La muerte de un ser querido es una de las mayores fuentes de inspiración para los artistas. Ante una experiencia tan dolorosa e inexplicable, existe la necesidad de vaciar, de soltar sentimientos, de liberarse, y el arte es siempre un medio idóneo para exorcizar los demonios del duelo.
Tras haber perdido a Mimi Parker, su mujer y compañera de la banda Low desde hacía más de 30 años, a causa de un cáncer, Alan Sparhawk se embarcó en su primer proyecto en solitario desde ‘Solo Guitar’ en 2006. ‘White Roses, My God’ es todo lo contrario a lo que uno puede esperarse de un álbum que nace del inmenso dolor de la muerte, pero sirve como recordatorio de que la manera de expresar y lidiar con un duelo es profundamente personal.
En los últimos tiempos, algunos de los ejemplos que vienen a la mente son los magníficos y devastadores trabajos de Sufjan Stevens (‘Carrie & Lowell’), Mount Eerie (‘A Crow Looked at Me’, ‘Now Only’) o Japanese Breakfast (‘Psychopomp’, ‘Soft Sounds from Another Planet’), todos ellos de corte intimista, retratando sentimientos a flor de piel y escritos con el corazón en un puño.
En cambio, Sparhawk decide tomar la senda de abstracción electrónica-experimental de los últimos proyectos de Low, y a su vez, llevarla a un extremo que se encuentra en las antípodas de ese sonido. Tiene todo el sentido del mundo: ¿cómo poder seguir igual si ya no tienes a tu otra mitad con quien evolucionar a tu lado? Todo ha cambiado para siempre. Él no es el mismo que era, y así lo refleja la presentación de voz, enterrada bajo capas y capas de autotune, hasta el punto de no sonar ni remotamente humana.
En ‘Double Negative’ ya aparecían las voces procesadas, protagonizando incluso canciones enteras, pero en ‘White Flowers, My God’ no hay ni un solo segundo donde se reconozca a Sparhawk. Haber perdido una parte tan fundamental de su vida deriva inevitablemente en una crisis de identidad, quedando reflejada en lo musical, ya no solo en el ámbito vocal, sino en el estilo general del disco, plagado de melodías abiertamente pop y beats de trap.
Pese a ello, el tono general es siniestro y oscuro, dotado de una constante sensación de misterio. Desde el comienzo del álbum con la hipnótica ‘Get Still’, Sparhawk imprime una extrañeza y densidad tanto a nivel sónico como lírico. En la mayor parte de las canciones, el artista opta por letras crípticas en las que a menudo repite una frase hasta la extenuación o donde no se entiende exactamente a que se refiere.
La letra de ‘I Made This Beat’ está formada exclusivamente por su título: un experimento que funciona como mantra y reafirmación de que él sigue aquí y no ha perdido su capacidad de crear. ‘White Roses, My God’ destaca por su interesante despliegue melódico: tan pronto juguetea con los sintetizadores en una suerte de medio-tiempo R&B (‘Not the 1’) como pasa por desquiciados pasajes industriales (el potentísimo número witch house de ‘Can U Hear’) o mete unas sugerentes e inesperadas guitarras eléctricas (‘Brother’).
Si bien gran parte de las letras del álbum no aluden directamente a temáticas específicos, no todas son elusivas. También las hay más concretas, como en ‘Heaven’, donde Sparhawk reflexiona sobre la muerte, comenzando con “El cielo es un lugar solitario si estás solo / quiero estar allí con la gente que quiero” y terminando dirigiéndose a Mimi: “¿Estarás allí?”. Mientras que ‘Feel Something’ es el corazón emocional del álbum, un grito de desesperación de aires industriales donde Sparhawk, de manera muy esquemática, repasa diferentes estados de su duelo: “¿Puedes sentir algo aquí?”, “Quiero sentir algo aquí”, “Creo que siento algo aquí”. Cuando enuncia esa última frase, es difícil no tener la piel de gallina.
Puede que la voz robótica sea vista como una barrera emocional al principio, pero adentrarse en ‘White Roses, My God’ es darse cuenta de que no es un mero capricho. No es solo uno de los discos más atrevidos del año, sino también uno de los experimentos más emocionantes y sinceros que han surgido en mucho tiempo. Es desolador pensar que nunca volveremos a oír las voces de Mimi y Alan juntas en nuevos proyectos, pero consuela saber que la ambición de Low por sacudir los cimientos estéticos establecidos continúa muy presente en este último.