Megan Thee Stallion llega a su tercer álbum de estudio -sin contar EP’s, mixtapes, colaboraciones- convertida en artista independiente, al frente de su propio sello, Hot Girl Productions. Como declaración de intenciones lo ha llamado ‘MEGAN’ y le ha dado cierto carácter conceptual a través de varios singles-serpiente. Tuvimos ‘Cobra’, tuvimos ‘Hiss’ («sisear») y tuvimos ‘Boa’.
Sí, el disco habla de beefs, peleas y pullas, sus fans anotan constantemente en Genius que hacia Nicki Minaj en particular. Lo seguro es que el álbum habla mucho de «haters». En ‘HISS’ dice: «cada vez que alguien me menciona, tengo 24 horas de atención / me siento como Mariah Carey / todos están obsesionados». A continuación, en ‘Rattle’ dice que sus «haters» son «demasiados», y la misma temática vuelve en ‘Figueroa’ y por supuesto en ‘Cobra’, que presenta una perspectiva más vulnerable, aunque su música no lo sugiera tanto, entre guitarras eléctricas y afiladas flautillas: «Me rompí y todo el mundo me miró (…) lloré cada noche, casi me muero / y nadie trató de pararlo», plantea en reflexión sobre su salud mental.
Tiene un punto de reflexión que el disco termine con esa canción, ‘Cobra’, que plantea de alguna manera si mereció la pena tanto beef y todo esto, porque en su mayoría ‘MEGAN’ es puro alarde de sus cualidades como rapera, y por otro lado divertimento. No falta la canción sobre masturbación, en concreto sobre lo bien que se lleva con su «pussy» (‘Down Stairs DJ’), ni sobre su enorme afición a la cultura japonesa (‘Mamushi’ con Yuki Chiba).
Pero ‘MEGAN’ no es un álbum que reflexione sobre la fama ni sobre la pertinencia de asistir a beefs que son pura bobada, mientras el mundo se desmorona a nuestro alrededor, y más Estados Unidos. Pero si Kendrick Lamar está entretenido metiéndose con Drake y la gente lo celebra, quién va a ser capaz de pedirle a Megan que no haga lo mismo con sus enemigos, y lo cierto es que muchas de sus producciones desafiantes tienen su brío. Por ejemplo, el old school de ‘Broke His Heart’, o el sampleo de Teena Marie en ‘B.A.S.’
También es cierto que algunas pistas agradecerían ideas más imaginativas a estas alturas. Si ‘Boa’ iba a samplear una cosa tan conocida como Gwen Stefani, tenía que ser para, por lo menos, igualar su potencial. En ‘Figueroa’ asegura «soy una puta brat, no una Barbie», pero no termina de demostrarlo. ‘Where Them Girls At’ no deja de basarse en un sample parecido al que ya inspiró el macrohit ‘WAP’, y en general, hay tal sobredosis de artistas invitados que no sé qué es más llamativo, que se esté hablando tan poco de lo bien que le sienta a Megan la ambientación sexy sutil de Victoria Monét (‘Spin’), o de la presencia de voces que han fallecido, como la de Pimp C en ‘Paper Together’.
‘MEGAN’ termina siendo, por tanto, un álbum poco definido, poco arriesgado y poco decisivo en su carrera, en el que sí sorprenden por melodía algunas de sus 18 pistas. Además de los singles más evidentes, en el tramo final la indie ‘Worthy’ (que parece mirarse en Dominic Fike por alguna razón) y la R&B ‘Moody Girl’.