Menuda racha lleva Patricia López Arnaiz. Tras el fenómeno ‘20.000 especies de abejas’, este año ha protagonizado dos de las películas más interesantes del cine español: la muy poco vista ‘Nina’ (Premio de la Crítica en Málaga), un estilizadísimo drama de venganza, con ecos de Almodóvar y De Palma, que tiene dos secuencias (la persecución callejera y la procesión) asombrosas, un prodigio de puesta en escena, montaje y uso dramático de la música (da gusto ver a una directora española, Andrea Jaurrieta, con una caligrafía visual distinta al de sus “intimistas” coetáneas), y ‘Los destellos’, la nueva película de Pilar Palomero (‘Las niñas’, ‘La maternal’), una de las irrupciones más potentes del último cine español.
Basada en el relato de Eider Rodríguez ‘Un corazón demasiado grande’ (Random House, 2019), ‘Los destellos’ narra un drama familiar sobre la enfermedad, los cuidados y los lazos afectivos con una sutileza, humanidad e intensidad emocional extraordinarias. Y gran parte de esa eficacia dramática reside en la interpretación de López Arnaiz, premiada en el festival de San Sebastián. La ganadora del Goya por ‘Ane’ (2020) es una de las actrices que mejor actúa con la mirada. Y en esta película la mirada lo es todo: desde el cartel hasta la propia narración, articulada desde el punto de vista de ella.
‘Los destellos’ está llena de planos con la protagonista observando, mirando a los demás en silencio, mientras la acción se desarrolla fuera de campo. Es la manera, enormemente certera, que tiene Pilar Palomero de traducir a imágenes el conflicto dramático que estructura toda la narración: el dilema de ayudar a cuidar a una expareja enferma terminal (fabuloso también Antonio de la Torre), con la que has acabado mal y has cortado toda relación, pero con la que tienes una hija en común (la debutante Marina Guerola, todo un descubrimiento).
Este proceso de acercamiento, de superación del rechazo y la incomodidad inicial a través del amor y la bondad, permite a la directora realizar una profunda y luminosa reflexión sobre la muerte (atención a la escena con el equipo real de cuidados paliativos) en su dimensión más cotidiana y humana, aquella que ocurre en la habitación de al lado, como el título de la película de Almodóvar con la que comparte temática. Un tema propenso al sentimentalismo, la truculencia (el ‘Biutiful’ de Iñárritu sería la antítesis de esta película) o la solemnidad intensita que Palomero esquiva con destellos de genialidad.