… Y la fe funcionó a Viva Suecia para arrasar el WiZink

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… Y la fe funcionó a Viva Suecia para arrasar el WiZink

Con ‘El amor de la clase que sea‘, Viva Suecia llevan 72 semanas en el top 100 español de ventas, donde esta semana resisten en un espectacular puesto 31, rodeados de discos de Rauw Alejandro y Eladio Carrión. El que fue considerado el peor disco de su carrera por nuestra redacción (por una décima) y sobre todo por nuestros comentaristas habituales, ha terminado siendo el más exitoso. Por mucho. O la «major» que los fichó ha hecho su magia, o el grupo, como suele decirse en ese templo de los lugares comunes que eran los bares y ahora son las redes sociales, «se lo ha currado mucho».

Este sábado el grupo ha demostrado que lo segundo es completamente cierto, actuando ante más de 15.000 personas en el WiZink Center de Madrid, aunque lo mejor no es eso, sino que las entradas se habían agotado con 6 meses de antelación. Eso dio vía libre al grupo para mostrarse entusiasmado y entregado desde el minuto cero. A los 5 segundos de empezar el concierto, el cantante Rafa Val, el guitarrista Alberto Cantúa y el bajista Jess Fabric ya estaban en la primera línea de la pasarela que los acercaba al público, contoneándose a tope. Una imagen que se repetiría a lo largo de 2 horas, en diferentes espacios, de diferentes formas.

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Cada vez más cargado de tatuajes y otros estereotipos inherentes al rock, Rafa Val se mostró desbordado por la emoción, afirmando que se llevaría esta imagen, la del WiZink repleto de fans de diversas edades, «a la tumba». Estaba redundando además en el imaginario de la banda murciana, tan devoto de religiones y cosas que suenan trascendentes. Entre algunas frases hechas de agradecimiento, sí logró destacar una sobre la evolución de su éxito hasta llenar este espacio: «Me alegro de que nos haya costado 10 años».

Porque aquello que tanto tiempo tarda en crecer tardará mucho más en derrumbarse, Viva Suecia tienen el éxito asegurado durante los próximos años. Nada apunta en el sentido contrario. El grupo transmite toda la energía y el buen rollo posible. Val se escapa de los clichés para dar picos a todos los miembros, Alberto y Jess hasta se tocan el miembro mutuamente durante ‘Los años’, y uno de los músicos invitados se presta a un «guitar fellatio» a lo Bowie y Mick Ronson hacia el final del set. La sensación de intimidad es palpable: se nota que se ha compartido mucha furgoneta, mucha habitación doble, y al menos de manera visible, por ningún lado aparece la sensación de hartazgo que termina devorando a los grupos.

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El sonido es impecable como pocas veces en el WiZink Center. La decena de músicos que pasa por las tablas, a destacar el saxofonista que salta al primer plano durante el final de ‘La voz del presidente’ o al término del concierto con ‘El bien’, y una Carmen Hoonine que se encarga de coros, instrumentos adicionales y de ejercer de DJ de techno mientras la banda prepara el bis, son equilibrados a la perfección por la persona responsable del sonido.

Pero por si fuera poco con un repertorio en el que los viejos éxitos se confunden ya completamente con los nuevos- ya nadie distingue de cuál de sus cuatro discos procede cada cual-, una tonelada de confeti y un ciento de cintas de colores se disparan varias veces sobre todo en la segunda mitad del set.

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Tampoco faltan los invitados sorpresa. Dani Fernández, que nos habló de su mujer y de su hija, se pasó por ’Lo siento’. Valeria Castro hizo ‘Hablar de nada’ acompañada de la participación popular, siendo su voz trémula de lo mejor de la noche. Un coro de casi una decena de personas intervino en temas como ‘Días amables’ y ‘Algunos tenemos fe’. Y sobre todo Luz Casal salió por sorpresa en ‘La parte difícil’, tan sólo para hacer su segunda estrofa, cuando el tema parecía que iba a andar solo. Rafa había anunciado que era la primera vez que lo interpretaban en vivo, y algunos sospechábamos algo, ¿pero era posible que Luz estuviera allí tan sólo para 1 minuto y medio? Lo era. Y casi tanto le duró la ovación al término del tema. Val excusó haberse olvidado la letra de la emoción.

Ainhoa Laucirica

No pidió perdón en cambio por mentir a la audiencia. Aseguró en un momento dado que no iban a actuar tan deprisa como en otras ocasiones, con el objeto de saborear la noche. Pero no hubo pausa alguna entre ‘Algunos tenemos fe’, ‘Bien por ti’ y ‘Hemos ganado tiempo’, los temas que terminaron de levantar a un público que ya había disfrutado de hits como ‘No hemos aprendido nada’ en primer lugar, o ‘A dónde ir’, en cuarto.

A falta de Rozalén y Las Migas, en otros continentes, fueron Paco Salazar y Pablo Cebrián quienes embellecieron ‘Gracias’, y luego el público incitado por el grupo quien afeó ‘Justo cuando el mundo apriete’ -aka «Suerte»- con un montón de «lololós». Pero nada iba a lograr acabar con el buen sabor de boca que dejan las cosas tan bien hechas y desarrolladas. Es evidente que Viva Suecia van camino de enfrentarse a las multitudes de Vetusta Morla, y ellos son tan majos y perfeccionistas que era imposible no salir del WiZink Center con una sonrisa de oreja a oreja.

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