Hay que ver lo poco que se prodiga en el cine Andrea Arnold -solo cinco largometrajes de ficción en 25 años de carrera- y lo buenas que son sus películas. Y hay que ver lo bien que utiliza las canciones en su cine: con fines dramáticos y narrativos, poéticos, la mayoría de las veces de forma diegética, no como simplonas listas de reproducción de éxitos para epatar al espectador.
Desde los tiempos de ‘Red Road’ (2006), con ‘Morning Glory’ (Oasis) y ‘Love Will Tear Us Apart’ (Joy División), hasta la apoteosis musical que fue ‘American Honey’ (2016), con momentos impagables al son de ‘We Found Love’ (Rihanna), ‘Dream Baby Dream’ (Bruce Springsteen) o ‘American Honey’ (Lady Antebellum), la directora siempre ha utilizado las canciones y los bailes como un recurso estilístico fundamental en su cine. De hecho, ha contado alguna vez que lleva siempre un altavoz a los rodajes para poner música y que prepara listas de reproducción para cada actor como herramienta para prepararse su personaje.
En ‘Bird’, las canciones dicen tanto de los personajes y del contexto social en el que se mueven como cualquier diálogo, detalle de ambientación o escena puramente visual. La música de Burial y temas como ‘The Universal’ (Blur), ‘Lucky Man’ (The Verve) o el ‘Yellow’ de Coldplay (en uno de los momentazos cinematográficos del año), proporcionan a la película una profundidad dramática y psicológica extraordinaria. Mención aparte merecen las canciones de Fontaines DC, cuyo guitarrista Carlos O’Connell hace un cameo. En particular, temas como ‘Too Real’ o ‘A Hero’s Death’ están tan bien integrados en la narrativa que parecen escritos ex profeso para la película.
La protagonista de ‘Bird’ es la típica heroína del cine de Arnold: una chica de 12 años que intenta sobrevivir en un entorno hostil, en un barrio de Kent, al sudeste de Londres, marcado por la pobreza, la violencia y la desestructuración familiar. Pero, lejos de regodearse en la miseria o hacer una denuncia facilona de la alarmante desigualdad que existe en el país, la directora apuesta por un coming of age durísimo pero lleno de calidez humana, atravesado por un elemento fantástico que sirve como hermoso contrapunto lírico y llamada a la esperanza.
Con un trío de actores superlativo -Barry Keoghan (‘Saltburn’, ‘Almas en pena de Inisherin’), Franz Rogowski (‘Disco Boy’, ‘Passages’) y la debutante Nykiya Adams- ‘Bird’ se presenta como un ejemplo de cine temática y estilísticamente anclado en la más cruda realidad (la película sigue las coordenadas visuales del cine naturalista con mucha cámara en mano y montaje nervioso), pero que no teme alzar el vuelo hacia territorios narrativos tan sorprendentes como arriesgados. Arnold coloca su película en el alambre y la mantiene en equilibrio como un pájaro posado en un cable de alta tensión.