La música ambient es más popular que nunca, aunque no en la manera que a muchos artistas del género les gustaría. O merecerían. Nombres como Taylor Deupree o Christina Vantzou han dedicado años a construir una cuidadísima discografía de sonidos ambiente y/o electroacústicos, a menudo posicionados en la vanguardia de diversos estilos, pero no son precisamente los artistas que más ingresos reciben o que más escuchas obtienen a día de hoy.
El streaming está premiando otro tipo de artista ambient, completamente anónimo e intercambiable: decenas de nombres completamente desconocidos copan las playlists de “Piano for Studying” o “Ambient Relaxation” de Spotify. A nadie le importa qué música suena en los vídeos lo-fi que te pones para estudiar o tomarte el café, mientras suene bien de fondo.
En TikTok, los sonidos ambient o «chill», relajantes o emocionales, son usados por millones de personas en millones de vídeos. No son en absoluto cosa de cuatro entendidos. Un dato: la canción de ambient probablemente más escuchada de toda la historia es ‘Snowfall’, compuesta por dos artistas de los que nunca has oído hablar, el ruso Øneheart y la estadounidense reidenshi. ‘Snowfall’ lleva 800 millones de streamings en Spotify (sí, has leído bien), un sueño para, por decir alguien, Tim Hecker.
Básicamente, el ambient es más popular que nunca y, a la vez, más funcional y anónimo. ¿No era esa la idea, Brian Eno? El pasado 12 de septiembre, el compositor Chilly Gonzales reflexionó sobre la situación actual del ambient en un columna de The Quietus en la que declaró arrepentirse de haber inventado la música neoclásica, dado lo que parece haberse convertido. Otros artistas parecen preferir sumarse al enemigo. Por ejemplo, recientemente, el polaco Tomasz Bednarczyk ha lanzado un álbum llamado ‘Catbient’ que apela a dos pilares de internet: la música relajante y la figura del gato como símbolo de lo doméstico.
En otras palabras, también los artistas de ambient o neoclásica se adaptan a las tendencias virales o buscan nuevas maneras de subsistir o de crecer económicamente. Hildur Guđnadóttir o Max Richter -y tantos otros- han encontrado un nicho en el sector de la banda sonora. Otros lo han hallado en los confines de internet.
En este contexto llega el nuevo trabajo de Röyksopp, un tochaco ambient de más de 2 horas de duración que pretende sumergir al oyente en un oscuro y misterioso viaje a través de las profundidades de la noche. En el título se halla la clave del disco, pues ‘Nebulous Nights – An Ambient Excursion into Profound Mysteries’ no es otra cosa que una adaptación ambiental del trabajo anterior de Röyksopp, ‘Profound Mysteries’, del que se lanzaron tres volúmenes. “Nebulous Nights” contiene hasta 30 pistas, y un comentario de YouTube detalla exactamente qué canción se está rehaciendo en cada caso: ‘Waking Up From A Thousand Year Slumber’ es ‘Let’s Get it Right’, ‘Beacons’ es ‘The Mourning Sun’, ‘Reaching For Secrets’ es ‘Feel It’, largo etcétera.
A nadie puede ni debe importar que ‘Denimclad Baboons’ se transforme en ‘Dandelion Pleasantries’ o que ‘Gone, Dissolved Into The Night’ sea ‘The Night’: la idea de ‘Nebulous Nights – An Ambient Excursion into Profound Mysteries’ es que sea escuchado con cascos, en conjunto, a modo de paisaje infinito. A lo largo del álbum, los drones suenan tan sublimes y celestiales como en ‘We Remain Hidden’, tan cósmicos como en ‘Soft Ascension’, o se cruzan con voces distantes de un solitario hombre que parece perdido en el espacio, como en ‘The Uxtaca Bridge’ o ‘Beacon’ (la influencia de Biosphere
es palpable). El sonido de la lluvia y de la naturaleza empapa muchas de las composiciones. El piano encuentra su lugar, también, en ‘Oh, the Vanity’ y ‘I’m There with You’. ¿Cómo no iba a hacerlo?Los noruegos Svein Berge y Torbjørn Brundtland -es decir, Röyksopp- diseminan, a lo largo de este extenso álbum, detalles extraídos de su discografía que solo sus fans acérrimos captarán al vuelo. Ellos lo llaman “lore”, aunque también podemos hablar de “Easter Eggs”. Quizá, solo Röyksopp podría haber incorporado vocoders en el espacio que nunca han sonado más conmovedores, como los de ‘Lethargic Shift (Speed King)’, o disparos láser que suenan a recuerdo distante, a pura nostalgia, como los de ‘Soft Ascension’. De repente, las voces de Susanne Sundfør o Alison Goldfrapp suenan remotas y fantasmales; a lo largo del viaje aparecen y desaparecen, como en un viejo recuerdo.
Pero los detalles de ‘Nebulous Nights – An Ambient Excursion into Profound Mysteries’ no logran disimular la idea de que este peculiar proyecto de Röyksopp parece pensado para apelar a las sensibilidades digitales de hoy: hasta la portada se ha diseñado con Inteligencia Artificial. La duración del álbum, la cantidad de pistas incluidas y la aparente simplicidad de las composiciones -solo aparente- convierten “Nebulous Nights” en un trabajo de Röyksopp irónicamente muy relevante para los tiempos que corren.
Pero, quizá, la verdadera gracia de ‘Nebulous Nights – An Ambient Excursion into Profound Mysteries’ es que hace tambalear las famosas palabras de Brian Eno: si el ambient debe ser interesante pero, a la vez, funcionar de fondo, ¿quién en su sano juicio puede escuchar estas piezas de Röyksopp de fondo o, al menos, solo de fondo? Una sola composición como ‘Misconceptions / The Crux of It All’ (que reinventa ‘Breathe’) contiene más carga emocional que muchos discos aburridísmos del mismo estilo, enteros. En este caso, Röyksopp logra un excelente equilibrio entre funcionalidad y emoción: el disco te lo puedes poner para meditar o quedarte dormido, pero quizá derrames una lágrima por el camino.
Esto no significa que Röyksopp sean de repente inventores del ambient emocional. De la misma manera, artistas jóvenes -y anónimos- como my head is empty o leadwave están triunfando en las plataformas de streaming componiendo música muy parecida, melancólica, tristona, de tonos azules, oscuros y lluviosos. La idea de Röyksopp de reinventar en clave ambient su propio repertorio tampoco es nueva (ya lo han hecho Caroline Polachek o Eartheater) pero ellos, que son maestros en lo suyo, no van a lanzar un álbum de ambient si no está bien hecho. Y ‘Nebulous Nights – An Ambient Excursion into Profound Mysteries’ es un trabajo magistralmente producido que sabe apelar a las necesidades digitales del siglo XXI y que, nos lleve al espacio exterior o a la profundidad del océano, consigue su propósito, hacernos olvidar la realidad. Incluso, también, a los autores detrás de las canciones.