No está claro exactamente qué es el nuevo disco de Shakira. La primera mitad se compone de temas nuevos, la segunda de todos los singles que la colombiana ha publicado en el último par de años. No es doble aunque lo parezca. La canción ‘Última’ no es la “última” dentro de la secuencia. ‘Las mujeres ya no lloran’ es como dos recopilatorios de éxitos en uno: el primero apuesta -o eso parece- por éxitos futuros, que lo serán tarde o temprano, el segundo por hits asentados, ya conocidos por todos.
No vale la pena estrujarse los sesos tratando de adivinar si Shakira ha inventado un nuevo tipo de disco o si, más bien, secuenciar ‘Las mujeres ya no lloran’ le ha dado pereza. En realidad no habría tenido sentido colocar todos los singles en la primera mitad del disco o dispersarlos, pues la secuencia presente tiene el propósito de que la gente escuche los temas nuevos de una sentada. Para los maniáticos de las secuencias perfectas (levanto la mano), de los discos que cuidan “el conjunto”, ‘Las mujeres ya no lloran’ es otra cosa, una simple “colección de canciones”.
Aunque Shakira -como tantos artistas últimamente- atribuya un sentido “conceptual” a ‘Las mujeres ya no lloran’ porque las letras versan sobre su ruptura de Gerard Piqué, ‘Las mujeres ya no lloran’ ni es un disco conceptual ni lo parece. Lo que sí ofrece es una sucesión de hits asentados y potenciales realmente pornográfica que no tantos artistas son capaces de reunir en un solo disco.
Al menos cuatro singles de ‘Las mujeres ya no lloran’ han sido enormes éxitos comerciales: ‘TQG’ con Karol G, ‘Te felicito’ con Rauw Alejandro, ‘Monotonía’ con Ozuna y, sobre todo, la sesión con Bizarrap, el mayor éxito de todo 2023 en España. La balada ‘Acróstico’, número 1 en España, aparece aquí en una versión insufrible que suma las voces de los hijos de Shakira, Milan y Sasha. Los singles de menor repercusión, ‘Copa vacía’ con Manuel Turizo y ‘El Jefe’ con Fuerza Regida, no suenan nada desubicados en contexto.
¿Qué ofrece el resto de ‘Las mujeres ya no lloran’? Exactamente una réplica de todos esos éxitos… y alguna novedad. No todo son dardos a Piqué. En ‘Puntería’, el simpático discopop con Cardi B que abre el disco, Shakira suena feliz como una perdiz cantando sobre unos nuevos “bíceps” que le “ponen a cien”. En un estilo parecido, ‘Cohete’ es otro caramelo de pop que cuenta con Rauw Alejandro en el papel de invitado. No es tan excitante como ‘Te felicito’, pero cumple.
Algunas canciones dignas de ‘Las mujeres ya no lloran’ podrían crecerse con mejores producciones, pero las de Shakira nunca han sido visionarias y tampoco lo son ahora. La base electrónica de ‘Puntería’ suena desfasada, las guitarras de ‘Cómo dónde y cuándo’ al peor rock comercial que recuerdas y en algún momento hay que abrir el melón de lo zafias que pueden llegar a ser las producciones de Bizarrap. La de su sesión con Shaki ya lo era por mucho que nos cieguen sus números, y ‘La fuerte’, la segunda colaboración del argentino en el disco, es una buena composición lastrada por su base de electropop de baratillo, que, llegando en la pista 2, no promete nada bueno después.
Por fortuna, Shakira salva los muebles gracias a que sigue siendo una gran intérprete de canciones. Quien eche de menos a la Shakira que ponía los pelos de punta cantando ‘No’ o ‘La maza’ con Mercedes Sosa, o a la que enamorada hasta las trancas sonaba maravillosamente desquiciada en ‘Ciega sordomuda’, puede acercarse al pop-rock nuevaolero de ‘Tiempo sin verte’ y respirar tranquilo. Es ella quien eleva definitivamente la cumbia de ‘(Entre paréntesis)’ gracias a su portentosa voz, y quien en ‘Cómo dónde y cuándo’ ofrece algo más que una dosis de nostalgia. La ‘Última’ canción que dedica a Piqué -una balada a piano- es sentimental pero también es preciosa. Cuando canta “seguramente con el tiempo te arrepientas, y algún día quieras volver a tocar mi puerta, pero ahora he decidido estar sola” lo hace tanta convicción, que te toca la fibra.
Tanto el afrobeat de ‘Nassau’ como ‘Última’ habrían agradecido aparecer dentro de una secuencia mejor pensada en ‘Las mujeres ya no lloran’, y Shakira sigue sin entregar un álbum que calle bocas como los que publicó durante los 90 y primeros 2000. Ella es consciente de que “algunos de mis fans prefieren la música que hacía antes”, pero ella dice que se siente más creativa y mejor compositora ahora que antes. Es difícil no darle la razón cuando sigue siendo capaz de firmar éxitos multimillonarios que, en el caso de la sesión con Bizarrap, hasta se adueñan del debate social como pocas canciones pop logran. Desde luego, como conceptualista de discos, no te vende la moto; pero como hacedora de hits, no hay quien le tosa.