se puso a tres metros de ella) y de que esta semana los tres favoritos tendrían “una clase muy especial” a la que asistiría la propia Masi. Esperemos que esa clase no sea de meditación. El favorito es Martin con un arrollador 41,3%, una noticia que él recibió sonriente pero en absoluto sorprendido porque por lo visto toda la vida de Martin ha sido un arrollador 41,3%.

Buika estuvo más tranquila que de costumbre, aunque cuando le dijo a Álvaro “un juramento te voy a hacer: pase lo que pase después del concurso yo te voy a seguir”, sonó a amenaza. El mejor momento del jurado fue cuando Cris Regatero dijo “quiero hablar con Lucas”, él se levantó y ella se ruborizó y bajó la mirada. “Tengo tres cosas escritas”, continuó ella con cara de “y una de ellas es mi número de teléfono”. La valoración de Cris a Violeta se centró en que al final de cada verso “desinfla las notas”, lo cual también podría considerarse tener estilo propio. Pero lo cierto es que Violeta no está terminando de rematar todo el potencial que demostró en la gala 0, donde hizo la mejor actuación de la noche; y su nominación era inevitable (con 0 votos de sus compañeros, además).

Si la gala arrancó con el término “zona de confort” siendo asesinado por Álex Márquez, al final de la noche recibiría su golpe de gracia cuando la segunda persona en usarlo fue… Edurne.

Edurne.

¡Edurne!

EDURNE

Una mujer que tiene en su chalet una habitación solo para coleccionar Funko Pops. Edurne es una zona de confort humana en sí misma. Si la zona de confort cobrase vida, llegase a la Tierra y se encontrase con Edurne, exclamaría: “Ay, ¡qué a gustito estoy!”.

Buika le dijo a Naiara “Mimi, me gusta mucho lo que haces” y ella lo encajó fenomenal porque a Naiara todo le viene bien y porque para una chica como ella que la llamen como a Lola Índigo no es lo peor que le puede pasar. “Tanto tú como tu compañero”, añadió Buika dejando claro que no se ha aprendido el nombre de Cris.

Finalmente las nominadas fueron Chiara y Violeta, lo cual garantiza dos actuaciones más a piano y voz la semana que viene. Porque a veces la zona de confort está muy bien. Algunos de los mejores artistas del mundo conquistaron países enteros sin salir de ella. La clave es que su zona de confort era maravillosa y todos quisimos formar parte de ella. El problema, quizá, es que muchos concursantes, a diferencia de los de otras ediciones, entraron al concurso convencidos de cuál es su zona de confort a pesar de tener 20 años y apenas ninguna experiencia musical. OT podría ayudarles a experimentar, a arriesgarse y a descubrir una zona de confort inesperada, dándoles canciones realmente provocadoras. Que se la jueguen de verdad. Como con ‘Alors on Dance’. Que flirteen con el desastre. Como cuando, sin ir más lejos, le dieron ‘Amorfoda’ a María Escarmiento y le construyeron una carrera entera en tres minutos. Así que quizá quien está acomodado en su zona de confort sea el programa.

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Publicado por
Juan Sanguino