Justice ha planteado su nuevo disco en torno al concepto de dos partes que chocan. En ‘Hyperdrama’ conviven “disco” y “electro” pero “no de manera pacífica”. “Nos gusta la idea de que se peleen un poco por recibir atención”. Cuando escuchas el disco descubres que es mejor de lo que parece, y que las sutiles novedades que Gaspard Augé y Xavier de Rosnay agregan a su sonido, valen la pena.
El choque de estilos es evidente en el single ‘Incognito’, un chute de adrenalina que pasa del soft-rock al electro y al disco sin mezclarlos, y que, al final, se transforma en un cohete hacia el espacio. La producción es un espectáculo, pero es asombrosa en todo el disco, de principio a fin, y los detalles lo hacen especialmente interesante.
Ahí está por ejemplo, la excitante ‘Dear Alan’, que, inspirada en los coros y bajos del ‘Intro’ de Alan Braxe, icono del French Touch, además, contiene un inspirado sample de Chris Rainbow. O ‘Generator’, otro de los singles, que pone el “drama” en el disco sonando más gótica que el castillo de Elvira. O ‘Mannequin Love’, que, con sus ecos a Erasure y a Moroder, hace sonar a los Flints como si fueran Tame Impala.
Luego están los bangers y precisamente Kevin Parker aparece en dos de ellos. ‘Neverender’ abre el álbum sonando directamente a clásico con una melodía estupenda y unos bajos de funk que harían vibrar hasta a un muerto. Y ‘One Night/All Night’ es el mejor ejemplo de ese duelo de titanes que plantea Justice en este nuevo trabajo, una apabullante ráfaga de electro y disco que te derriba con su fuerza sin remedio. Es su mayor éxito en muchos años.
Los nostálgicos echarán de menos la “frescura” de la etapa inicial de Justice. Por contra, lo que ofrece ‘Hyperdrama’ es una evolución de su sonido y la mejor producción de su carrera. En ‘Afterimage’ se agarran a un riff como clavo ardiendo y facturan una absoluta catedral sonora y las ideas excitantes del disco se van sucediendo con la compañía de Miguel en ‘Saturnine’, llena de sonidos de videojuego, o con Thundercat en la galática ‘The End’, donde melodía y bajo hacen chispas. Es un mito eso de que Justice ya no mola: el grupo suena mejor que nunca.