Música

¿De verdad el country es lo mejor que puede ofrecernos 2024?

«La industria se está moviendo hacia el country. Nosotros nos estamos yendo hacia el country». Estas fueron las enigmáticas palabras de Lana del Rey hace unas semanas hablando sobre su próximo disco. ‘Lasso’ saldrá en septiembre, escrito junto a Jack Antonoff, inspirado en estados como Nashville y Mississippi.

Las pistas ya estaban ahí pero son incluso más evidentes un mes después. Podemos hablar hasta de 5 hitos. El primero fueron las cifras mayúsculas que ha venido alcanzando Morgan Wallen. De alguna manera es un producto local, a duras penas exportado a Canadá, y mínimamente a Australia y Reino Unido. Pero sus cifras son tan mastodónticas, que sería surrealista que la industria las ignorara. Su debut de 2018 ‘If I Know Me’ ha vendido 3 millones de copias en Estados Unidos. Su segundo disco, ‘Dangerous: The Double Album’ “duplicó” tales cifras. Y ‘One Thing at a Time’ fue uno de los álbumes más vendidos de 2023 en todo el mundo tras vender 5 millones tan sólo en Estados Unidos. El sencillo ‘Last Night’, insólito top 1 en el Billboard Hot 100, se acerca a los mil millones de reproducciones solo en Spotify.

El segundo hito vino de mano de Oliver Anthony, que ahora firma como Oliver Anthony Music. Salido de la nada, el verano pasado llevaba también al número 1 del Billboard Hot 100 otra canción de sonoridades country. ‘Rich Men North of Richmond’ hablaba del desencanto de la población estadounidense. Si bien el country había tenido connotaciones conservadoras en las últimas décadas, este tema hablaba con frustración de la precariedad salarial, la pobreza alimentaria o la inflación. Por si sirve de pista, su segunda canción más popular de momento se llama «No tengo ni un dólar». Como para garantizar su transversalidad, el artista recalcó que no apoyaba específicamente ni a Biden ni a Trump. «Y este va a ser mi último comentario político en redes sociales».

Otro artista que ha conseguido una enorme notoriedad, y el más interesante de los tres mencionados de momento, es Zach Bryan. ‘I Remember Everything’, junto a Kacey Musgraves, tiene todo lo que esperas de un dúo chico-chica, entre referencias al amor, al alcohol y al despecho, y además su álbum homónimo tenía otras canciones reivindicables. En ‘Overtime’, el artista de 27 años reconvertía el himno nacional en un drama familiar sobre los que ya no están; ‘Summertime’s Close’ tenía ciertas reminiscencias de Bob Dylan y el Boss. Si sumamos su millón de copias vendidas a la resistencia de artistas en la treintena como Luke Combs, que también ha triunfado con su cuarto disco ‘Gettin’ Old’, no es raro que la industria se «esté moviendo hacia el country». En concreto a la caza del siguiente artista capaz de mover 1 millón de copias en un momento en el que ya no es nada fácil.

La gran señal del alcance que pueda tener todo esto está siendo el exitazo de ‘Texas Hold’Em‘ de Beyoncé. Está muy bien que está copando titulares ese número 1 de las listas country conseguido por una mujer negra por primera vez, pero lo realmente inesperado es que el tema pinta a ser el mayor hit internacional de la cantante en década y media. Beyoncé está reteniendo el número 1 semana tras semana en Reino Unido, se mantiene en el top 5 global de Spotify tras haberlo coronado y de manera totalmente inaudita avanza en ese hueso de mercado llamado España, subiendo al top 50 en su segunda semana. Todo apunta a que superará las cifras de ‘Break My Soul’ o incluso ‘Cuff It’. ¿Quién habría adivinado que ‘Act II’ versaría sobre el country y que de hecho funcionaría?

Y en quinto lugar, último pero no menos importante, hay que hablar de cómo está salpicando todo esto a otros estilos. Aunque no sean estrictamente artistas de música country, no podemos obviar un par de nombres relacionados. Hace un tiempo no habríamos imaginado en el número 1 de las listas globales una canción con las sonoridades de ‘Beautiful Things’. El americano Benson Boone

, de 21 años, transforma este tema en un agitado pop-rock en su segunda mitad. Pero la primera presenta evidentes conexiones con la música country. Y algo parecido está sucediendo con el artista folk Noah Kahan en Reino Unido. Lo está vendiendo todo gracias a la pegada de canciones acústicas como ‘Stick Season’ -cuya segunda parte directamente trota e incorpora un banjo- o de pop-rock épico como ‘Northern Attitude’. En este entorno, es fácil imaginarse a Ed Sheeran dándose cabezazos contra una pared, preguntándose qué demonios ha hecho mal.

Con canciones tan bonitas como ‘I Remember Everything’ o tan cucas como ‘Texas Hold’Em’, puede ser absurdo enarbolar una bandera en contra de este movimiento. Tenemos la certeza de que Lana del Rey construirá nuevas obras maestras con estas sonoridades. Las mejores. Esa Beyoncé que intelectualiza todo lo que toca seguramente tiene preparado un buen discurso sobre la labor de los músicos negros en un género que lleva décadas considerándose de blancos. ‘Texas Hold’Em’ se inspira en Lesley Riddle y seguro que ‘Act II’ nos va a recordar que el banjo viene de África, que los esclavos tocaban ritmos country antes de que los blancos se los apropiaran de mala manera, y nos va a recordar que cosas como ‘Carry Me Back to Old Virginny‘ fueron escritas por hombres negros como James Alan Bland tan pronto como en 1878. Algo que el mundo necesita oír porque lo desconoce.

Pero por otro lado, la idea de que este movimiento empape a más y más artistas no puede lucir menos estimulante. En lugar de en la vanguardia como en otros momentos de la historia Kanye West (desde sus primeros discos a ‘Yeezus’), Radiohead o Public Enemy, la música anglosajona parece atrapada en un eterno «revival». A veces se revisitan los años 80 (The Weeknd), a veces se revisitan los 90 (Phoebe Bridgers), a veces se revisitan los 2000 (Olivia Rodrigo), por no hablar de las cifras que han llegado a conseguir en USA los italianos Måneskin inspirándose en las décadas de los 60 y de los 70. Es frustrante que la nueva gran idea que se nos presente sea un revival del country.

Coincidiendo, quizá no por casualidad, con las potentes entradas en el Billboard de Bad Bunny, Eslabón Armado o Peso Pluma, los artistas anglosajones parecen algo estancados, más o menos desde que exportaron el trap a mediados de los 2010. Desde entonces, el mundo latino ha adulterado estructuras, jugado con los pilares de la canción pop, se ha inspirado en su propio folclore para reinventarse, añadir ritmos bossa, salsa, bolero, pasodoble o corrido tumbado tan solo para ofrecer algo diferente. Ahora que incluso todo esto ha empezado a sonar viejo también, y ahora que el último de Bad Bunny ha tenido menos pegada, hasta la mismísima Beyoncé tendrá que demostrar qué de nuevo nos ofrecerá ‘Act II’ además de su (necesario) discurso de relectura. ¿Habrá detalles en la producción que nos hablen realmente de 2024?

La década avanza, este año rebasaremos su ecuador, y tras el Brexit y con Estados Unidos a las puertas de rozar una dictadura, cabe preguntarse cuál será su influencia en el resto del mundo durante los próximos años. De momento, no me imagino a ese Ralphie Choo que llena 3 veces la Sala Paqui ni a ese Rusowsky que va a llenar 2 veces La Riviera en Sound Isidro, acercándose a esto de la música country si no es para reírse, o -como mínimo- deconstruirla.

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Publicado por
Sebas E. Alonso