Qué aspecto tiene el futuro que aguarda a la humanidad en el tiempo que queda de siglo XXI -y más allá- es una de las grandes cuestiones de hoy. ¿Se crearán nuevos tipos de urbes? ¿Cuántos millones de personas existirán en el planeta? ¿Iremos por ahí con chips implantados en el cerebro? ¿Estará la inteligencia artificial completamente integrada en el día a día? ¿Volverá el totalitarismo? Y, de manera no menos importante, ¿cómo sonará la música pop de hoy en 2084?
No puedo evitar pensar esta pregunta cada vez que asisto al concierto de un grupo legendario como Depeche Mode. Ahora que tantos artistas mainstream -de Justin Bieber a Shakira- están vendiendo sus catálogos para asegurarse el -ejem- futuro propio y el de sus familias, es más evidente que nunca la inversión de futuro que supone crear un catálogo musical de una calidad tan elevada. La música de Depeche Mode siempre -o casi siempre- ha sonado adelantada a su tiempo, y la reciente aparición de ‘Never Let Me Down Again’, una canción del año 1987, en un capítulo de ‘The Last of Us’, demuestra que sigue vigente hoy.
Este hecho da lugar a cierto optimismo, porque, aunque el tiempo pasa y la muerte llega, la música -grabada- permanece. Y la perspectiva cambia cuando te das cuenta de que todas estas canciones que hoy parecen viejas, porque lo son, en el contexto de todo el siglo XXI que aún queda por transcurrir, solo están empezando a vivir. Y lo de Depeche Mode ha sido una inversión a futuro de las históricas, porque el hecho que ‘Just Can’t Get Enough’ siga sonando tan bien cuarenta años después de su estreno, es prueba de el grupo ha sido visionario desde el principio. Hasta llegar a hoy.
La vigencia de la música de Depeche Mode se testifica en directo. En primer lugar, las bases de las canciones son exactamente las de las grabaciones originales. O, si no, son muy similares. Solo cambian cuando Dave Gahan y Martin Gore apuestan por desnudarlas al formato acústico, como en la gira de ‘Memento Mori’ sucede -sorprendentemente- en ‘Strangerlove’ y en ‘Condemnation’. Pero, al menos para estas orejas, las producciones de ‘Precious’ o ‘Never Let Me Down Again’ siguen sonando no solo apabullantes y espectaculares, sino también modernas. Y en directo, elevando los decibelios a la estratosfera, más aún.
En segundo, el sonido de Depeche Mode es excelente, también en el Palau Sant Jordi de Barcelona, en el tercero de los cuatro conciertos que el dúo está ofreciendo en España dentro de la gira de presentación de su último disco, ‘Memento Mori’ (la siguiente y última fecha, el día 21 de marzo, tiene lugar en el BEC! de Bilbao). Pero no hay que dar una cosa por sentada, y es lo tremendamente bien que cantan Dave Gahan y Martin Gore en vivo. Cada uno en su estilo, ambos se funden en una sinergia sublime.
Es, por cierto, el propio Dave quien dice que Martin tiene “voz de ángel”. No extraña que Martin se quede los momentos acústicos del show. Cuando canta ‘Heaven’ me asoma la lagrimilla por el ojo. En directo te das cuenta de que posee un timbre realmente bello, y evidentemente las canciones de los discos de Depeche Mode que canta él completamente solo, suelen ser especiales. Ahí está ‘Soul with Me’ aunque a ‘Memento Mori’, en la gira de ‘Memento Mori’, el grupo le da un protagonismo limitado.
Aunque el nuevo show de Depeche Mode -el mismo que se vio en el Primavera Sound el año pasado- se basa en ‘Memento Mori’, el grupo cita el disco lo justo y sobre todo recupera repertorio clásico. De esta manera está comentando -aunque sea de manera involuntaria- sobre el propio devenir de su carrera. Aunque el single ‘Ghosts Again’ ha sumado un nuevo clásico a su carrera, después de una década de intentos, el conjunto del disco -como todos los últimos que han lanzado- ha conectado menos… excepto para un fan que ondea la bandera de España emocionado mientras suena ‘Before We Drown’. Así que Depeche Mode despacha ‘Memento Mori’ más o menos rápido y ofrece al público sus mejores éxitos, exactamente como los recuerda de las grabaciones.
En las canciones de Depeche Mode parecen suceder más cosas que en el propio escenario, que, decorado con una M gigante, es asombroso pero no tan espectacular pasado el encuentro inicial. Sigue teniendo gracia ver a Dave Gahan desfilar por la pasarela con descaro o verle dar vueltas como una lavadora en marcha sobre su propio eje en más de una ocasión, pero ni el propio grupo parece capaz de competir en vivo contra las auténticas catedrales sonoras que ha dejado grabadas en su discografía. Una catedral gótica en el caso de ‘Black Celebration’ que en directo -como contemplar un edificio histórico- pone los pelos de punta.
Esto no quiere decir que no sea un goce ver a Dave Gahan en vivo o, sobre todo, escucharlo. Comanda como nadie el escenario y su muscular voz merece estar enmarcada en un museo. Es él quien se da un baño de masas en la enorme ‘Everything Counts’, quien alienta el coreo popular en ‘Just Can’t Get Enough’ o por supuesto quien en la engorilada ‘Personal Jesus’ -que cierra el concierto- se transforma en un Dios en la tierra.
Peter Gordeno a los teclados y Christian Eigner a la batería pasan ciertamente desapercibidos. Al que fuera tercer integrante de Depeche Mode, Andy Fletcher, fallecido en 2022, el grupo le dedica ‘Behind the Wheel’, aunque su recuerdo atraviesa todas las canciones del concierto desde el principio hasta el final, como no puede ser de otra manera, en esta primera etapa de Depeche Mode en formato dúo.
Pasando de lo acústico (‘Heaven’) a la energía uptempo de ‘A Pain That I’m Used To’, el concierto de Depeche Mode sigue a rajatabla los parámetros del show típico de rock. Una chica que ha cumplido treinta años vive el momento de su vida cuando Gahan le canta el ‘Cumpleaños feliz’ aunque, todo sea dicho, el ‘Cumpleaños feliz’ también forma parte del repertorio de la gira. Los visuales de Anton Corbijn que decoran las canciones en su puesta en vivo son también los mismos que ya has visto y Dave Gahan parece salirse brevemente del guion solo cuando suelta -un poco sin venir a cuento- que el público de Barcelona es “mejor que en Madrid” y a Isabel Díaz Ayuso le pica el ojo de repente. Claro que, hacer sentir especial a tu público también viene en el contrato cuando te dedicas a ser una estrella del rock. Y evidentemente funciona.
El concierto de ‘Memento Mori’ es perfectamente profesional y correcto, espectacular y tremendamente emotivo en sus mejores momentos. Es, sobre todo, “celebración” de uno de los mejores catálogos de la historia del pop. También uno de los más oscuros y visionarios. ‘Enjoy the Silence’, que cierra el setlist antes del bis, suena, eso sí, en una versión ligeramente diferente, pues incluye un “breakdown” bailable diseñado para los clubs, aunque después vuelve a puerto, relajándose en esa melodía de teclado que podría durar hasta el infinito. Cuando Dave concluye la canción cantando “enjoy the silence”, solemne, el mundo se para. En mi opinión, ‘Enjoy the Silence’ es la cumbre de la carrera de Depeche Mode, esa canción que enseñaría a los alienígenas que nos invadan en el futuro para demostrar que algo bien hicimos en la vida. No creo que ocurra en 2084 ni nunca, pero, que esta canción atravesará siglos, de eso no tengo duda.