Música

Katy Perry / 143

«¿Puede alguien prometerme que nuestra inocencia no se perderá en un mundo lleno de cinismo?». Esta es la dramática petición de Katy Perry en la canción que cierra su nuevo álbum, como otras de sus composiciones recientes, dedicada a su primera hija. ‘Wonder’ ha contado con la voz de Tius Sundberg y no de su hija Daisy como se especulaba, siendo solo uno de los muchos malentendidos que se han visto en toda la campaña de ‘143’.

Desde hace un tiempo, el público no parece muy dispuesto a escuchar las peticiones y mensajes de Katy Perry. Las cosas empezaron a torcerse para la cantante que estaba igualando récords de Michael Jackson, durante la promoción de ‘Witness‘. La artista dejaba mensajes más políticos, como el de ‘Chained to the Rhythm’, publicaba vídeos con mensaje como el de aquella canción o el de ‘Bon Appetit’, apostaba por trabajar con artistas diferentes como Hot Chip y Purity Ring. Pero solo convencía a medias a través de una promoción titubeante y errática, indecisa precisamente entre la «inocencia» y el «cinismo». ‘Swish Swish’, con todos los visos de ser un llenapistas marica, terminaba en la correspondiente gira presentada por un interminable partido de basket de corte infantil.

Desde que saliera ‘Witness’, Katy Perry ha sobrevivido más que nada a base de inesperados virales en TikTok. Si ‘Smile‘ dejó en principio números muy decepcionantes, ‘Never Really Over’ y ‘Harleys In Hawaii’, sin haber sido número 1 en su momento, sumaron streams millonarios gracias a su viralidad en las redes. Eran buenas canciones que el público no comprendió en su momento.

Sentenciado desde mucho antes de su salida, debido al protagonismo en créditos de autoría y producción de Dr Luke, a quien el público no ha perdonado su pleito por supuestos abusos hacia Kesha, ¿podría ‘143’ resurgir en el futuro como ha hecho una parte del malogrado ‘Smile’? Sí y no. De un lado, es cierto que «para esto, mejor que no hubiera contado con Dr Luke», en una colaboración que además no ha podido ser peor explicada

. En lo estrictamente musical, el otrora autor de hits no está precisamente en estado de gracia en ‘143’. Los beats están atascados en el pasado. Los middle-eights brillan por su ausencia. Algunas canciones, en su holgazanería, ni siquiera han trabajado una segunda estrofa. De otro, cada semana encontramos media docena de hits en los charts británicos mucho más random que ‘Lifetimes’. Por supuesto, el público va a perdonar a Coldplay, a David Guetta y a Chase & Status escoger los caminos más chuscos de la producción musical. Ellos pueden llenarse los bolsillos entregando -últimamente y en líneas generales- basura. Pero jamás una mujer. Y menos Katy Perry.

También es cierto que Katy Perry está siendo víctima de su propio legado. Las melodías de ‘Teenage Dream’ o lo pionera que fue ‘Dark Horse’ como himno trap pop son dos cosas que abiertamente persiguen varias canciones de ‘143’. Especialmente las colaboraciones con 21 Savage (‘Gimme Gimme’), Kim Petras (‘Gorgeous’) o JID (‘Artificial). En cuanto a ‘I’M HIS, HE’S MINE’ con Doechii, tiene el punto de adaptar el clásico de Crystal Waters ‘Gypsy Woman’. Lucirá bien en playlists y futuros «greatest hits» -sin haberlo sido- junto a cualquier otro tema que samplee los 90 o cosas como ‘Swish Swish’.

Pero lo más gracioso que ocurre en este disco es el intento de terminar de hacer un éxito de piano house, después de que ‘Walking On Air’ no fuera escogida en su momento como sencillo. ‘Lifetimes’ se queda a punto, sonando eufórica y feliz en su dedicación maternal. Juro que hubo un microsegundo de la historia en que tal canción apuntó a ser un macrohit, «teaseada» al mundo desde una fiesta en Barcelona. Lo que nos lleva al que ha sido uno de los peores errores de esta campaña. Los tempos.

Llevamos 3 meses con teasers de este disco de Katy Perry. Corría el mes de febrero cuando se sabía de su existencia, y el mes de junio cuando en una «listening party» varios fans aseguraban que habían escuchado «8 bops». Las canciones del disco son tan cortas que para cuando escuchamos ‘Woman’s World’ y ‘Lifetimes’ al completo, resultó que ya las habíamos escuchado casi enteras: lo que habíamos oído era todo lo que había. No eran ‘Hentaï’, no había giro en ellas, ni nada sorprendente que justificara semanas y semanas de espera. Una vez escuchado ‘143’ es insólito que haya sido promocionado de esta manera, durante 3 meses que han terminado resultando un calvario para la imagen de Katy Perry, en lugar de como un disco medio sorpresa con o sin un single de adelanto poco tiempo antes.

Presentado de otra manera, ‘143’ podría haber sido entendido como un buen disco de pop, directo a la yugular, que dejara atrás los sinsabores de ‘Smile’, sin baladas, ni rellenos. Con el europop de ‘Crush’ como aliciente. Con las posibilidades de viralizarse de ‘Nirvana’. Con lo bien que luce ‘All the Love’ entre esta y ‘Lifetimes’. En sus 8 primeras pistas, ‘143’ no llega al nivel de las 8 primeras pistas de ‘Prism’ porque entre otras cosas han pasado 10 años y demasiadas cosas que los hacen parecer más bien 15. Pero sí es un disco entretenido de revival de los 2000. He visto repertorios construidos con temas de toda una carrera en Brava Madrid, menos consistentes que este disco.

‘143’ flojea sobre todo al final con un tema sobre infidelidad (?) en el que Katy asegura que «quiere saber la verdad aunque le duela». Tras las contradicciones vistas en un disco que comienza con ‘Woman’s World’ y continúa con 21 Savage, uno vuelve a no saber muy bien qué ronda la cabeza de la artista. Visiblemente aún presa de no haber dado ese salto a la madurez que prometía ‘Witness’ pero no lo fue, y de la indecisión ante la idea de abandonar su imagen más amable y payasa, la artista pide en ‘Wonder’ al mundo «cínico» que no acabe con su «inocencia». Y lo hace mientras califica el vídeo de ‘Woman’s World’ como «sarcástico«. De nuevo, ¿en qué quedamos?

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Publicado por
Sebas E. Alonso