La broma “llegó la mami” ha sido recurrente desde que Chanel quedó tercera en Eurovisión en 2022, después de ofrecer una de las mejores actuaciones de toda la historia del festival. El relevo de ‘SloMo’, ‘TOKE’, tardó un año en llegar y no pegó ningún “rebote” a pesar de su vinculación al Mundial de Qatar, y el lanzamiento del primer disco de Chanel parecía una quimera. Entonces, salió ‘Clavaíto’.
Puede que nos comiéramos ‘SloMo’ con patatas gracias a que Chanel Terrero supo defenderla como nadie, y a que, tanto su coreografía, como su ristra de «one liners» memorables, del “booty hipnotic” al “jugo de mængo”, eran incontestables. ‘Clavaíto’, por contra, se bastaba ella sola. Gracias a un estribillo pegadizo hasta lo enfermizo, y a una producción llena de matices firmada por su artista invitado, Abraham Mateo, ‘Clavaíto’ fue a todas luces una de las mejores canciones del año pasado. De momento, la mejor canción de Chanel.
Así que hoy toca darle la razón a Chanel, porque, dos años después de ‘SloMo’, es evidente que ha tomado una buena decisión siguiendo su propio camino y tomándose su carrera con tiempo y calma. Solo así ha podido dar con ‘Clavaíto’ y solo así ha podido crear un álbum como ‘¡Agua!’. Un trabajo que, sin ser ninguna revelación, cumple y ofrece más de un momento entretenido.
Chanel divide ‘¡Agua!’ en dos “actos” en lugar de en cara A y cara B, en homenaje a sus inicios en el teatro y los musicales. Es otro intento de dar al disco un aire conceptual que no existe. Sin embargo, las dos mitades de ‘¡Agua!’ sí abren con las dos bachatas del disco. Por un lado, ‘Clavaíto’. Por otro, la bonita ‘Ahora que no te tengo’, con el trapero argentino FMK, que, sin ser una revelación, crece con las escuchas.
Pero, como muchos discos de pop, ‘¡Agua!’ reúne las mejores canciones en su primera mitad. Los momentos entretenidos y amenos de ‘¡Agua!’ se van sucediendo en la mezcla deliberada de estilos. ‘Vuelta y vuelta’ apaña un baile funk bajo la producción de -atención- Daniel Sabater. ‘Ping Pong‘, con Ptazeta, se pega a base de rallar, resultando divertida y extraña a partes iguales. ‘Loka’ con Maikel Delacalle es una cuca aproximación al house-pop. La caribeña ‘P.M.’ sigue siendo mejor de lo que quieres reconocer. El merengue de ‘Hasta que amanezca’ con Zé Felipe y Rocco Hunt se crecerá en las discotecas en que suene.
Después, en el segundo «acto», ‘SloMo’ aparece custodiando una serie de composiciones menos inspiradas que parecen diseñadas precisamente para que ‘SloMo’ reluzca más. Dos años después, ha perdido brillo. Pero ni el R&B de ‘Lucky Me’ tiene suficiente gancho, ni ‘Sin sal’ puede hacer más honor a su título. ‘House Party’ incluye referencias a la marihuana, pero es juvenil como un parque de bolas. Suena a descarte de las Spice Girls, y ya es decir. Y ‘Agua’, la floja balada final, es esa réplica a las críticas que en realidad Chanel no necesitaba hacer: su talento habla por sí solo.
Es el de Chanel un talento extraordinario, capaz de crecerse en el escenario como nadie y que, en España, debemos valorar como merece. Muchas de las mejores divas del pop de todos los tiempos, sobre todo las que sabían bailar como auténticas diosas, como Janet Jackson, Britney Spears o la recientemente reivindicada Paula Abdul, han dado lo mejor de sí transformando el escape en arte pop. Chanel puede ser ese tipo de artista o el que ella quiera. De momento, ‘¡Agua!’ es un correcto inicio.