Música

Paris Hilton / Infinite Icon

Verano de 2006. MySpace existe. Spotify, no. Los primeros vídeos empezaban a popularizarse en Youtube, que acababa de lanzarse en 2005. Entre ellos, uno de Paris Hilton dejándose empapar de agua en una de las promos de su primer disco, hecha con todo el humor y la autoconciencia. La prensa tenía los cuchillos afilados para el debut de esta nepobaby. Pero ‘Paris’ era un disco muy divertido que encontró su público, y hoy, cuando le preguntan a Paris Hilton a quién se dirige este segundo álbum, que sale 18 años después del debut, lo tiene claro: “the gays”.

Mal que le pese a los detractores que no lo vieron venir, ‘Stars Are Blind’ ha terminado convirtiéndose en un pequeño clásico de la cultura pop. O, como mínimo, de la cultura kitsch. Después, todo aquel álbum lograba cierta reivindicación entre los sectores más poperos por su buen nivel. ‘Nothing In This World’, por ejemplo, ha sobrevivido al paso del tiempo, y siempre tuve cierta debilidad por ‘Screwed’.

La Paris Hilton de 2024 es, por supuesto, otra persona. En ‘Infinite Icon’ ha querido hablar de su maternidad, de su matrimonio, de dejar atrás relaciones fallidas y dañinas, de salud mental y de los sinsabores de la fama. Así lo presenta en el tema de apertura, ‘Welcome Back’. Por eso ha escogido a Sia como productora ejecutiva, apareciendo esta además en un par de temas. Hasta el punto de liderar ‘Fame Won’t Love You’, que ya aparecía en su álbum de este año, ‘Reasonable Woman’.

Hay un punto hacia la mitad de este álbum, justo cuando estamos escuchando el baladón ’ADHD’, sobre el trastorno por déficit de atención de Paris Hilton, en que temes que el asunto se vuelva demasiado intenso. La artista dice que en este álbum es una mujer, ya no una niña, y que ha intentado dejar la voz a lo Marilyn Monroe atrás. Gracias a Sia, se siente más madura. De alguna manera, este disco es mucho menos Gwen Stefani y menos Britney que el primero.

Sin embargo, ‘Infinite Icon’ es mucho mejor cuanto más disfrutón se pone. Aunque sea a costa de abusar de un EDM que debió irse hace ya mucho tiempo, como en el single ‘Free’ con Rina Sawayama, en el que ha sampleado el hit de Ultra Naté que la sacó del pozo tras sufrir abusos «físicos y mentales» en la Escuela Provo Canyon. Tiene más sentido de lo que parecía. Lo que ocurre es que no caben ya más samples de los años 90 en las playlists de actualidad. Prefería los días en que le dio por samplear ‘Grease’ y ‘Da Ya Think I’m Sexy?’.

Por el contrario, funcionan algunos de los tracks perdidos en la secuencia del álbum. ‘Chasin’ con Meghan Trainor, logra ser casi tan disfrutona como ‘Stars Are Blind’, gracias a su ritmo tropical. ‘BBA’ con Megan Thee Stallion, es un acrónimo de «Bad Bitch Academy», y cuenta con la gracia de la cultura ball.

La electropop ‘Legacy’ levanta la segunda mitad del disco, que no decae demasiado apoyándose en una inesperada colaboración con la argentina Maria Becerra, ‘Without Love’; en medios tiempos como el ochentero ‘If the Earth Is Spinning’ -que podría haber entonado Kylie Minogue-, o el final ‘Adored’. Este, con una martilleante guitarra eléctrica, podría haber sido escrito por Sofi Tukker. Es decir, no estamos ante ese disco que nos lleve al futuro, tampoco es ese que esperamos como agua de mayo y nos mató de aburrimiento.

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Publicado por
Sebas E. Alonso